Durante los días 1 al 4 de octubre, Barcelona congregó a diferentes especialistas de la rama de estudios de herpetología, en un único encuentro que aglutinó el XVIII Congreso Luso-Español de Herpetología, el XXII Congreso Español de Herpetología y las XIX Jornadas Herpetológiques Catalanes. Por primera vez, este año, el evento se organizó a partir de la unión de estas tres grandes citas científicas logrando un espacio más enriquecedor y amplio.
Entre las asistentes, se encontraba Alicia Castillo, coordinadora del grupo local de Melilla de la Asociación Herpetológica Española, quien fue ponente en una de las mesas redondas donde se analizó el sesgo de género en estos estudios específicos.
Es la primera vez que se unifican estos tres eventos en un mismo encuentro.
La verdad es que ha sido un encuentro bastante significativo. Sin embargo, al tratarse de un campo de estudio, aunque se hayan aglutinado estos tres congresos, por así decirlo, no somos tantos. En total habremos sido unos 160 en total de profesionales de la herpetología, provenientes de la academia, de la enseñanza, porque ha habido mucha gente de universidades, pero, también, gente que hace trabajo de campo, técnicos, incluso, ha habido gente que trabaja en zoológicos también. Al final, todos los que nos dedicamos a herpetofauna.
¿Cuál es el objetivo que se marcan ustedes, los especialistas y técnicos profesionales?
Ponernos al día de lo que se está haciendo, estar en contacto, trabajar y tirar todos hacia el mismo lado.
Desde estos encuentros ¿se marcan líneas de trabajo, líneas de investigación o algún tipo de metodología concreta?
Puedes encontrarte con diferentes grupos de trabajo que se dedican a estudiar una misma especie y pueden usar metodologías diferentes. En estos casos compartes lo que se está haciendo y gracias a esto sacas ideas, sacas contactos, incluso, a lo mejor te pones a trabajar con otra persona. Básicamente, se trata de crear como un tejido científico; no tanto marcar líneas de trabajo.
Imagino que será muy gratificante poder encontrarse con semejantes…
Sobre todo, porque hay gente que lleva, a lo mejor, 30 años estudiando herpetofauna, sacando artículos y haciendo avances científicos, pero también personas que estamos empezando. Es muy enriquecedor porque puedes ponerte a trabajar con alguien que lleva décadas, mientras tú estás en los comienzos.
¿Qué avances y estrategias necesitamos y se están proponiendo para la conservación de anfibios y reptiles?
Respecto a la conservación, partimos de la base que tenemos el 41% de los anfibios y el 21% de los reptiles amenazados a nivel mundial. Lo interesante es saber por qué y qué hacer. En el caso de los anfibios es algo bastante indicativo porque son bioindicadores, es decir, son los primeros en mostrarnos ciertos problemas, pero es relevante también en reptiles.
Al final llegamos a algunas conclusiones de manera global y es que comparten, por ejemplo, una pérdida de hábitat, comparten también la afección respecto al cambio climático y luego, por ejemplo, a los reptiles les afectan mucho las especies invasoras, y, a los anfibios, las enfermedades emergentes. Partiendo de esta base, luego en cada línea de investigación nos centramos en intentar paliar o en intentar reducir ciertas amenazas o las problemáticas de cada uno, teniendo en cuenta que cada sitio tiene sus características locales.
En el caso de España, ¿cuál es la situación concreta de los reptiles y los anfibios y cómo gestionamos la biodiversidad?
En España la situación es complicada y Melilla respecto a otros puntos del país problemáticas locales muy concretas. A su vez, dentro de la Península también, existen diferentes hábitats, diferentes climas… difiere muchísimo. Por ejemplo, tenemos endemismos que pueden sufrir más que otras especies.
¿Cómo contribuyen los anfibios y reptiles al ecosistema?
Forman parte del equilibrio del propio ecosistema. Actúan como depredadores naturales de plagas, son parte de las cadenas alimenticias, etc.
¿Las mayores amenazas son las enfermedades endémicas?
En el caso de los anfibios es uno de los motivos principales del detrimento de estos animales. Por ejemplo tenemos la famosa quitridiomicosis (causada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis), que conocido como el hongo asesino. También tenemos la ranavirosis (tipo de virus).
¿Cuál es la situación en Melilla?
