El presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, se defendía hace unos días de las críticas por los problemas de conexión por aire y por mar con la península diciendo que él había trasladado el malestar de los melillenses a los ministros José Luis Ábalos, de Transportes, y Miquel Iceta, de Política Territorial.
Eso está muy bien, pero teniendo en cuenta que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez cesó al ministro Ábalos en junio de 2021 y que ese mismo verano, Miquel Iceta dejó Política Territorial para hacerse cargo de Cultura, entendemos que desde hace un año De Castro no traslada los problemas de conectividad de Melilla a los ministros que les han sustituido: Raquel Sánchez e Isabel Rodríguez, respectivamente.
Justo este miércoles el presidente de la Ciudad habló con la ministra Nadia Calviño sobre el estado de los proyectos a desarrollar con los 31 millones que nos corresponden de los fondos europeos.
Según se desprende de la nota de prensa que envió a los medios, De Castro sólo habló de los fondos europeos y de lealtad institucional con la ministra de Asuntos Económicos que, además, es la vicepresidenta primera del Gobierno de Sánchez.
Con la versión de Melilla que le ha transmitido De Castro, Nadia Calviño se queda con un mensaje claro: todo va bien. No consta que el presidente le haya referido a la vicepresidenta que hemos pasado un fin de semana para olvidar en materia de comunicaciones.
El tono triunfalista de la nota de prensa da miedo porque en este momento de inflación desbocada y precios incontenibles se espera que el presidente de la Ciudad le diga a la ministra que vamos bien, pero que no es suficiente porque Melilla partía de una situación económica infinitamente peor que el resto de España, lo que, como es lógico, nos mantiene en desventaja.
La frontera ha abierto, pero el efecto frontera no se nota en la economía de la ciudad sino en el corazón de las familias que estuvieron separadas durante dos años y cinco meses. Y Melilla necesita amor, pero también euros. El dinero no fluye desde Marruecos ni el pescado, ni los áridos... De ahí que la reapertura de la Aduana comercial sea un tema capital que debió abordar el presidente con la ministra de Economía.
Por tanto, De Castro ha perdido una oportunidad de oro para transmitir a Calviño que aunque Melilla está recortando el número de parados y la tasa de pobreza en un contexto difícil, se podría hacer más si la frontera empezara a funcionar como frontera: o sea, como herramienta que facilita el tránsito de personas y mercancías de un país a otro.
Sin embargo, el presidente de Melilla salió de la reunión con Calviño como mismo había entrado: no sabe cuándo abrirá la Aduana, ni cuándo se presentará el Plan Estratégico que supuestamente servirá de herramienta para orientar la inversión de los fondos europeos que él dice que van viento en popa y a toda vela.