Melilla ha vivido una Semana Santa antológica. Las calles llenas el Lunes y Martes Santo, algo que suele verse más bien los Jueves y Viernes Santo, ya nos daban pistas de que ni la inflación ni los altos precios han podido con nuestras tradiciones.
Este lunes, las Hermandades han hecho balance y todas coinciden en que hemos vivido una Semana Santa histórica, como pocas se han visto en esta ciudad.
Y no son los únicos. Las cafeterías con terrazas en el centro de la ciudad no han dado abasto y reconocen que han trabajado mucho y muy bien durante los siete días, especialmente en aquellos en los que ha habido procesiones.
Ha sido una Semana Santa especial, pese a que no ha ido igual a los restaurantes y comercios. Lamentablemente no han corrido la misma suerte. Se quejan de que siguen sufriendo el lastre de la escasa llegada de turistas, sobre todo, nacional pese a que en Semana Santa hizo escala en Melilla un crucero con viajeros de Estados Unidos.
Nunca llueve a gusto de todos. Pero en general, esta Semana Santa ha sido especial y eso se nota enseguida en una ciudad como Melilla, especialmente en esta época en la que coinciden las procesiones cristianas con el recogimiento diurno del mes sagrado de Ramadán y el Pesaj judío.
Ahora toca volver a la normalidad aunque la semana próxima volvamos a celebrar el Eid al Fitr y el fin del ayuno en la Comunidad musulmana.
Entre celebración y celebración, los melillenses enfilamos hacia las elecciones del 28 de mayo, con muchísima esperanza. Es un momento decisivo para esta ciudad y el ambiente que se respira en las calles, lejos de ser apagado, es cada vez más esperanzador. También son esperanzadores los datos del paro aunque, como todos sabemos, tienen mucho que ver los Planes de Empleo. Sabemos que no son la solución, pero en la práctica son un alivio para una ciudad como la nuestra, sin industrias, sin pesca, sin agricultura...
Ahora, tras el merecido respiro de la Semana Santa, toca trabajar.