Hay ocasiones en que las personas sacan lo mejor de sí mismo y demuestran que, a pesar de todos los pesares y de lo que se ve por el mundo, se puede tener fe en la humanidad.
Uno de estos casos se dio el pasado día 18 de septiembre. El secretario de Unitaxi Melilla –quien prefiere mantener su nombre en el anonimato- había llevado a una señora a coger el barco en el Puerto. Le descargó el equipaje y la ayudó a meterlo dentro de la Estación Marítima, porque ella no podía.
Al salir del edificio, el taxista comenzó a notar dolor, pero no le dio mayor importancia. Sin embargo, al cabo, empezó a pesarle la lengua y tuvo que sentarse de rodillas. Se encontraba “muy mal” cuando llegó un policía nacional que iba a hacer deporte y le preguntó qué le sucedía.
Cuando el taxista le contestó que le dolía el corazón, “sin pensárselo”, lo subió a su taxi y lo llevó al Hospital Comarcal. De camino, paró a la Policía Local para que les cortara el camino hasta Urgencias.
Una vez allí, el policía lo bajó del taxi y hasta lo ayudó a ponerse en la camilla para que fuera atendido. Pero aquí no acaba la cosa, porque, cuando el agente terminó lo que tenía que hacer aquel día, regresó al hospital para acompañar al secretario de Unitaxi, a quien incluso ayudó a tomarse la leche y levantó de la cama un rato.
El taxista permaneció desde las diez de la mañana hasta la tarde en el hospital, donde fue atendido “muy bien”: le pusieron suero, le dieron unas pastillas, le hicieron análisis de sangre, le midieron la tensión y le proporcionaron un tratamiento. Había tenido una arritmia.
Aunque desconoce el nombre del Policía, el secretario de Unitaxi quiere agradecerle todo lo que hizo por él. Está convencido de que le salvó la vida: “Usted no sabe: empieza a dolerme el brazo izquierdo, a nublárseme la vista, empiezo a no ver a nadie… y aparece él. ¿Qué quiere que le diga? Un ángel”.