Ya ha pasado. La PAU -o EBAU para los más modernos-cerró el telón la semana pasada en el Campus Universitario de la Universidad de Granada en Melilla. Y mientras arrancamos la semana con café y resignación, todavía se saborea el eco del trasiego estudiantil por los pasillos. El runrún sigue: no solo el de los estudiantes, sino el de las máquinas que a contrarreloj intentan terminar la ansiada ampliación de la facultad. Un remix de nervios, martillos neumáticos y carreras de último minuto. ¿Un cóctel raro? Tal vez. ¿Muy nuestro? Sin duda. Y cómo no, volvieron las anécdotas de siempre, esas que año tras año ponen a prueba el temple adolescente (y el del profesorado): el clásico olvido del DNI (spoiler: sin él, no se entra), la calculadora que decide morir justo antes del examen de mates, o el mítico “¿alguien tiene otra que me preste?” que queda flotando en el aire sin respuesta. Pequeños dramas que, en retrospectiva, sacan una sonrisa... Qué ingenuos. Qué bonito.
Matemáticas, filosofía y kebabs
“La de sociales ha sido peor que la de ciencias”, dicen varios. El examen de Matemáticas ha sido el epicentro de frustración para muchos: “No era difícil, pero era enrevesado. No lo esperábamos así”. No se trata tanto del nivel, sino del enfoque. “Yo me he preparado muy bien, pero nada se parecía a lo que salió. Ni un ejercicio de matrices”.
Otros rematan con resignación: “De 50 que lo hicieron, 40 creen que no aprueban”. Pese a todo, entre chistes sobre bombas de calor, kebabs e inteligencia artificial, también aparece algo inesperado: camaradería. Todos están en el mismo barco.
Bellas Artes, Restauración y sueños que huelen a Granada
En un rincón más tranquilo, tres estudiantes comparten impresiones. Vienen de la Escuela de Arte y del IES Enrique Nieto. Historia del arte, fundamentos, lengua. “Quizás lengua fue lo más difícil, por la teoría. Las preguntas eran rebuscadas”. Pero no se quejan. “Lo llevamos bien”. Algunas, incluso, metieron referencias actuales en el comentario de texto, que versaba sobre la pobreza y la vivienda.
¿Y después? Granada, Bellas Artes, Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Otra quiere estudiar un doble grado en Relaciones Internacionales y Traducción de Alemán y Árabe. Sueños claros, objetivos altos. Se les nota el orgullo: no tienen que ir a julio. Aprobadas.
Tecnología, medioambiente e IA
En otra esquina, entre fórmulas y predicciones, los de Tecnología e Ingeniería hacen apuestas sobre lo que saldrá: “Impacto medioambiental, neumática, circuitos digitales... seguro cae algo de IA, ¡siempre cae!” El examen aún no ha empezado, pero la tensión es palpable. Uno suelta: “A ninguno le va a salir bien. Es difícil. Es mal parido. Es ingeniero de kebabs”.
Risas. Y esperanza, siempre disfrazada de sarcasmo.
¿Y ahora qué?
“¿Todos a Málaga?”, pregunta una. “Yo me quedo aquí”, responde otro. Medicina, Ingeniería de Diseño de Productos, Industrial. La vida empieza a trazar su próximo guion. “En Galicia están en 12,7... En Andalucía, más de 13. En Madrid, sobre 13. En Valencia, 12,9”.
Las notas de corte, las decisiones que vendrán, el miedo al "no entrar". Todo se mezcla con el alivio de haber acabado. Por ahora.