La Semana Santa en Andalucía es mucho más que una celebración religiosa; es una manifestación cultural, artística y emocional que se vive con una intensidad única. Cada ciudad y pueblo tiene su propio carácter, sus pasos, cofradías, sonidos y aromas que la hacen inconfundible. A continuación, se mostrará una ruta de varios días para recorrer algunos de los lugares más emblemáticos donde vivir esta experiencia.
1: Sevilla - La majestad de la tradición
Comienza tu ruta en Sevilla, considerada por muchos como la capital espiritual de la Semana Santa. Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, la ciudad se transforma por completo. Las cofradías recorren las estrechas calles del casco antiguo, acompañadas de nazarenos, penitentes y bandas de música. No puedes perderte la Madrugá, la noche del Jueves al Viernes Santo, cuando salen algunas de las procesiones más emblemáticas como la Macarena, el Gran Poder y la Esperanza de Triana.
Te recomendamos situarte en la Calle Sierpes o en la Campana, donde se concentran muchos sevillanos y turistas para ver los pasos. También puedes asistir a las salidas o entradas de las hermandades, momentos muy emotivos. Y si puedes, entra a la Catedral de Sevilla, donde finalizan muchas de estas procesiones.
Día 2: Córdoba – Silencio y recogimiento
Viaja hacia Córdoba, donde la Semana Santa se vive con sobriedad y respeto. Las procesiones avanzan por calles estrechas y empedradas, con la Mezquita-Catedral como telón de fondo, creando una atmósfera única. Las cofradías cordobesas conservan un aire clásico y muy solemne. La del Cristo de los Faroles es una de las más representativas, saliendo desde la Plaza de los Capuchinos.
Una buena opción es ver los pasos desde la Judería o el Puente Romano, donde el contraste entre el fervor religioso y el patrimonio histórico es impresionante. Córdoba también destaca por la belleza de sus pasos, muchos de ellos realizados por imagineros de renombre.
Día 3: Granada – Entre montañas y devoción
Sigue tu ruta hacia Granada, donde la Semana Santa combina el fervor popular con el impresionante paisaje de la Alhambra y Sierra Nevada. Aquí, las procesiones tienen un toque místico, especialmente la del Cristo de los Gitanos, que asciende al Sacromonte en la noche del Miércoles Santo, entre hogueras y saetas flamencas. La subida por el monte, con el paso iluminado y el cante jondo, es una experiencia sobrecogedora.
Otro momento clave es ver las procesiones desde el Mirador de San Nicolás, con la Alhambra de fondo. En Granada también es común el uso del incienso y el acompañamiento de cornetas, creando una atmósfera penetrante que embriaga los sentidos.
Día 4: Málaga – Pasión y espectáculo
La Semana Santa en Málaga es conocida por su espectacularidad, especialmente por el tamaño de sus tronos (como llaman allí a los pasos) y la participación militar. El más famoso es el del Cristo de la Buena Muerte, portado por la Legión Española, que lo acompaña cantando el "Novio de la Muerte", en una escena cargada de simbolismo.
Málaga también destaca por el entusiasmo del público, que aplaude a los pasos y muestra su emoción sin tapujos. Aquí la Semana Santa es más abierta y participativa. No dejes de ver a la Virgen de la Esperanza o el trono de la Paloma, que son auténticas joyas de la imaginería y el arte sacro.
Día 5: Jerez de la Frontera – Flamenco y fervor
Desde Málaga puedes desviarte hacia Jerez de la Frontera, donde se mezcla la religiosidad con la tradición flamenca. Las saetas jerezanas tienen un estilo propio, con mucho sentimiento. Algunas hermandades incluso cuentan con coros que cantan al paso de sus imágenes. La Hermandad del Prendimiento o la del Nazareno son especialmente emotivas.
El ambiente aquí es más local, íntimo, y muy recomendable si quieres vivir la Semana Santa lejos de las grandes multitudes. Además, puedes aprovechar para visitar alguna bodega o disfrutar de una noche de tablao flamenco, algo muy típico de la zona.
Día 6: Cádiz – Devoción marinera
Cierra tu ruta en Cádiz, una ciudad con alma marinera donde las procesiones recorren callejuelas con el mar al fondo. Aquí, la Hermandad de las Aguas, la del Nazareno del Amor o la Buena Muerte son de las más destacadas. La ciudad entera huele a incienso y a mar, y la participación popular es muy activa.
Uno de los momentos más especiales es ver pasar un paso por el Campo del Sur, junto al océano Atlántico, mientras suenan marchas procesionales. Cádiz combina el sabor del sur con una profunda religiosidad que se refleja en cada gesto.