Ha pasado un año desde que se decretó el estado de alarma por la pandemia derivada por la COVID-19. El sector educativo fue uno de los primeros en movilizarse y, de inmediato, la administración y toda la comunidad educativa tuvo que adaptarse a las circunstancias para continuar con su actividad. El Faro ha entrevistado al Director Provincial de Educación y Formación Profesional de Melilla, Juan Ángel Berbel y explica cómo se vivió desde la administración el inicio de la pandemia, las dificultades que se presentaron en el sector educativo. En este aspecto quiso felicitar a todo el profesorado de Melilla por su rápida adaptación a la enseñanza telemática.
–Este 14 de marzo se hace un año del primer decreto de estado de alarma. Los primeros en cerrar sus puertas fueron los centros educativos, ¿cómo se vivió en el seno de la Dirección Provincial? ¿Fue difícil tomar esa decisión?
–Se vivió con bastante incertidumbre porque no teníamos apenas información de la pandemia, más allá del número de casos que se estaban expandiendo a nivel global y la información contradictoria que se emitía desde diversos organismos sanitarios. Nos preocupaba enormemente el impacto que podía tener en el contexto educativo con la ratio tan elevada de nuestras aulas en las etapas obligatorias, con protocolos de difícil aplicación, si no se dotaban a los centros con los recursos económicos, sanitarios e higiénicos precisos para garantizar la salud de todos los usuarios.
La decisión adoptada fue muy dura de tomar por el volumen de población a la que que afectaba la pandemia, pero las autoridades sanitarias de la Ciudad y el Comité de Emergencia avalaron la medida. Enseguida se promulgaron en BOE y BOME actuaciones restrictivas en todos los ámbitos que no se fueron flexibilizando hasta que no se superó este primer brote de la pandemia (marzo-abril de 2020).
–¿Cuáles son las principales dificultades que se han presentado a la Dirección Provincial a lo largo de estos meses?
–En el último trimestre del curso académico 2019-2020 lo más complejo fue organizar el trabajo telemático y, en este apartado, hay que felicitar a todo el profesorado por la rápida adaptación a esta modalidad de enseñanza que, salvo en enseñanzas online de algunos ciclos formativos profesionales o enseñanzas a distancia de bachillerato y ESPAD, no se había realizado anteriormente en la Enseñanza Obligatoria y la dificultad que conllevaba, y conlleva, con la brecha digital existente.
Las familias se vieron abocadas a un confinamiento donde la convivencia y el nivel de estrés emocional y psicológico también se incrementó y los hogares tuvieron que adaptarse también para que el trabajo de sus hijos e hijas en edad escolar se viera afectado lo menos posible por esta situación.
El inicio del curso actual fue también muy complejo con una dura labor por parte de la Administración Educativa, y de los centros educativos (sus equipos directivos), por brindar respuesta a distintas cuestiones, tan necesarias como el estudio de distintos escenarios para la vuelta presencial a las aulas, dentro de un marco que garantizase las medidas sanitarias e higiénicas, con dotación de recursos para los centros (inversión de 7 millones de euros por parte de la Consejería de Educación con los fondos librados por el Ministerio de Hacienda para esta finalidad), incremento de plantilla docente (170 cupos extra, con un capítulo de gastos de 6,6 millones de euros), el incremento de personal de apoyo a través de los Planes de Empleo (memoria económica de 5,8 millones de), la ayuda de entidades y fundaciones para erradicar la brecha digital cifrada en medio millón de euros a través de donaciones directas a los centros educativos mediante acuerdos de colaboración.
Se reforzó también con más recursos humanos con Convenios ya existentes con la Consejería de Educación, donde se duplicó el número de técnicos de Educación Infantil, personal con el se gestionó en parte la puesta en marcha de las aulas de conciliación, 66 subgrupos donde se atiende a las necesidades de más de 900 familias para conciliar la vida laboral y familiar.
En definitiva, se han destinado más de 20 millones de euros para atender la especificad de este año tan atípico para ir reconduciéndolo a una progresiva normalidad, siempre que la situación pandémica nos lo permita.
–Las circunstancias que nos ha tocado vivir han hecho que se presente la educación a distancia como una alternativa provisional para el curso 2019/2020 pero en el presente curso se convierte en un complemento para continuar con las tareas. ¿Cree que la educación telemática ha llegado para quedarse?
–La educación telemática es una alternativa y, bajo circunstancias excepcionales, complementaria a la presencialidad pero se ha demostrado que no es sustitutoria de la misma. La socialización con sus iguales, el trato afectivo, empático, humano de los docentes, sobre todo en los niveles iniciales de la formación académica de una persona no se puede equiparar al manejo y uso de una plataforma telemática, aunque todos los domicilios estuvieran equipados suficientemente con medios tecnológicos y el propio alumnado dispusiera de un conocimiento elevado en el uso de dichos soportes.
–Sin embargo, los sindicatos e incluso gran parte de la comunidad educativa se ha mostrado en contra, por la falta de recursos y, en parte, se mostraron aliviados por el regreso a la educación presencial. ¿Qué opina al respecto?
–Por los motivos expuestos en la respuesta anterior, la enseñanza telemática no es sustitutoria de la presencialidad. A finales de agosto, inicio de curso, muchas voces alarmistas se elevaron en todas las comunidades autónomas sobre la puesta en marcha del curso dudando de la eficacia de la Administración y desconfiando de las medidas adoptadas desde los propios centros educativos. Amenazaron con concentraciones, huelgas, negativas a acudir a los colegios por parte de algunas familias y el tiempo ha demostrado que ese escenario tan pesimista no se ha producido, gracias a la labor conjunta de los agentes educativos.
–La pandemia también ha dejado patente muchos de los problemas estructurales que sufre el sector educativo de Melilla, entre ellos las altas ratios. Ahora con la medida de los dos turnos, docentes y alumnos han visto que la reducción de alumnos en clase facilita la enseñanza. ¿Espera que se puedan mantener ese número de alumnado en clase? ¿Qué puede hacer la Dirección Provincial al respecto?
–Cuando hemos acudido a los centros educativos es lo que se pone en alza. La reducción de la ratio a la mitad, pese al desfase curricular en beneficio del criterio sanitario, es una medida que se ha aplaudido, ya que se ha ganado notablemente en calidad de la enseñanza impartida.
La Dirección Provincial, entendiendo que ha habido una situación excepcional atendida circunstancialmente de la misma forma, valora cualquier medida que se adopte desde el Ministerio que vaya en la línea de ir decreciendo la ratio, pero evidentemente para ello se requiere de un incremento de espacios, turnos de enseñanza y de profesorado, recurso presupuestario que está intentando luchar para que parte del mismo, debidamente justificado, haya venido para quedarse.
–Y para terminar, después de la experiencia del primer año de la pandemia, ¿qué es lo que se ha aprendido de todo esto y qué cree que queda pendiente de mejora?
–En educación el aprendizaje es continuo y en la gestión administrativa, bajo esta circunstancia no vivida anteriormente, ha habido que adaptarse con bastante celeridad en la búsqueda de recursos, aunque estos no lleguen con la prontitud de la demanda realizada. Melilla, con independencia de quien tenga la responsabilidad de gestionar, tiene que seguir trabajando intensamente en la mejora y construcción de la red educativa, que por población estudiantil se merece para adecuarse a una ratio óptima que contribuya a mejorar la calidad de la enseñanza y del colectivo docente.