Las aulas de conciliación siguen renqueando en Melilla. Su puesta en marcha ya se produjo con retraso con respecto al comienzo del curso escolar en septiembre pasado y no parece que los problemas se hayan subsanado, como sería de esperar ya cinco meses después. Este recurso, que beneficia a cientos de familias melillenses, forma parte de las competencias de la Viceconsejería de Igualdad del Gobierno melillense, que continúa sin sacar adelante el contrato mayor que permitiría un servicio sin interrupciones y sin retrasos, como piden los muchos usuarios que tiene.
No es comprensible que a estas alturas siga pendiente la contratación, lo cual viene a indicar una falta de previsión que no debe repetirse nunca más porque afecta de lleno a muchísimas personas, todas ellas necesitadas precisamente de conciliar su trabajo con el horario de sus hijos. Se podría decir que estamos ante un elemento clave en la vida de las familias melillenses y eso debe ser un argumento de peso para poner los cinco sentidos en la gestión, apretar donde haya que hacerlo y tramitar con la mayor celeridad posible la citada licitación.
Lo que no es de recibo en modo alguno es que haya incertidumbre en torno a la prestación del servicio, que haya posibilidad de tener que suspenderlo o aplicar prórrogas aprisa y corriendo para que no se suspendan estas aulas de conciliación que tanto bien aportan a la sociedad.
Hay asuntos que no pueden esperar y si hay que tirar de alguna oreja, hágase. Este recurso debe tener una estabilidad que ahora mismo no ofrece. Y si bien es cierto que es como un bien de primera necesidad para las familias, tampoco se puede obviar el coste político que supone para un Gobierno que se ha comprometido a trabajar para las personas y ponerlas en el centro de su acción ejecutiva.
Si se sabe que los tiempos de la administración son los que son (desesperantes en tantos casos) no hay explicación posible para el retraso en sacar la licitación del contrato porque desde hacía un año se sabía que habría que hacerlo y nadie ha dado una justificación sólida del por qué no se llevó a cabo a pesar de la importancia de lo que tienen entre manos.