Detrás de la larga lista de problemas de todo tipo que ha traído la crisis económica que permanece con nosotros desde 2008 se esconde algún hecho positivo.
Uno de los datos que en este caso justifican el dicho de que ‘no hay mal que por bien no venga’ es la disminución de los residuos orgánicos que los melillenses arrojamos a los contenedores cada año. Si en 2007 fueron casi 40 toneladas, tres años después, en 2010, se registró una rebaja de más de seis toneladas, una cantidad considerable en una ciudad de dimensiones como la nuestra. El dato, facilitado por Remesa (la empresa encargada de la gestión de los residuos domésticos), no es anecdótico; demuestra el impacto que está teniendo la crisis en los ciudadanos y los ajustes que nos estamos viendo obligados a hacer para ajustar nuestro presupuesto familiar.
Al mismo tiempo que esto ocurre, se registra otro dato positivo. Aumenta el volumen de vidrio reciclado, siempre según los datos facilitados por Remesa. En esta ocasión el tránsito de casi 91 toneladas recuperadas en 2008 a las 165 del año pasado se explica por la mayor concienciación de los ciudadanos con el respeto al medio ambiente. El aumento en sólo tres años ha sido del 81%.
Melilla aún está alejada de algunos parámetros nacionales y de sus obligaciones de reciclado. Sin embargo, la progresión está siendo espectacular en los últimos años. Los ‘argumentos’ económicos que impone la crisis están consiguiendo mejores resultados que la mayoría de las anteriores campañas publicitarias de concienciación. Los ciudadanos hemos abierto los ojos gracias a las dificultades financieras por las que atraviesan el país, la gran parte de la empresas que aún sobreviven y la casi totalidad de ciudadanos que tratamos de capear como podemos el temporal. Sería una pena que cuando dejemos atrás la crisis también nos olvidemos de los principios medioambientales que hoy tenemos tan presentes.