Las circunstancias en las que realizan en Melilla su trabajo los agentes de la Guardia Civil y su permanente papel de víctimas en los últimos acontecimientos relacionados con la inmigración dejan esta profesión para auténticos entusiastas de la Benemérita, que además estén dispuestos a sufrir.
Ayer los guardias civiles tuvieron un nuevo encontronazo con inmigrantes que pretendían acceder a la ciudad saltando la valla. Los hechos se desarrollaron en las proximidades del puesto fronterizo de Farhana. Allí los agentes fueron recibidos a pedradas por los subsaharianos cuando llegaron para impedir que éstos últimos entraran en Melilla. El balance fue de seis guardias civiles heridos, uno de ellos con una luxación de hombro.
Tras este nuevo atentado, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ha anunciado que estudia la posibilidad denunciar a los subsaharianos que agredan a los agentes. De momento, la Comandancia no ha anunciado ninguna iniciativa en la misma línea. Su petición de responsabilidades y acción ‘sancionadora’ se dirige contra los propios agentes. Al menos así ha sido en el caso de uno de los guardias que el lunes tenían encomendada la misión de vigilar la costa para evitar la entrada de inmigrantes por mar. No se percató de la llegada de una zódiac con 40 inmigrantes y su descuido le puede suponer la no percepción de la productividad funcional (en la modalidad F-2) correspondiente al mes de diciembre. Eso propone un mando de la Benemérita que no aprecia en ese agente “ni el grado adecuado de rendimiento, interés e iniciativa que impliquen el sobreesfuerzo” que justifica ese plus en su sueldo.
Así están las cosas en la Guardia Civil. Por ello, si a lo anterior se suma la calidad de los medios con los que cada día hacen su trabajo los agentes, el sistema de turnos, las condiciones laborales, los sueldos, sus derechos sindicales, la rígida disciplina militar, el desamparo por parte de algunos mandos... si tenemos en cuenta todas esas circunstancias, los melillenses debemos sentirnos honrados de que en nuestra ciudad aún haya tantos ciudadanos que estén dispuestos a vestir con orgullo el uniforme de la Guardia Civil para desempeñar la función que les asigna la Constitución.