Opinión

El recrudecimiento de la retórica norcoreana sobre la proliferación nuclear

A pesar de las numerosas sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Corea del Norte prosigue consumando ensayos nucleares y de misiles balísticos. El Ministerio de Defensa de Japón comunicó que en 2023, Pyongyang realizó 18 lanzamientos de un total de 25 misiles, algunos de éstos balísticos. Este guarismo es el segundo más elevado después de 2022, cuando por entonces se lanzaron 59 misiles.
Ante este escenario alarmante, en las postrimerías de 2023, Estados Unidos, Corea del Sur y Japón impulsaron un procedimiento para detectar los lanzamientos de misiles desde Corea del Norte. El Ministerio de Defensa surcoreano ha puntualizado que se trata de un sistema de intercambio de información. Con anterioridad, Estados Unidos ya había intercambiado información con sus aliados asiáticos, pero no existía una conjunción de referencias directas entre ellas, como consecuencia de las desavenencias habidas entre Japón y Corea del Sur en relación con la colonización nipona de la península coreana. Por otra parte, a partir de 2024, las tres potencias han resuelto implantar un método plurianual para efectuar ejercicios militares trilaterales.
Entretanto, cabría preguntarse ¿qué es un misil balístico intercontinental? También denominado ICBM, por sus siglas en inglés, es un cohete con alcance de al menos 5.500 kilómetros y capaz de recorrer 10.000 kilómetros en 35 minutos. Me refiero al misil con mayor radio de acción y que se encuentra perfilado para portar cargas explosivas que pueden ser nucleares. En otras palabras: como ya he dicho, es el misil con mayor radio de acción, su trayectoria principalmente es fuera de la atmósfera, está proyectado para transportar una cabeza nuclear y es propulsado únicamente durante su lanzamiento.
Según las apreciaciones realizadas por Japón, el último proyectil puesto en acción por Pyongyang en 2023, poseería un rango potencial de unos 15.000 kilómetros, lo bastante como para rebasar desde Corea del Norte, Norteamérica y Centroamérica, al igual que parte de Sudamérica.
El recorrido de los ICBM se origina mayoritariamente al margen de la atmósfera y su tecnología es comparable a la de los cohetes que se utilizan para explorar el espacio. Su trayecto se ramifica en tres fases especificas: lanzamiento, salida de la atmósfera y entrada en la atmósfera.
Al mismo tiempo, Corea del Norte informó que el misil que lanzó en abril de 2023 y que apremió a los representantes nipones a movilizar las alertas para el conjunto poblacional antes de caer en el Mar de Japón, empleó combustible sólido.
Ni que decir tiene, que esta peculiaridad conjetura un ambicioso perfeccionamiento en la eficacia de su arsenal, porque los misiles ya no son tan vulnerables a las acometidas preventivas. Hasta entonces, Pyongyang únicamente disponía de ICBM que utilizan combustible líquido. Estos han de ser cargados antes de su lanzamiento, presentando el misil a la vista del contendiente durante más tiempo y haciendo que su almacenamiento sea más complejo.

“A medida que la realidad se torna más dificultosa y crecen las provocaciones con nuevos lanzamientos de misiles por parte de Corea del Norte, Japón y Corea del Sur tendrán que adecuarse para multiplicar sus capacidades militares y de defensa”

