En un mes Melilla tendrá terminadas las obras del primer centro de crisis que abrirá las 24 horas, los 365 días del año, para acoger a mujeres víctimas de la violencia sexual. Este proyecto, sin dudas, forma parte de una apuesta valiente y necesaria en nuestra ciudad.
En el resto de España han aumentado de manera alarmante las denuncias de agresiones sexuales y no podemos creer que Melilla sea ajena a estos delitos. Que no se denuncien, no significa que no existan.
Un centro de crisis, si bien es independiente de las denuncias que se puedan interponer en Comisaría, ayudará a intentar romper la primera barrera: la del silencio de las víctimas y de sus familias.
Aunque se ha hecho muchísima campaña en nuestro país, animando a las mujeres que sufren cualquier tipo de violencia, especialmente la de género, a denunciar, sabemos que no es lo mismo dar el paso en Melilla, que darlo en Madrid. Nuestra ciudad es pequeña y hay miedo al eterno "aquí nos conocemos todos". El qué dirán nos sigue tapando la boca.
A eso hay que sumar las limitaciones habitacionales de una ciudad con solo 12 kilómetros cuadrados. Eso, sumado a que culturalmente somos un territorio con alta natalidad hace más difícil tomar una decisión que no sólo afecta a la vida y al futuro de las víctimas sino también a sus hijos.
En ese contexto es complicado dar un paso que no tiene marcha atrás. Por eso quizás, la cautela. Y por eso es tan necesario abrir en la ciudad centros que sirvan apara atender a víctimas de todo tipo de violencia a las que a diario les decimos que no están solas, pero obras son amores y no buenas razones.
No basta con decir que estamos con las víctimas. Hay que demostrarlo poniendo recursos a su disposición. Las campañas de concienciación están bien, pero si tuviéramos más casas de acogida; más empleo para ayudarlas a independizarse; más ayuda a la conciliación, estaríamos sin dudas mejor.
En todo caso, hay que reconocer que con la inauguración de este centro de crisis, Melilla da un paso importante en la protección de las víctimas y además creamos empleo, abriendo un local que contará con profesionales integrados en equipos multidisciplinarios. En un abrir y cerrar de ojos nos colocamos a la vanguardia de España. Eso demuestra que el apoyo a las víctimas es también un empeño político. Depende, indudablemente, de la voluntad política y aquí hoy la hay.