La inclusión de Melilla bajo el paraguas defensivo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sigue siendo un tema de profundo debate en los círculos estratégicos y políticos de España. A pesar de ser territorio español, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla no aparecen mencionadas explícitamente en el Tratado de Washington de 1949, lo que genera dudas sobre la aplicación automática del principio de defensa colectiva, contemplado en el Artículo 5.
Sin embargo, el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, aprobado en la Cumbre de Madrid de 2022, refuerza el compromiso de defender “cada centímetro cuadrado” del territorio aliado, sin excepciones por ubicación geográfica. Esta posición marca un avance significativo, pero no resuelve por completo la incertidumbre jurídica sobre la cobertura específica de Ceuta y Melilla.
El concepto de defensa en 360 grados adoptado por la OTAN implica proteger a sus miembros de amenazas provenientes de cualquier dirección, ya sean ataques convencionales, ciberataques, amenazas espaciales o agresiones híbridas como la desinformación o la presión migratoria.
Este enfoque ha llevado a la Alianza a poner mayor atención en su flanco sur, con especial énfasis en las regiones del norte de África, el África Subsahariana, el Medio Oriente y las rutas marítimas del Mediterráneo. Melilla, por su ubicación estratégica frente al norte de África y su cercanía al Estrecho de Gibraltar, se convierte en un enclave vital para la seguridad europea.
El experto en defensa y senador del Partido Popular por Melilla, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, ha recordado a preguntas de El Faro que la defensa de las ciudades autónomas sigue siendo una responsabilidad inicial de España. Según explica, la OTAN brindaría apoyo en inteligencia, vigilancia satelital y recursos logísticos en caso de una agresión externa, pero la presencia militar sobre el terreno recaería directamente en las Fuerzas Armadas Españolas.
Este compromiso se refuerza con el objetivo nacional de aumentar el presupuesto de defensa del 1,28 % actual del PIB al 2 % antes de 2029, una meta que responde tanto a las obligaciones asumidas en la Cumbre de Gales de 2014 como a las tensiones crecientes en el norte de África.
Apoyo de Trump a Marruecos
El contexto internacional añade una capa de complejidad adicional. Durante su mandato, el expresidente estadounidense Donald Trump expresó abiertamente su apoyo a Marruecos, reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental en 2020, una decisión que rompió con décadas de política neutral por parte de Estados Unidos.
Este gesto fue interpretado por España como un movimiento que favorece los intereses marroquíes en detrimento de los intereses estratégicos españoles en la región. Además, Trump mostró en varias ocasiones una poca simpatía hacia España, cuestionando su compromiso económico con la OTAN y criticando los niveles de gasto en defensa, que consideraba insuficientes frente a las contribuciones de otros aliados europeos.
Las relaciones entre Madrid y Washington se tensaron aún más cuando España mantuvo una postura neutral frente al reconocimiento estadounidense del Sáhara Occidental, una cuestión especialmente sensible para Marruecos, que considera las ciudades de Ceuta y Melilla como “territorios ocupados” en su narrativa diplomática.
Presupuesto de defensa
España ha incrementado su presupuesto de defensa como respuesta a las presiones internacionales y a las tensiones regionales. La meta de alcanzar el 2% del PIB en gasto militar busca no solo cumplir con los compromisos adquiridos en el seno de la OTAN, sino también asegurar las capacidades necesarias para enfrentar amenazas crecientes en el flanco sur.
Las divisiones políticas internas, sin embargo, han ralentizado este proceso. El Partido Popular respalda el incremento presupuestario como una medida esencial para reforzar la seguridad nacional mientras PSOE, liderado por el presidente Pedro Sánchez, propone una financiación conjunta con la Unión Europea. Desde Sumar, la vicepresidenta Yolanda Díaz apoya el aumento de la inversión militar, siempre que no tenga fines belicistas.
La disuasión
El principio de disuasión sigue siendo el eje central de la estrategia de la OTAN. El fortalecimiento de las capacidades defensivas españolas tiene como objetivo evitar que potenciales agresores consideren la opción de un conflicto armado. La presencia activa de España en misiones internacionales, como las operaciones de vigilancia aérea en el Báltico o las misiones navales en el Mediterráneo, consolida su posición como aliado clave dentro de la organización.
La importancia geoestratégica de Melilla no solo radica en su ubicación geográfica frente al norte de África, sino también en su función como barrera frente a las amenazas provenientes del sur en materias como el control de los flujos migratorios irregulares, la vigilancia de posibles amenazas terroristas procedentes del Sahel y la protección de las rutas marítimas comerciales del Mediterráneo.
La OTAN ha intensificado su enfoque en el vecindario sur, reforzando su cooperación con países del norte de África y consolidando su presencia en el Mediterráneo para garantizar la estabilidad en la región.
Un escenario estratégico desafiante
La inclusión de Melilla en la cobertura explícita de la OTAN sigue siendo una cuestión de interpretación legal y decisión política. Mientras tanto, España refuerza su compromiso con la seguridad colectiva y fortalece sus capacidades defensivas frente a un contexto internacional cada vez más complejo.
El legado del apoyo de Trump a Marruecos y la falta de simpatía hacia España siguen influyendo en las relaciones bilaterales entre Madrid y Washington. No obstante, España mantiene su compromiso con la defensa de su integridad territorial, asegurando que Ceuta y Melilla estén protegidas, tanto por su propia capacidad militar como por el respaldo estratégico de sus aliados en la OTAN.