Estos estudios sobre enfermedades emergentes son muy comunes, sin embargo, en Melilla no tenemos nada analizado. Es algo excepcional respecto a Península porque realmente no hemos estudiado nada de reptiles y anfibios, llevamos dos años sacando datos generales, pero queda todavía mucho por hacer.
No te sabría decir si aquí tenemos o no tenemos este tipo de enfermedades emergentes, porque no tenemos análisis hechos. Hacerlo es algo sencillo, pero Melilla siempre va un poco por detrás. Gracias al Congreso, precisamente, se ha hablado de la posibilidad de hacer estudios de enfermedades emergentes en anfibios aquí.
Para Melilla supondrá un avance significativo el hecho de poder tratar y analizar todos esos datos y llegar a conocer un poco la situación real de este tipo de enfermedades.
Sí, es que en Melilla no se ha hecho nada. No tenemos ni siquiera un listado histórico con coordenadas de las especies que hemos tenido en la ciudad. Este dato lo acabamos de actualizar este año, pero estamos muy atrasados.
Precisamente el Congreso ha servido para poder hablar con gente, plantear futuros proyectos como el de enfermedades emergentes o incluso poder estudiar la región más próxima de Melilla, la parte cercana con Marruecos, que no es muy poco conocida a nivel de herpetofauna. A nosotros nos afecta esta zona, porque tenemos fragmentación de hábitat por la valla, pero especies en común por la zona geográfica.
Esta fragmentación de hábitat, ¿hace que el ecosistema y la realidad sean más que compartidas?
Relativamente, en el caso de Melilla se crea lo que se denomina el “efecto isla”. Es verdad que tenemos varios puntos a través de la valla por donde puede entrar fauna y además se ha visto que, a través de las riadas que hemos tenido, el agua que baja desde Marruecos arrastra varias especies de reptiles y anfibios. Precisamente esa es una idea de estudio, ver cómo afecta el “efecto isla” en esta zona, sin embargo, no tenemos nada estudiado aún con esto.
Entiendo que será importante ir investigando no solo para la gente que os dedicáis a estudiar, a conservar y a comprender la fauna, sino para la ciudad.
De cara a la ciudad es importante, incluso a nivel económico. Por ejemplo, desde Europa se entrega un dinero a España, que se tiene que repartir en conservación en ciertas zonas. Al no tener datos para poder decir tenemos que conservar un lugar o una especie, ese dinero pues no se aprovecha del todo como podría hacerse. Este tipo de estudios a la Ciudad Autónoma le puede venir muy bien y colaboramos abiertamente.
Todo este proceso en Melilla, al carecer de datos, de análisis sólidos o sistemas de investigación fuertes, ¿las líneas estratégicas para la protección y la conservación se ven paralizadas?
Un problema el tema de la financiación para hacer estudios concretos que ayudarían al avance de la conservación. Nuestro problema es ´quiero hacer esto, pero me falta financiación´. Algunas universidades, asociaciones o entidades privadas tienen medios para financiar ciertos estudios concretos. De manera general tenemos poca financiación en biología y zoología, con el tema de reptiles y anfibios, que no gustan, pues todavía es más complicado.
¿Cuáles son los retos principales?
El reto principal es seguir estudiando y seguir sacando datos porque, incluso de estudios que están prácticamente completos, siempre hay que seguir trabajando, puesto que cada año van cambiando cosas. Yo creo que ese es el reto principal, seguir sacando datos para luego, por ejemplo, poder aplicar políticas de conservación, es decir, medidas de conservación. De hecho, se ha tocado mucho la genética, fuera de Melilla, como herramienta de estudio para hacer conservación.
¿A qué os referís los especialistas con estudios de genética?
Nos referimos a que, a través de la genética podemos, por ejemplo, investigar si hay endogamia entre ejemplares y, por lo tanto, conocer si la posterior prole de esa población se puede ver afectada. O también podemos saber la distribución geográfica de una especie a través de genética.
¿Trazar una especie de mapa biológico internacional?
Los estudios de genética son un campo amplio y muy útil. Puedes utilizarla de manera supergrande, como lo del mapa genético o como algo mucho más sencillo por ejemplo en relación a la riqueza genética que puede haber entre individuos para valorar endogamia. Al final es una herramienta muy útil de estudio.
