Juan Manuel Fernández, un policía nacional de 28 años destinado en la Jefatura Superior de Melilla, no esperaba convertirse en protagonista de un acto de valentía el pasado miércoles cuando paseaba tranquilamente por su ciudad natal, Málaga, donde viven sus padres. Sin estar de servicio y sin más arma que su sentido del deber, intervino para impedir una agresión machista en plena calle. Su actuación le costó varias heridas en las manos, una de ellas con once puntos de sutura, pero evitó un daño mayor y logró inmovilizar al agresor hasta la llegada de la Policía Local.
Los hechos ocurrieron cuando Juan Manuel caminaba cerca de casa de sus padres. En un momento dado, observó a un hombre que hablaba en voz alta, aparentemente molesto, mientras sujetaba un vaso o botella de vidrio. En ese instante, el individuo se acercó a una mujer que iba acompañada de su hijo pequeño, de unos cuatro años. Tras una discusión, el agresor forcejeó con la mujer, se le cayó el objeto de vidrio al suelo y acto seguido le propinó un golpe en la cara a la joven.
Fue entonces cuando Juan Manuel actuó. “Yo iba paseando tan tranquilo. Estaba relajado, no podía estar más tranquilo. Pero claro, uno no decide cuándo intervenir. Las situaciones te vienen y tienes que actuar”, relató en una entrevista concedida a El Faro.
Agresividad del atacante
Al ver la escena, el agente separó rápidamente a las partes e indicó a un amigo que lo acompañaba que llamara a la policía, proporcionándole la ubicación exacta. En ese momento, el agresor dirigió su actitud violenta contra Juan Manuel. “Me identifiqué como policía, pero él no depuso su actitud. Me obligó a retroceder mientras intentaba calmarlo”, recuerda.
Durante varios minutos, el agresor mantuvo una actitud amenazante. Fue entonces cuando, al verse acorralado, el agente no tuvo más remedio que forcejear con él. En la caída, Juan Manuel sufrió varios cortes profundos al aterrizar sobre los cristales del vaso roto que el agresor había dejado caer minutos antes.
A pesar de la herida, que sangraba con profusión, logró reducir al agresor con la ayuda de su amigo, quien logró inmovilizar uno de los brazos del individuo. Durante la espera por los refuerzos, pidió a los presentes que avisaran a la policía. “No sé cuánto tiempo pasó exactamente, se te hace un mundo. Cuando llegaron mis compañeros de la Policía Local y les dije que era compañero, me ayudaron a quitarle de encima”, explicó.
Incluso en ese momento, el agresor se mostró violento también con los policías que acudieron al lugar. Hicieron falta hasta cuatro agentes para controlarlo completamente. Según relató Juan Manuel, el hombre parecía encontrarse bajo los efectos del alcohol, aunque no pudo confirmar si también había consumido otras sustancias.
En medio del caos, la mujer agredida se mantuvo en el lugar tras la intervención. El agente que intervino en su defensa le pidió que no se marchara y que interpusiera una denuncia. “Le dije que lo había hecho por ella y por su hijo. Ella fue muy valiente, se quedó y denunció”, asegura.
Juan Manuel destaca que la mujer se comprometió a seguir adelante con la denuncia. La rápida actuación del agente fue clave para evitar un posible desenlace más grave en presencia del menor.
Convencido de haber actuado como debía
El resultado de su acción fue una profunda herida en una mano que requirió once puntos de sutura, además de cortes y un esguince en la otra mano. “No me permite hacer vida normal, pero cada vez estoy mejorando”, explicó el agente a preguntas de este Diario.
A pesar del dolor y la recuperación que aún atraviesa, asegura que volvería a actuar del mismo modo si se le presentase de nuevo el caso. “Lo hubiese hecho como ciudadano, pero también como policía nacional. Yo actué conforme a los principios y valores que me inculcaron mis padres. Además, pertenezco a una institución que representa esos valores”, afirma con firmeza.
Juan Manuel lleva dos años destinado en Melilla, aunque es natural de Málaga. Durante su formación en la Policía Nacional recibió entrenamiento en defensa personal, lo que le ayudó a contener al agresor en una situación crítica. “Ser policía y la formación que recibes te da unas tablas que otros trabajos no te darían”, señala.
Petición de condecoración
Juan Manuel Fernández se ha convertido en noticia a nivel nacional. Radios, televisiones y periódicos han pedido que les contase su hazaña porque su acción fue fundamental para que la mujer no sufriera más daños y el pequeño no tuviera que asistir a un episodio tan violento como es ver que agreden a su madre. No se puede olvidar tampoco que el joven policía estaba disfrutando de una jornada de descanso.
El Sindicato Unificado de Policía (SUP) no ha tardado en valorar la actuación de su compañero. Esta semana, el SUP solicitó formalmente ante la Jefatura Superior de Melilla que Juan Manuel Fernández sea condecorado con la Orden al Mérito Policial. En declaraciones del líder sindical, Jesús Ruíz Barranco, éste ha señalado que la organización que encabeza destaca que su intervención fue “valiente, desinteresada y ejemplar”, y subraya que “demuestra el compromiso de los agentes con la protección ciudadana incluso fuera de servicio”.
La petición también señala que su actuación evitó un daño mayor a la víctima y protegió al menor presente durante la agresión, lo que refuerza el carácter heroico y ejemplar del suceso.
No tolerar la violencia
Preguntado sobre qué mensaje enviaría a otras mujeres que sufren violencia machista, Juan Manuel fue claro: “Que denuncien. No debe haber ningún tipo de tolerancia frente a ninguna agresión. Para eso estamos la Policía Nacional como instrumento defensor. Y después, que la Justicia haga su trabajo”.
La historia de Juan Manuel Fernández no es solo un ejemplo de compromiso profesional, sino también un recordatorio de que la vocación de servicio va más allá del uniforme. Su valentía no solo frenó una agresión, también inspiró a muchos y dio voz a quienes muchas veces callan.