Desarrollar las líneas estratégicas para la reconversión económica de Melilla es, sin duda, una labor imprescindible para que esta ciudad pueda tener confianza en su futuro. Eso no lo puede discutir nadie, aunque haya quienes difieran de la clase de política que se aplica para llegar al objetivo de un buen desarrollo socioeconómico que permita a los jóvenes hacer aquí sus proyectos vitales y a las familias que puedan salir adelante por sus propios medios.
Sin embargo, esa "siembra" a la que habitualmente se refiere el presidente, Juan José Imbroda, necesita tiempo para dar frutos y su carácter más etéreo de cara a la ciudadanía se confunde muchas veces con inacción, como si el Gobierno no estuviera trabajando por los melillenses. Ahora bien, arregla una acera, limpia las calles, solares y descampados, renueva iluminación, pon una zona verde, urbaniza lo que está sin tocar, y los vecinos entenderán de inmediato que se están haciendo cosas, que esos gobernantes merecen apoyo.
A todo el mundo le gusta que la ciudad tenga una buena imagen, pero a muchos ciudadanos les queda lejos de lo que tienen a su alrededor. Ellos lo que quieren es que se ponga una barandilla en esos escalones para cambiar de calle, que las carreteras estén convenientemente transitables, que se vacíe y esté en condiciones la papelera de su equina, que las aceras estén bien, que se lleven toda la basura y que, además, su presidente y los miembros de su equipo pasen por allí de vez en cuando para preguntarles cómo van las cosas.
Por eso es tan importante que el Gobierno actúe en los barrios, en todos, periféricos o céntricos, da igual. Cambiar las farolas de la Cañada y de Reina Regente, por ejemplo, es una buena iniciativa, como lo es la puesta en marcha de mejoras urbanísticas en la zona del barrio Hebreo o el Monte María Cristina. El caso es que esa labor no se quede ahí sino que avance a otros lugares que se encuentran deteriorados como Minas del Rif o las Caracolas, por citar un par de casos.
Las elecciones no se ganan en los últimos seis meses antes de su celebración sino que se tiene que vencer en el día a día. Y si el PP ilusionó en 2023 a tanta gente como para tener la gran mayoría absoluta de la que disfruta en este momento, no puede permitirse el lujo ahora de fallar en lo básico, que es lo mismo que decir en los barrios.