En Melilla no tenemos nada relacionado con investigaciones de genética. Un posible estudio que se podría hacer aquí, que se ha empezado a hacer en Ceuta este año, es a través de la Testudo graeca, es decir, la tortuga mora. Allí sí que se están empezando a analizar las tortugas y de hecho se comentó la posibilidad de trabajar en Melilla más adelante, para poder analizar las nuestras.
Tendrían que venir expertos en Testudo graeca y valorar qué se puede hacer con las tortugas que tenemos. Antiguamente, cuando no existía la valla, la gente iba a Marruecos y se traían tortugas, es muy común en Melilla tener tortugas en casa. El problema que podemos encontrar es que tengamos una mezcla de poblaciones, algo que se podría analizar a nivel genético. Incluso con las incautaciones que se han hecho a lo largo de los años de la Guardia Civil, no sabemos si puede haber algún ejemplar de una población que está muy alejada.
En el caso de los reptiles, éstos desarrollan estrategias de adaptación al medio, por lo que no deberíamos mezclarlas con poblaciones súper alejadas. La genética de esa población podría verse comprometida, dificultando la adaptación al medio.
¿Esto qué conlleva?
Se tiende a pensar que cuanta más mezcla, mejor, pero hay veces que sí y hay veces que no. De hecho, las mezclas naturales, las que se forman de manera natural, están bien. Pero las que se hacen de manera antinatural, o sea, por el ser humano, normalmente no suelen ser las correctas. En este caso, como es una cosa hecha por el ser humano, no sería lo más adecuado. Pero todo esto tendríamos que verlo con estudios de genética, para ver la viabilidad entre poblaciones y demás; ahora mismo es teoría.
¿Existe algo característico que se haya visto en una evolución, en una mutación, en algún cambio concreto de adaptación de estos animales en el contexto peninsular?
Existen por ejemplo diferencias entre poblaciones peninsulares y las poblaciones insulares de una misma especie.
¿Es el gran avance, la genética, en este tipo de investigaciones?
Es una de las herramientas de estudio más nombradas en el Congreso.
Pero entiendo que los estudios de genética articularán cosas que a lo mejor antes eran más complejas a nivel observación, a nivel determinadas pruebas, y que la genética sí pueda dar a lo mejor datos más exhaustivos o fehacientes sobre este tipo de investigaciones.
Lo que hace es darnos una respuesta bastante más concisa de lo que lo haría a lo mejor un estudio de observación, un estudio de parámetros o un estudio de análisis de datos, por ejemplo.
Albert Martínez-Silvestre, dio una conferencia muy interesante sobre el lagarto gigante de la Gomera, de las Islas Canarias, del que quedan muy pocos ejemplares. Hay un centro de cría allí que se dedica a esta especie y él como veterinario se encarga de estos animales. Han observado que hay endogamia. Además, con una evidencia que realmente es muy visual, pero no se ha hecho genética. Albert está viendo cómo los ejemplares han cambiado, han desarrollado incluso papilomas, pero no hay estudio genético detrás.
Desde el grupo local de la Asociación Herpetológica Española en Melilla ¿Se va a realizar algún estudio concreto?
Hay una cosa que vamos a empezar a hacer precisamente gracias al Congreso, porque nos piden datos, nos piden observaciones y registros. Ayer aprobamos un proyecto que se llama Colabora con la Ciencia, que trata, precisamente, de crear una red de observación de reptiles y anfibios, tanto dentro de Melilla como de los alrededores. Es básicamente que cada ciudadano puede aportar una foto con la ubicación y la fecha, a través de las redes sociales del grupo local, en la que aparezca lo que está viendo. De esta forma, nosotros lo identificamos y nos sirve también para crear una base de datos que luego se les suministra a los expertos para que podamos empezar a hacer cosas.
Por ejemplo, con el tema de las enfermedades emergentes, si alguien ve algún anfibio que está muerto, no atropellado, sin depredación ni nada, es un dato súper importante. Si alguien ve una serpiente, también es un dato que nos importa mucho.
A través de la Ciencia Ciudadana, la gente puede colaborar en la red de observación. A través de las redes sociales del grupo local de la Asociación hacemos la identificación. Queremos aportar esa observación en un mapa de distribución. Esto va a ser una base para el resto de proyectos que podrían salir derivados del Congreso.
