Rosa María Martín Aranda (Toledo, 23 de abril de 1964) es la número dos de la UNED, el mayor campus de Europa, que este año celebra su 50 aniversario. De visita en Melilla para presentar un proyecto de investigación sobre el impacto de la pandemia del coronavirus en los jóvenes y los trabajadores de los Servicios Sociales, la también catedrática en el Departamento de Química Inorgánica y Química Técnica de la Facultad de Ciencias de la UNED, ha compartido con El Faro su largo camino hasta la cima de una de las instituciones universitarias más prestigiosas (y exigentes) de España sin perder ni la sonrisa ni el optimismo ni las ganas de "intentar ser el mejor sin tener un ansia de competitividad enfermiza". Ella cree que "si tienes ese espíritu de superación vas a sentirte feliz con lo que haces. Nunca vas a ser el mejor, pero vas a ser de los buenos, que es de lo que se trata".
Durante toda la entrevista, Rosa Martín Aranda recurre en varias ocasiones a la palabra suerte, agradecida de haberla tenido cuando cometió lo que ella llama "una barbaridad científica y tecnológica", renunciando a una beca concedida en Holanda para regresar a Madrid, con su familia y para casarse. Al llegar aspiró a una plaza de profesora ayudante en la UNED y la consiguió. De esto han pasado 30 años. Sin embargo, matiza para no dejarlo todo al azar: "La suerte se busca".
A lo largo de la conversación, Rosa Martín desgrana los nombres de los docentes que han marcado su vida. Ahí entran desde Pilar, su profesora de Química en los años 80, en el colegio Virgen de Mirasierra, y también su profesora Marucha, que le dio Filosofía. De ambas guarda su número de WhatsApp todavía.
Ambas le hicieron descubrir lo interesante que es la Filosofía, el pensar, el ver lo que es la humanidad de forma global. Luego también vio que la Química lo es todo. "Mires donde mires, ves Química: en el suelo, en el vestido, en el reloj que llevas, en el combustible, en la energía; entre las personas, todo el metabolismo es Química", dice.
También han influido mucho en ella Carmen del Pino y Avelino Corma, Premio Príncipe de Asturias 2014, que le dio clases en la Universidad Politécnica de Valencia, y le dirigió su tesis doctoral. Quiso el destino que más tarde, ella se convirtiera en su madrina en el Honoris Causa con que la UNED lo reconoció como uno de los grandes químicos de este país, en el año 2008.
Con El Faro, Rosa Martín se retrata con gestos y con palabras. No sólo habla con una sonrisa llena de juventud y paz sino que, además, lo hace con palabras. "Yo soy positiva. No digo que ha sido difícil. Decir: 'Esto lo voy a dejar, jamás se me ha pasado por la cabeza". Y eso es lo que transmite a sus alumnos, en una labor docente que ella llama "regar las lechuguitas" y que prefiere resumir con la anécdota de un biólogo muy talentoso, que le comentó que con él la ciencia había perdido un investigador, pero como profesor, estaba convencido de que de compensaría la pérdida. "Conmigo la ciencia se puede perder un investigador, pero de esta clase puedo sacar 10".
Está de visita en Melilla, ¿cómo ha encontrado la ciudad? ¿La han tratado bien?
Me han tratado estupendamente como siempre. Cada vez que vengo, me sorprendo de lo maravilloso que tenéis todo y cómo sois los melillenses.
Este año estamos celebrando el 50 aniversario de la UNED. Tener un alto cargo dentro del mayor campus de Europa es mucha responsabilidad...
Así es. Es una responsabilidad, pero que la asumí con mucho orgullo y mucho ahínco. Llevo 30 años trabajando en esta universidad y he pasado por todos los puestos, desde llegar de profesora ayudante doctor hasta catedrático, que soy ahora. Pero durante 30 años hay que subir peldaño a peldaño. Los escalones son altos, pero hay que cogerlos con fuerza y con decisión.
Los escalones son altos. Treinta años subiendo escalones. Es duro ¿no?
A mí me gusta. No lo considero duro. Me gusta porque es objetivo de superación. Para nada ha sido duro.
¿Cuál fue el primer escalón?
