Tiempo de Adviento, la preparación de la Navidad, la mas universal de tas tradiciones, acervo por excelencia, explosión de sensaciones, emociones y sentimientos, también de anhelos. Adviento, igualmente, como competición oficial, plena batalla política, por hacer brillar más y antes el espacio público a modo de una tela que tape, al menos, provisional y temporalmente, los estigmas de la oscuridad humana. Pese a ello, la belleza y la magia de la Navidad permanece y se aventura. Sigue siendo ese lugar donde a la ilusión, especialmente, de los mas inocentes abraza y a la esperanza de los mas necesitados acoge.También, un reguero de nostalgia y melancolía.
Estigmas que en su grado superlativo denotan de conflictos, como los de Gaza, Ucrania o Sudán, en los que los procesos para encontrar la paz tienen como prioridad la protección de los intereses de los mas poderosos, erigidos en mediadores, por delante de quienes mas sufren, padecen o mueren, la gente corriente.
Estigmas por la excesiva y directa subordinación de la Administración al poder, con los abusos que de ello se derivan y el mal desarrollo democrático y legal. Estigmas, buena parte por lo anterior, de la renuncia a los estándares de ética y moral, y por tanto la honestidad, en el ejercicio de las prerrogativas de ese poder prestado. Algunas de esas "autoridades" plenamente afanadas en aquello, deslumbrar con el dinero de todos esa Navidad y oscurecer los estadíos del proceder del cargo. Cargo que debiera ser de responsabilidad y honradez, no solo de dispendio.
Pese a ello, la venidera Navidad, incólume, motiva la mejor versión de la condición humana y la tradición de su identidad. El período de Adviento dicta sentencia al año que va expirando. Una año de enfrentamiento, también, que rompe los pretiles que separan la concordia con el vacío del "cainismo". Un año en el que la inmensa mayoria de la gente ha seguido haciendo lo mismo: vivir y hacerlo de la mejor manera posible. En el que se acentuó, más si cabe la diferencia entre el nosotros y vosotros. Los hubo quienes negaron el sufrimiento, la precariedad o la miseria al "no ver" desde du atalaya más que el privilegio y beneficio propios y los del rebaño.
Un año populista y de grave avance del descreimiento en la verdad y el auge de la propaganda, en el que la democracia ha venido perdiendo su indisoluble carácter participativo. Donde la usurpación del espacio público y sus recursos vino, sobre todo, de manos de la ideología o el interés personal, o de ambos juntos. Un periodo en el que lo antiestético se batió con fiereza con lo inmoral y la ruda ambición, convirtiéndose ambos contendientes en destacados protagonistas.
La vida sigue y cada cual justifica un principio de realidad, la suya propia, la cercana, la de su entorno y como es más difícil de soportar la carga que el dolor ajeno, el intento es aliviar la primera a tenor de los compases que nuestra forma de vivir ofrece, con sus hitos, tradiciones y oportunidades. Pese a todo, es Adviento, es tiempo de venida.








