Marruecos celebra este miércoles una elecciones legislativas y municipales que servirán para medir la popularidad del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD), que encabeza el gobierno desde 2011 y aspira a un tercer mandato, mientras los analistas auguran un posible retroceso de sus resultados.
Estas son las claves para entender estas elecciones cuya campaña está siendo poco visible en las calles pero más intensa en las redes sociales, a causa de las restricciones impuestas en el país por la crisis sanitaria del coronavirus.
Tres elecciones a la vez
Por primera vez, el país magrebí celebra tres elecciones de forma simultánea, como en la zona de Nador, donde se votará para elegir a los representantes legislativos, regionales y municipales. En las generales, 6.815 candidatos se han presentado para ocupar los 395 escaños de la Cámara de Representantes (cámara baja de un Parlamento bicameral) a través del sufragio directo. Son una media de 17 candidatos por cada asiento.
En las regionales 9.892 candidatos competirán por los 678 escaños en los consejos de las doce regiones del país, una media de 15 candidatos por cada escaño, y en las municipales los votantes marroquíes elegirán entre 157.569 candidatos a más de 31.000 concejales en el país.
Inscribirse para votar
En Marruecos es obligatorio inscribirse en un censo para poder votar. Un total de 17.983.490 personas están inscritas de los alrededor de 24 millones de marroquíes mayores de 18 años, lo que supone el 75 % de la población mayor de edad.
En esta convocatoria se han registrado 2,2 millones de personas más que en las últimas de 2016, un 8 % de ellos son jóvenes de entre 18 y 24 años que votan por primera vez y la mayoría (un 54 %) residen en ciudades.
Una treintena de partidos
Cerca de 30 partidos políticos se presentan en esos comicios, encabezados por cuatro que acaparan la mayoría de los escaños: el islamista PJD, que aspira a renovar su tercer mandato como más votado; el liberal Partido Autenticidad y Modernidad (PAM); el nacionalista e histórico Partido Istiqlal (PI), y el Reagrupamiento Nacional de Independientes (RNI), integrado por notables, empresarios y altos cargos de la Administración.
Aunque este último partido, liderado por el hombre más rico del país -actual ministro de Agricultura-, quedó en cuarto lugar en los anteriores comicios, ahora se baraja como favorito y, según los analistas, puede quitarle el primer puesto al PJD, que sufre de divisiones internas y desgaste.
Sin encuestas y con nueva ley electoral
Los resultados de estas elecciones son impredecibles ante la falta de encuestas -prohibidas desde 2016 por el Ministerio del Interior- y debido a la última reforma de las leyes electorales aprobada el pasado marzo. Esta reforma, que pretende quitar peso al PJD, eliminó la barrera electoral del 3 % para empezar a obtener escaños en las legislativas y modificó la forma de calcular el cociente electoral.
El nuevo método perjudicará a los grandes partidos, que perderán escaños a favor de los minoritarios. Los observadores creen que la nueva medida favorecerá a partidos socialistas históricos como la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) o el Partido del Progreso y Socialismo (PPS) y que están en caída libre en esta última década.
Baja participación
La tasa de participación es uno de los retos de estos comicios en un contexto marcado por el desinterés y la desconfianza de los jóvenes en los partidos y la acción política. En las últimas elecciones de 2016, la participación fue del 43 %, dos puntos menos que las anteriores.
Los observadores creen que ese porcentaje podría mejorar en las actuales elecciones, ya que coinciden con las municipales y estas suelen movilizar a más votantes en Marruecos (la tasa de participación de las municipales de 2015 fue de un 53 %).
Hay llamamientos de boicot de estas elecciones manifestados por el movimiento islamista Justicia y Caridad y por la izquierda radical Vía Democrática, que iniciaron los pasados días campañas y hashtags en las redes sociales para explicar su postura. Protestan contra el sistema en Marruecos, en el que el rey concentra una alta tasa de poder y los partidos tienen, denuncian, un radio de acción limitado.
Terceras después de la Constitución
Las elecciones generales se celebran cada 5 años en Marruecos y estas son las terceras desde que se aprobó la Constitución en 2011, en el contexto de las revueltas de la llamada "primavera árabe". La nueva Carta Magna aumentó las prerrogativas del Parlamento y el Gobierno, pero las orientaciones estratégicas del país en política interior y exterior siguen siendo definidas por el rey, Mohamed VI.
Su artículo 42 establece que el rey nombra al presidente del Gobierno del partido más votado en las legislativas, y este último propone los miembros de su gobierno, aunque el rey tiene la última palabra en algunas carteras llamadas "de soberanía" como Interior, Exteriores o Asuntos Islámicos.
Cuotas femeninas
La última reforma electoral incrementó el número de escaños reservados a las mujeres, que serán 90 en lugar de los 60 actuales, de un total de 395. Esta cuota supone un 22,7 % del total de asientos en el Parlamento marroquí.
El porcentaje de cuotas femeninas aumenta a un tercio de los asientos en el caso de los comicios regionales y locales, pero las feministas marroquíes lo consideran insuficiente y aspiran a la paridad prometida en la Constitución.
En plena ola de covid
Las elecciones del 8 de septiembre se producen en plena tercera ola de covid en Marruecos, donde 15 millones de personas (un 42 % de la población) ya están completamente vacunadas. En las últimas semanas, se han registrado alrededor de un centenar de muertos al día por la pandemia y las altas tasas de contagios llevaron a establecer un toque de queda a partir de las 21.00 horas en todo el país.
La campaña electoral está pasando prácticamente desapercibida y centrada en las redes sociales, puesto que están prohibidos los actos de más de 25 personas y el reparto de folletos en las calles.
No sé porque es noticia las elecciones de un país tercermundista enemigo.