El primer escalón es una persona, chica, una mujer, que acaba su tesis doctoral en el CSIC, en la Universidad Politécnica de Valencia, en un centro mixto que se llama Instituto de Tecnología Química que estaba recién fundado. Yo fui allí a fundar el instituto. Y cuando te encuentras en esa decisión de tu futuro: una mujer estudiando Química, doctora, qué voy a hacer en mi carrera profesional, tienes que decidir. En esta vida, decidir significa renunciar y yo tenía un futuro muy prometedor en ese instituto. Enseguida habría sido lo tope y renuncié incluso a una beca postdoctoral porque decidí apostar por mi ciudad, donde yo había estudiado siempre, donde estaba mi familia; decidí casarme con quien yo quería casarme y buscarme la vida. Fui muy lanzada y muy decidida.
Volví a Madrid. Renuncié a mi futuro en ese Instituto de Tecnología Química, que era maravilloso, era el mejor instituto de Química que podía existir en España hace 30 años. Sin embargo decidí buscar otro futuro profesional y tuve la grandísima suerte de llegar a la UNED. Llegué como profesor ayudante doctor que es lo más bajo que podemos entrar cuando entras en la universidad. Yo llegué a dar prácticas de laboratorio.
¿Y cómo se decide a ser química? Ahora parece muy normal que las mujeres estén en la ciencia, pero hace 30 años, que parece que fue ayer, no era así.
Pues la verdad que no. Éramos pocas mujeres en la carrera, pero no tuve en cuenta el decir si va a haber más o menos, pero no lo sabíamos. Tú decidías estudiar la carrera que querías y como no había internet ni tantos medios ni los móviles, ibas un poco a ciegas y no sabías a quién te ibas a encontrar. De hecho cuando querías estudiar una carrera no podías entrar en Internet y ver lo que era ser químico. Había en las librerías unos libritos que decían, "Quiero ser químico", "Quiero ser veterinario"... Te lo leías muy afanosamente y sacabas tus propias conclusiones, que eran muy pobres.
Sin embargo, yo tenía muy claro desde el principio, gracias a otro referente mujer que fue mi profesora del colegio, que era una química orgánica estupenda, que decidió dar su vida, después de estudiar Química y de hacer una tesis para llegar a se profesora de Bachillerato. Eso para mí es lo más grande porque me hizo ver que la Química era maravillosa. En mi familia no hay ningún químico. Todos son de las ramas sanitarias. Decidí hacer Química porque me gustaba. Yo me dejé llevar solamente por mi vocación. Tengo claro, ahora más que hace 30 años, que donde vas a pasar todo el tiempo de tu vida es en el trabajo: si ese trabajo no te gusta, vas a ser una persona frustrada. Si ese trabajo te gusta, vas a ser feliz y vas a estar como de vacaciones permanentes en tu trabajo. Es así como me siento desde que decidí estudiar Química. Luego ya, si tienes fortuna, y la vida te va sonriendo y vas encontrando el camino y llegas a un sitio como la UNED, pues es ya una maravilla. Mi actitud en la vida es estar en sitios alegres. Yo soy muy feliz en esto porque tengo una vocación plena. Si tuviera que estudiar, volvería mil veces a estudiar esto sin dudarlo.
¿Volvería mil veces a la UNED? ¿Cómo fue su llegada? ¿Por qué la UNED?
Totalmente. Es que a mí todo mi pasado buenísimo se me olvidó. Es la lotería de la vida. Yo estaba acabando la tesis doctoral con Avelino Corma en 1992 y tenía 15 días para elegir si me quedaba para siempre e Valencia o volvía a Madrid a buscarme la vida, literalmente con cero cosas. En Valencia tenía una beca postdoctoral concedida para irme a Delft (Holanda) a investigar en unos nuevos materiales que en aquella época se estaban describiendo, que son las zeolitas beta, con estructuras totalmente nuevas. Y sabiendo que hacía una barbaridad científica y tecnológica dejé al mejor químico que durante toda la historia va a haber en España (su director de tesis Avelino Corma) y decidí venir a Madrid.
Mis amigos me ayudaron. La profesora Carmen del Pino, por la que siento admiración, me dijo: "Rosa, en el periódico he visto que hay una plaza de profesora ayudante en la UNED, pídela porque aunque tú eres de Química orgánica, con la tesis que has hecho de cosas de Inorgánica, tienes posibilidades". Así lo hice. El 1 de marzo de 1992 ya sabía que el 1 de abril me contrataba la UNED medio año para dar prácticas.
¿Cómo era la Educación a distancia en aquel momento?
