Los funcionarios de prisiones reclaman un protocolo de actuación frente a las agresiones en las cárceles. Convocados por la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip), CCOO y UGT, los trabajadores se concentraron ayer a las puertas del presidio de Melilla en protesta por las situaciones violentas que se viven diariamente. La movilización se repitió en varias ciudades de todo el país.
Bajo el lema ‘Prisiones sin agresiones. Ni una más’, los trabajadores también mostraron su solidaridad con los trabajadores que fueron agredidos en el centro penitenciario de Navalcarnero.
El delegado en Melilla de Acaip, Rubén Cuende, subrayó que es necesario que los funcionarios de prisiones sean considerados como agentes de la autoridad, como ocurre con los profesionales de otros ámbitos como el educativo o el sanitario.
En el caso de Melilla, la prisión cuenta con unos 300 reclusos y 180 trabajadores, de los que alrededor de un centenar se dedican a la vigilancia interior del centro.
De alta
En cuanto a situaciones violentas, los dos funcionarios de la prisión de Melilla que estaban de baja tras haber sido agredidos, como informó el miércoles El Faro, ya han sido dados de alta, según explicó el delegado en Melilla de Acaip durante la concentración.
Fuentes próximas a la cárcel de la ciudad, detallaron a este diario que los dos altercados se han registrado en los últimos quince días. Una de las agresiones se produjo con un preso de la sección abierta, en la que están los internos que solo van a dormir a la cárcel. El hombre regresó a la prisión con evidencias de haber consumido drogas y empezó a pelearse con sus compañeros, obligando a los funcionarios a intervenir. Durante la reducción, uno de los trabajadores resultó herido.
La segunda agresión se registró en el módulo preventivo, donde uno de los presos comenzó a dar golpes en un cristal. Hubo que actuar para reducirlo y uno de los trabajadores fue herido.
En los dos casos, las agresiones no han sido muy graves, pero los trabajadores han sufrido luxaciones y hematomas. “Lo peor es el daño psicológico. Te hace replantearte muchas cosas cuando llegas a casa”, explica un funcionario de la prisión de Melilla.
Los trabajadores consideran que el envejecimiento de las plantillas y la falta de personal agravan la situación. Cuende recordó que en los últimos años se han perdido 3.000 funcionarios en el país. En Melilla, piden 20 empleados más para la vigilancia interior. Cuende dijo que esperan que la nueva Secretaría General de Instituciones Penitenciarias tome medidas.