El nuevo paquete de billetes baratos que ofrece Air Nostrum constituye sin duda una buena noticia. En cierto modo es una medida excepcional. En otras ocasiones también se han hecho ofertas parecidas pero nunca en condiciones tan ventajosas, puesto que la actual supone ofrecer 170 billetes diarios de un solo sentido y bajo coste, sólo en la ruta con Málaga, sin corsés previos ni antelación para su compra y con vigencia para todo un año. Todo ello supone rebajar un 22% de las plazas a poco menos de 60 euros el billete ida y vuelta a la capital malacitana para los residentes en Melilla, y a poco más de cien para los no residentes.
La oferta, también incluye otras rutas, como las de Madrid, Granada o Almería, aunque a precios más elevados en el enlace con la capital y en todos estos casos en un porcentaje de plazas sin determinar y sujeto a los niveles de ocupación de los vuelos.
No está nada mal porque además se añade a la oferta habitual de tarifas baratas que nos permitía viajar a precios más o menos módicos si los pasajes se compraban con bastante antelación
Como valoró ayer UPyD en un primer comunicado al respecto, la nueva oferta supone un auténtico revés a la inacción del Partido Socialista y su Gobierno central, que en un alarde de promesas incumplidas lleva más de cinco meses sin dar respuesta a lo que prometió resolvería antes de finalizar diciembre pasado.
Sin embargo, el anuncio de Air Nostrum tampoco es una solución definitiva. Es un golpe de efecto si quieren y posiblemente también la antesala de un acuerdo futuro que abone el camino para nuevos convenios entre la aeronáutica y la Ciudad Autónoma. A este respecto, ayer, en la rueda de prensa del consejero delegado de Air Nostrum, Carlos Bertomeu, y del presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, no se dijo absolutamente nada. Lo imaginable es que sea así, teniendo en cuenta que hace ya un par de años que decayeron los contratos publicitarios que la Ciudad suscribía con la aeronáutica y que, como los que esta u otras compañías suelen firmar con diferentes comunidades autónomas, no tenía mayor objetivo que el de asegurar una política de mayor compromiso y fidelidad a nuestros enlaces aéreos.
Por mucho que desde CpM y PSOE se haya querido criticar esa opción e incluso se haya revestido de turbias apreciaciones sobre quién se estaba beneficiando realmente de ese millón de euros inicial y millón y medio largo después que, con carácter anual, durante más de un lustro, Air Nostrum recibió de nuestras arcas locales, no hay duda de que con ello conseguimos vincular en mayor medida a la misma Air Nostrum con Melilla.
Tampoco podemos olvidar los tiempos previos a su incorporación a nuestras rutas aéreas, en el que el triste antecedente de Bínter no sólo sirvió para aumentar en un corto espacio de tiempo los trágicos accidentes aéreos que sufrimos a finales de los 90, sino además para desatar una psicosis general, de absoluto miedo y pérdida de confianza en las ventajas del transporte aéreo.
Frente al golpe de mano del Gobierno Imbroda, la oposición optó ayer por el mutismo más absoluto. No es de extrañar tampoco; su apuesta por una Comisión Bilateral ideada para resolver la carestía de unos pasajes se ha quedado en agua de borrajas. Recuérdese que los socialistas, en realidad, no pretendían aportar ni un euro más para abaratar el coste del billete de avión a los melillenses, sino revertir en un solo enlace, el que une a Melilla con Málaga y viceversa, el dinero que hoy emplea en aplicar el descuento por residente en las distintas rutas. Una opción que en efecto lograba rebajar de principio el precio del pasaje en el vuelo con Málaga pero que, de seguro, condenaba el resto de líneas a desaparecer. Y aunque, ciertamente, la línea con nuestra ciudad hermana al otro lado del Estrecho sea la más utilizada por todos nosotros, también es verdad que el enlace con Madrid resulta tan prioritario como esta otra ruta base.
Por tanto, bienvenidos esos billetes pero sin perder de vista que tampoco constituyen una solución definitiva para el problema que nos ocupa. Y así, creo, debe tenerlo presente toda nuestra clase política, tanto el Gobierno local como esa oposición que gusta alardear del desprecio cuando lo que se escribe no es de su agrado. Digo esto por ese artículo –‘Una opinión de zambomba’- en el que me tratan de ‘opinadora’ cualquiera, en una réplica fácil a una ‘Diana’ anterior en la que los tildaba de oposición de pandereta. No esperaba mayor consideración ni respeto de Aberchán y Dionisio Muñoz porque, al fin y al cabo, mal que les pese, esta opinadota cualquiera lleva ya veinte años con esta sección y más de un cuarto de siglo ejerciendo el periodismo y con contratos laborales que me han permitido vivir de esta profesión. Pero sí, en esta lid de cultivar la columna de opinión no soy más que una ciudadana, una ‘opinadora’ cualquiera que se enorgullece de serlo, sin más títulos ni responsabilidades que los que me unen a la empresa editora de este medio.