La Consejería de Infraestructuras y Urbanismo de Melilla ha sancionado a la Unión Temporal de Empresas (UTE) Antonio Estrada e Himac por la mala ejecución de las obras de asfaltado que les fueron adjudicadas por el Gobierno anterior en la calle Actor Tallaví, una de las más transitadas de la ciudad, ya que se prolonga hacia General Astilleros, en dirección al principal paso fronterizo, el de Beni Enzar. ¡Y en plena Operación Paso del Estrecho!
No es la primera vez que esta UTE tiene que deshacer su trabajo. Pasó recientemente en el Tesorillo. Mantuvieron el barrio patas arriba mientras asfaltaban y una vez terminada la intervención, los obreros tuvieron que rehacer una parte porque había quedado mal.
Los vecinos de la zona sufrieron la incompetencia de la UTE y tuvieron que pasar una semana más buscando aparcamieto incluso fuera del barrio. Y todo porque alguien no hizo bien su trabajo.
Fuentes de la Administración han asegurado a El Faro que lo que está ocurriendo se debe, entre otros motivos, a la animadversión que existe entre las dos compañías que forman la UTE. Hasta tal punto ha llegado el rifirrafe que habrían terminado denunciándose mutuamente.
Un empresario consultado se ha quedado de piedra porque dice que no es normal una relación amor odio de este tipo. Las empresas hacen uniones temporales con socios a los que les une, ante todo, una buena relación.
Desde la Consejería de Infraestructuras han explicado a la prensa que los técnicos de la Ciudad Autónoma detectaron una mala ejecución de los trabajos en Actor Tallaví, debido a que las empresas habían usado mal uno de los compenentes que sirven para fijar el firme a la calzada.
Las principales víctimas de la chapuza y el desencuentro vuelven a ser, otra vez, los melillenses: los que tuvieron el barrio del Tesorillo patas arriba más tiempo del estrictamente necesario y los que tendrán cortada la calle Actor Tallaví otros cinco días más.
El nuevo Gobierno tripartito ha expedientado a la UTE por lo ocurrido, pero lamentablemente la sanción económica no le hace ni cosquillas a las empresas implicadas en comparación con el jugoso contrato de 4 millones por siete proyectos, que se adjudicaron en noviembre del año pasado.
Pensadlo bien: 4 millones de euros por asfaltar varias zonas del Real, el Tesorillo, Rostrogordo, el polígono del Sepes...
Visto lo visto, habría que inspeccionar todos los trabajos realizados por esta UTE, que tenía tres meses de plazo para finalizarlos, para evitar que las chapuzas afloren más tarde, cuando ya no se pueda dar marcha atrás.
También deberíamos asegurarnos de que los empresarios que incurran en este tipo de faltas tengan penalizaciones a la hora de hacerse, en el futuro, con otros contratos públicos.
Yo soy partidaria de que las empresas locales, que crean trabajo en Melilla, tengan alguna ventaja sobre el resto a la hora de concursar en obras que licita el ayuntamiento. Pero ser de aquí no puede ser el aval definitivo. Las cosas bien hechas, duran más. Por tanto, tenemos que exigir la misma calidad que si la obra la hubiera ejecutado una multinacional.
No se trata solo de hacer dinero. Se trata de ganarse el respeto de los suyos. Nos gustaría que nuestras empresas fueran las mejores y sabemos que tenemos muchas que son punteras en su sector. Es a esas a las que tenemos que premiar.
Creo además que la Ciudad Autónoma debería estudiar la posibilidad de endurecer las sanciones por malas ejecuciones de obras. No puede ser que hacerlo mal sea casi lo mismo que hacerlo bien.
Los melillenses tenemos mala suerte con los contratos públicos. Ahí tenemos el contrato marítimo y recordad que tuvimos el Mercado Central muerto de asco durante años por culpa de adjudicatarias en bancarrota.
La crisis ha sido durísima, pero no puede ser justificación para hacer las cosas mal. No es de recibo.
No se trata de hundir en la miseria a quien cometa un error sino de que las sanciones se correspondan con la cuantía que reciben quienes se adjudican contratos públicos, especialmente si son jugosos.
Hemos pagado 4 millones por acabar unas obras en tres meses y el plazo no se cumplirá. No sécuántos melillenses han visto 4 millones juntos. Tiene que acabar.