En el desarrollo de un niño hay hitos que marcan momentos cruciales: los primeros pasos, el primer día de colegio, la primera vez que dice "mamá" o "papá". Este último, el lenguaje, no solo es un acto comunicativo, sino también una herramienta esencial para pensar relacionarse, construir identidad y desarrollarse a nivel cognitivo y emocional. Sin embargo, no todos los niños siguen el mismo ritmo, y en muchos casos, una intervención temprana desde la logopedia puede marcar una diferencia significativa.
¿Cuándo comienza un niño a hablar?
Cristina Vicaria, logopeda del gabinete Fonia, detalla a El Faro de Melilla cómo se da ese proceso paso a paso: "Desde el nacimiento hasta los 12 meses, los niños ya empiezan a emitir sonidos vocálicos y consonánticos en forma de balbuceos. Esta etapa, conocida como prelingüística, es fundamental porque sienta las bases de la futura producción verbal. Aunque aún no se empleen palabras con significado, sí se está produciendo una exploración y entrenamiento del aparato fonador".
A partir del primer año de vida, explica, los niños suelen comenzar a emitir sus primeras palabras con intención comunicativa, asociándolas a personas u objetos concretos. Términos como "mamá", "agua", "bibi", o "tete" no solo aparecen por repetición, sino que ya cargan de sentido para el niño.
"Entre los 18 y 24 meses se produce un gran salto: los niños comienzan a combinar palabras para formar frases sencillas. Pueden decir 'más agua', 'mamá ven', o señalar y nombrar acciones y objetos con claridad creciente. Luego, entre los dos y los cuatro años, se observa un desarrollo más fluido del lenguaje, tanto en vocabulario como en estructura gramatical", apunta Vicaria.
¿Cuándo aparece la preocupación?
Cada niño tiene su propio ritmo, pero hay señales que indican la necesidad de consultar a un profesional. "Hacia los dos años y medio, un niño debería contar con un vocabulario mínimo de 50 palabras", comenta Vicaria. "Si a esa edad no se comunica, su lenguaje es ininteligible o apenas utiliza palabras o frases sencillas, es recomendable acudir a una valoración logopédica. No se trata de alarmarse pero sí de prevenir".
Uno de los errores más comunes es pensar que ya hablará "cuando le toque". Si bien hay casos de desarrollo más tardío sin implicaciones graves, también puede tratarse de un retraso del lenguaje o incluso de un trastorno del lenguaje, dos condiciones diferentes que requieren abordajes distintos. "El retraso del lenguaje es una demora en la adquisición normal, especialmente en la expresión oral. El trastorno, en cambio, implica dificultades en la comprensión, expresión, uso del lenguaje y en estructuras más complejas como la gramática y la pragmática", detalla la logopeda.
Lenguaje inventado y errores comunes
Es habitual que los niños, mientras desarrollan su lenguaje, inventen palabras, mezclen sílabas o sustituyan sonidos. "A veces no conocen bien cómo se pronuncia una palabra o el término contiene fonemas que aún no han adquirido", señala Vicaria. "Por ejemplo, el fonema /r/ vibrante - como en perro - no suele estar bien consolidado hasta los cinco años. Así que no debemos alarmarnos si un niño más pequeño dice 'peto' o 'pedo' en su lugar".
El papel de la familia en la estimulación del lenguaje
Los adultos cercanos al niño como padres, abuelos o educadores, son agentes fundamentales en el desarrollo del lenguaje. "Hablar al niño con claridad, a un ritmo pausado y mirando a los ojos es esencial. También lo es integrar el lenguaje en el juego, que es la herramienta natural de aprendizaje en la infancia", dice Vicaria.
Cantar canciones sencilla, jugar al "veo, veo", narrar lo que se está habiendo ("vamos a lavar las manos", "estás comiendo plátano"), o contar juntos lo que ocurrió en el colegio, son actividades cotidianas que favorecen el desarrollo lingüístico. "También es importante respetar los turnos del habla, clasificar objetos y nombrarlos, y sobre todo, evitar corregir de forma insistente o burlona la pronunciación del niño, ya que puede generar frustración o rechazo al lenguaje", subraya.
Signos de alerta en el lenguaje
Los signos de alerta que pueden indicar un problema de desarrollo del lenguaje son variados: uso excesivo de gestos en lugar de palabras, lenguaje ininteligible a partir de los dos años, omisiones o sustituciones fonológicas que no son esperadas para su edad, dificultades para formar frases, ausencia de interacción verbal o escaso interés en comunicarse.
Además, es importante vigilar si hay dificultades relacionadas con la educación, la visión o la deglución, ya que pueden tener un impacto directo en la adquisición del lenguaje. En estos casos, la evaluación por parte de un logopeda permite establecer si es necesario iniciar una intervención, así como descartar otras causas subyacentes.
El lenguaje como base del aprendizaje escolar
"El lenguaje no solo sirve para hablar. Es también la base para aprender a leer, escribir, resolver problemas, socializar y comprender el mundo", apunta Vicaria. "Cuando hay un retraso no detectado a tiempo, puede influir negativamente en el rendimiento escolar. Un niño que no entiende las consignas del aula o que no sabe expresar lo que piensa, tendrá más dificultades para alcanzar los objetivos académicos".
En concreto, los problemas del lenguaje pueden interferir en la lectoescritura, dificultando el reconocimiento de las letras, la asociación de sonidos con grafías, o la comprensión de textos. Todo ello afecta, a medio plazo, a la autoestima y la motivación del niño.
Dificultad para socializar y expresar emociones
También hay una conexión estrecha entre el desarrollo del lenguaje y las habilidades sociales. Si un niño tiene problemas para interactuar con otros o le cuesta expresar lo que siente, puede tener dificultades pragmáticas del lenguaje. "En estos casos, hay que observar si estos comportamientos se mantienen en el tiempo o si se acompañan de otras señales, como aislamiento, falta de juego simbólico o dificultades en la comprensión de normas sociales", señala Vicaria. "Una intervención logopédica no solo trabaja el habla, también puede abordar estos aspectos del lenguaje que permiten al niño relacionarse, comprender las emociones propias y ajenas, y establecer vínculos".
En definitiva, prevenir es actuar a tiempo. La logopedia infantil no es un recurso exclusivo para casos graves o evidentes. Es una herramienta preventiva y de acompañamiento que puede hacer una gran diferencia si se aplica en el momento adecuado. "Un niño que recibe apoyo temprano puede superar con mayor facilidad sus dificultades, evitar problemas escolares posteriores y ganar seguridad en sí mismo", concluye Cristina Vicaria.
La clave está en observar, preguntar, acompañar y no temer pedir ayuda cuando las palabras tardan más de lo esperado en llegar.