Era muy personal. La gente que cree que aquí todo es a distancia yo creo que se equivoca por desconocimiento. Era a base de cartas, de teléfono, de dudas que te consultaban directamente los estudiantes con lo cual terminabas sabiendo la vida y la situación personal y profesional de todos.
En una Facultad de Ciencias, como es la mía, en la que tienes cuatro carreras, que son Matemáticas, Física, Química y Ambientales, en las que todos los profesores tenemos muchísima vocación en atender y responder a los estudiantes, tú sabes que la gente que viene a la UNED no es gente a la que su papá le ha obligado a estudiar. Va voluntariamente y no quiere perder el tiempo. No quieres ni que el profesor te falle ni los profesores podemos fallar a los estudiantes que son de lo más responsable que pueda haber.
Al llegar María Luisa Rojas y yo como profesoras en prácticas logramos desarrollar un laboratorio de envergadura. Cuando pasó el medio año pensé que mi vinculación con la UNED se iba a perder porque la gente piensa que la universidad es un mundo endogámico. Yo ya había empezado a echar currículos en empresas y no me dio tiempo a que me contestaran porque en menos de un mes ya tenía respuesta de que iba a trabajar en la UNED. Fuimos un ejemplo de suerte.
La UNED es muy exigente. He estudiado en la Universidad pública y en la UNED y la UNED es más exigente. En eso supongo que le va el prestigio...
¿Esto quieres que te lo responda como profesora o como madre de una alumna de la UNED?
Como ambas
Como profesora una puede ser, incluso, desconocedora de la cantidad de esfuerzo y sacrificio que pueden hacer los estudiantes cuando están en la UNED. Tú ves tu asignatura y solo ves lo que le tú le estás exigiendo a ese estudiante. Pero no te das cuenta de que está matriculado en cuatro cinco asignaturas, que tus cuatro o cinco compañeros le están exigiendo lo mismo en un tiempo muy corto. Como profesor no te das cuenta de que somos exigentes.
Como madre, mi hija ha hecho el máster de Paz, Seguridad y Defensa, en el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado, que tenemos mixto con el Ministerio de Defensa. Ese máster y el doctorado son referentes mundiales en temas de seguridad. Mi hija estudió en la Autónoma, sacó la carrera de Economía sin quejarse ni esforzarse, yéndose de Erasmus y divirtiéndose; llegó a la UNED y las ha pasado duras de estrés. "Esto se me hace bola; esto no puedo, lo voy a dejar...Todos me piden el trabajo al mismo tiempo..."
Eso a mí me ha hecho pensar que igual tenemos que nivelar más y hacer que esto sea un poco más fácil. No se trata de que la gente sufra. No por sufrir vas a saber más. Eso habría que replanteárselo. La UNED es muy exigente, pero también en eso va el prestigio. Es la universidad que depende del Gobierno y está en todo el territorio nacional e internacional y está directamente ligada a las coordenadas del Ministerio. Es una referencia en toda España. No estamos sometidos a ninguna comunidad autónoma. Nuestras titulaciones tienen que tener el mismo rigor que tengan todas. Todo está armonizado.
Volviendo al momento en que entra en la UNED, ¿cómo ha sido este camino hasta el punto en el que está? ¿Ha sido difícil?
Yo siempre soy positiva. Yo nunca digo que ha sido difícil. Puedo decir me ha costado más o me ha costado menos. Era duda, era incertidumbre, sobre todo al principio. La madurez te hace ver la vida de una forma más serena cuando ya tienes la vida resuelta. Pero cuando no la tienes y ves que pasan los años y vas teniendo en paralelo tu vida familiar y no consigues las cosas tan rápido como te gustaría te podría poner en la situación de decir: "Esto lo dejo". Yo, jamás. A mí esa frase de "yo esto lo voy a dejar" no se me ha pasado por la vida nunca.
Nos pasamos cinco años de profesor ayudante doctor. Esto es como la mili; tienes que ir subiendo escalones. En esos cinco años, me fui al extranjero, a Lisboa en 1993-1994. Fue un año muy fructífero. Después de esos cinco años estuve cuatro años de profesor asociado y el quinto año nos pasaron a titular interino. Eso no era ningún regalo. Eso quería decir que si la UNED podía sacar plaza, ibas a una oposición. Apostamos por la UNED. Después de todos esos años, en 2003 sacamos tanto María Luisa (Rojas) como yo, la plaza de profesor titular por oposición. Yo ya tenía dos hijos, mellizos (ahora tienen 24 años). Estabas con el Cola Cao y la merienda y a sacar la oposición; a hacer los temas que hubiera.
