El viaje constante de la nube de cenizas volcánicas por nuestra atmósfera mantenía ayer cerrados cuatro aeropuertos españoles al cierre de la edición de este Diario. Entre ellos, el de Málaga, lo que ya tuvo en la jornada de ayer una incidencia negativa en nuestras comunicaciones aéreas con la Península, aunque nuestro Aeropuerto no llegara a cerrarse y pudiera seguir operando con el de Madrid.
Aún así, la incertidumbre reina sobre el día de hoy y vuelve a poner de manifiesto nuestra extrema dependencia de un transportes, caros y muy vulnerable a las inclemencias meteorológicas. Una realidad que debería servir para la reflexión entre las altas esferas del Gobierno nacional, pues si bien son muchos los aeropuertos y pasajeros españoles que se han visto afectados por la misma nube procedente de la erupción del volcán islandés, también es cierto que en pocos sitios se sufre un aislamiento tan agudo como el que provocan en Melilla y en los melillenses incidencias de este tipo.
En total fueron siete los enlaces suspendidos, cuatro de comunicación entre Málaga y Melilla y tres en sentido inverso. Contra la nube de cenizas no se puede luchar, pero sí contra un transporte excesivamente caro que cuando no puede hacerse operativo resulta aún más insatisfactorio para el conjunto de nuestra sociedad.