La verja instalada en el lateral del faro de Melilla La Vieja no vino a solucionar el problema y sí aumentar el peligro.
El hallazgo en la tarde de ayer del cuerpo sin vida de un varón de origen magrebí en el fondo del acantilado bajo el faro de Melilla La Vieja es la crónica de una muerte anunciada. Aún hay que confirmar los detalles: Si se precipitó al vacío desde la parte superior de la muralla y si puede tratarse de un menor. Pero, en definitiva, se trata de una muerte anunciada y denunciada por El Faro en sus ediciones del 26 de abril y el 9 y 14 de mayo.
El pasado 26 de abril El Faro informó sobre la nueva vía que los menores extranjeros no acompañados (menas) habían encontrado para acceder a las escolleras del puerto, con la esperanza de tener una oportunidad para colarse en los barcos que unen Melilla con la península como polizones: El lateral del faro de Melilla La Vieja. Ya entonces los menores ponían en riesgo su vida al deslizarse por la cornisa del faro y agarrarse a un cable hasta bajar parte de la escarpada pared de roca. Ese cable no era un cable cualquiera. Se trata de la toma de tierra del pararrayos del edificio, es decir, un cable eléctrico únicamente cubierto por un plástico.
Este camino hacia las escolleras del puerto se convirtió en su nueva vía abierta, desde que en la cuesta de la Florentina se instalara una garita de vigilancia para evitar el acceso de los menores e inmigrantes al espaldón del puerto desde donde accedían a las instalaciones portuarias.
La instalación de la verja
Dos semanas después, unos operarios instalaron en el lateral del faro una verja, como informó este diario en su edición del 9 de mayo. Una parte de la misma, de una altura aproximada de dos metros, está anclada al murete de forma perpendicular, pero el último tramo de la misma está orientada al exterior, semisuspendida en el aire.
Esta medida, en principio disuasoria, no vino a solucionar el problema sino a agravarlo. La verja no desanimó a los menores continuar utilizando esta vía de acceso al acantilado y sí aumentó el riesgo para su integridad física. Especialmente cuando tenían que sortear la parte de la verja que está semisuspendida en el aire. Bajo esta parte de la verja no hay nada, sólo el vacío.
Aún así, los menores conseguían sortearla y volver a descender la pared rocosa ayudados por el cable eléctrico del faro.
La peligrosidad de esta maniobra fue publicada por El Faro el pasado 14 de mayo. Este diario explicaba que el riesgo no solamente existe en el modo en el que los menas sortean estos obstáculos. La reja es metálica, lo que unido a la cercanía del mar y el efecto de la humedad aceleraría la oxidación de esta estructura metálica. Con el tiempo ésta podría ceder por el peso ejercido por los menores y caer al vacío.
Ayer la verja seguía en pie, como si nada hubiera pasado. Pero en el fondo del acantilado yacía la primera víctima de esta nueva ruta. Los menores que suelen merodear por Melilla La Vieja fueron testigos del trágico hallazgo y rescate de la Guardia Civil de alguien que, como ellos, había utilizado esta vía de acceso al puerto con un final distinto al esperado.
Mientras abandonaban la ciudadela, este grupo de menores caminaba cabizbajo. Uno de ellos puso su mano en el hombro de otro que andaba a su lado a modo de consuelo. Caras serias, ni una palabra, pero su mirada era fiel reflejo del pensamiento que todos tenían: ¿Seré yo el siguiente?
Los vecinos, testigos diarios de cómo los menores se ponen en peligro
“¿A ver si ha sido por la verja que han puesto?”, era la pregunta que un vecino de Melilla La Vieja se hacía ayer al conocer el hallazgo del cadáver de una persona en el fondo del acantilado, justamente bajo el lateral del faro de la ciudadela. Los vecinos del Pueblo son testigos de cómo a diario menores e inmigrantes ponen en riesgo su vida al escalar y descender sin ningún tipo de medida de seguridad la escarpada pared de roca en el lateral del faro.
Ayer, los rumores de que fuera un menor el fallecido a causa de una caída, cumplía los peores presagios de estos vecinos, quienes también recelaban de que la instalación de la verja fuera efectiva.
Por su parte, los más mayores del barrio se lamentaban ayer del trágico suceso, que ya preveían que podía ocurrir si nadie adoptaba medidas. “Se veía venir”, indicó una de estas vecinas a El Faro.