A partir de ahí ya tienes la seguridad de que eras funcionaria y puedes hacer de todo. Cogimos una seguridad muy fuerte y tuve que pasar por la acreditación de la cátedra con 45 años y saqué la plaza de catedrática con 46 y entre medias tuve otro hijo, que nació en 2005 y ahora tiene 16.
Como catedrático tienes la satisfacción de lo que puede hacer un profesor: motivas a todos los estudiantes que se acercan a tu carrera para estudiar para que disfruten de las cosas que están haciendo; de la Química, el medio ambiente y la vida.
¿Trabajar con jóvenes hace que se sienta y se vea tan joven?
Totalmente. La alegría la lleva uno dentro: la intrínseca, pero la extrínseca hay que cultivarla. El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. En la UNED estamos presenciando que la edad media de los estudiantes está bajando. Antes los llamábamos de usted porque los alumnos tenían 65 años y ahora están rondando los 40.
Como profesora, buscas cantera para hacer tesis doctorales. La UNED no es una universidad solamente para hacer un grado o un máster. Es para hacer doctorados. Hay 11 facultades en las que hay muchísimos investigadores muy bien preparados, capaces de dirigir tesis doctorales muy importantes. Un objetivo que tenemos es demostrar que en la UNED se puede y se debe investigar. Somos una universidad que respondemos.
¿Cómo es la UNED que tiene pensada para el futuro? ¿Cómo tiene que ser ese campus europeo?
Justo estando en Melilla hemos podido dar un salto cuantitativo en lo que es la nuevas tecnologías se refiere. El año que viene empezaremos en una nueva plataforma, un nuevo ecosistema, como lo llama la vicerrectora de Tecnología, Rocío Muñoz, física reconvertida a la Informática, a lo que es los contactos entre profesor y estudiante; profesor e investigador. Eso es un orgullo para nosotros. En estos 50 años agradeces lo que han hecho los anteriores por ti y tú eres responsable de ese futuro. Estamos invirtiendo mucho dinero. Estamos apostando por la minería de datos y en la Facultad de Ciencias estamos construyendo un nuevo edificio que viene siendo algo histórico en la UNED. Ha sido este rector, Ricardo Mairal, el que ha conseguido la financiación. Este edificio va a ser el mejor edificio de Facultad de Ciencias que exista en España, con más 11.000 metros cuadrados y 55 laboratorios muy potentes. La UNED está muy implicada en la sostenibilidad de todos nuestros edificios.
¿Cómo ha visto la sede de la UNED de Melilla?
Ya la conocía, pero la veo cada vez más bonita y más completa. Ilusionada. En estos 47 años que tiene la UNED en Melilla han sido capaces de adaptarse a los tiempos. Soy asidua y reincidente y he venido a hacer divulgación científica en el maravilloso patio que tiene; a hacer experimentos con dos tutores muy importantes que tienen que son los doctores Hassan y Hossein Hossein, que están implicados en la potenciación de la divulgación de la ciencia.
La pandemia catapultó a la UNED...
En la pandemia hemos trabajado todos mucho y no hemos salido de casa y muchos de los que estamos aquí estábamos sentados en una silla con el ordenador y llegábamos tarde a las reuniones. No acabábamos una y te tenías que sentar en otra. No hemos parado. Desde la Escuela de Doctorado tuvieron que dar respuesta a muchísimas tesis doctorales que se tenían que leer en ese momento. No es solo medios técnicos: son legalidades que se tenían que aprobar en Consejos de Gobierno.
La UNED tuvo al fortuna que al estar muy bien estructurada para temas virtuales fue muy bien rodada y hemos tenido tesis con Hong Kong, México, Etiopía con naturalidad absoluta. Hemos sido generosos y hemos ayudado a otras universidades presenciales. Hemos ofrecido nuestros medios técnicos. Lo hemos ofrecido también a los ministerios de Economía, Interior, Defensa, que tenían organizadas ya oposiciones a nivel nacional. Se han hecho con un rigor absoluto.
Como dice nuestro rector, en la UNED no tienes que ser autocomplaciente. Tienes que siempre exigirte más para llegar a dar mejor servicio a la sociedad. Esa es la misión de cualquier universidad. Con mucho trabajo y mucha ilusión se pueden conseguir muchas cosas.