De los 18 lanzamientos norcoreanos de misiles en 2023, cinco englobaron misiles balísticos intercontinentales. Tres se conformaron con tecnología de misiles balísticos, al objeto de estacionar en órbita satélites y los 10 restantes comprendían algunos de corto alcance.
Según declararon fuentes militares de Japón y Corea del Sur, la primera ocasión que el dictador norcoreano Kim Jong Un dio a conocer la prueba de un misil de largo alcance o ICBM, se produjo en 2017. El misil Hwasong-14 lanzado el 4/VII/2017 con una elevación de 2.802 kilómetros y un trayecto ininterrumpido de 37 minutos, envolvió un recorrido de 930 kilómetros y terminó cayendo en el Mar de Japón.
A partir de aquí, Corea del Norte no ha cesado en lanzar misiles a un compás inquietante y con una asiduidad que amenaza a la zona. Ya en noviembre de 2022, Kim Jong Un lanzó al menos 23 misiles, uno de ellos llegó fuera de las aguas territoriales de Corea del Sur, pero al Sur de la Línea Límite Norte, una divisoria marítima intercoreana en permanente disputa. En base a lo anterior, el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol, relató la incidencia como una “invasión territorial”.
Verdaderamente, Corea del Norte y Corea del Sur aún continúan en guerra, porque su laberinto de 1950-1953, concluyó con una tregua y no con un tratado de paz como se aguardaba. En noviembre de 2023, Corea del Sur interrumpió parcialmente el pacto militar intercoreano conseguido en 2018, tras el lanzamiento de un satélite espía militar por parte del gobierno norcoreano.
Y en julio de 2023, la Administración de Japón decretó la evacuación de la isla de Hokkaido, ante la sospecha a que otro misil balístico lanzado por Corea del Norte cayese próximo al territorio japonés.
Posteriormente, el 18/XII/2023, Corea del Norte no titubeó en lanzar otro misil con una trayectoria que podría alcanzar a Estados Unidos. El cohete que acabó hundiéndose en las aguas al Oeste de Hokkaido, la isla más septentrional de Japón, incluía un potencial de desplazamiento de más de 15.000 kilómetros, lo que apunta que puede rebasar cualquier punto de Japón y del espacio continental de Estados Unidos.
A pesar de que la ONU insiste en su reprobación constante a los diversos lanzamientos y emplaza a restablecer el diálogo para la paz y desnuclearización absoluta de la península de Corea, a Kim Jong Un no parece preocuparle demasiado. En 2022, Corea del Norte dio luz verde a una ley que defiende que el país disponga de armas nucleares. Igualmente, con la nueva prescripción se decantó como potencia nuclear irreversible y Kim Jong Un ha afirmado en reiterados momentos que jamás desistirá a su programa nuclear, que contempla imprescindible para su supervivencia.
A resultas de todo ello, el ocultismo que mantiene Corea del Norte dificulta ostensiblemente contar con antecedentes confiables en cuanto a su capacidad militar. Si bien, el Centro Internacional de Estudios de Conflictos de Bonn (BICC) hizo una investigación para el muestrario de Militarización Global 2022, elaborando una evaluación asentada en las deducciones rastreadas. Debido a hechos pocos clarividentes, Corea del Norte no fue comprendida en dicho índice oficial. Aunque en consonancia a las estimaciones, acabó convirtiéndose en el país más militarizado de 2022.
Según el BICC, Corea del Norte ocupa el primer peldaño del planeta en los niveles de coste militar y de personal. En la esfera de armas pesadas, se decanta por el segundo puesto, detrás de Israel. Mismamente, tanto el equipamiento del Ejército, como la Fuerza Aérea y la Marina se consideran antiguos.
A pesar de todo, Corea del Norte mantiene un protagonismo militar asimétricamente grandioso para un estado de su volumen. Fijémonos en este dato: en 2020 existía casi 50 componentes activos de las Fuerzas Armadas por cada 1.000 habitantes. Con un registro de 26 millones de individuos, más de un millón de soldados en el Ejército es un número excepcional.
Además, muchos de los tanques, sistemas de artillería del arsenal del Ejército norcoreano y aviones son de fabricación china o soviética. Además, a finales de 2022 se presumía que el país contaría con material suficiente para 50 ojivas nucleares.
Otro dato relevante es que los proyectiles de Pyongyang no caen únicamente en las cercanías de Corea del Sur. De igual forma se opina que Rusia consume armas norcoreanas en la guerra de Ucrania. De hecho, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos comunicó el 04/I/2024, que unos cuantos misiles balísticos de Corea del Norte se emplearon en las ofensivas de Rusia contra Ucrania. Según información norteamericana, Pyongyang facilitó recientemente lanzadores y misiles balísticos a Moscú.
Con lo cual, la UE y Estados Unidos han condenado “en los términos más enérgicos posibles”, a Corea del Norte por proveer misiles balísticos a Rusia y reforzar el conflicto bélico de agresión contra Ucrania. “La transferencia de estas armas aumenta el sufrimiento del pueblo ucraniano, apoya la guerra de agresión de Rusia y socava el régimen mundial de no proliferación”, han aseverado los aliados occidentales en una declaración conjunta.
El comunicado fue rubricado por casi cincuenta estados, entre ellos, los países de la UE, Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Noruega, Argentina y el Reino Unido.
Como han indicado, el abastecimiento de equipos letales vulnera “flagrantemente” múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas “que la propia Rusia apoyó”. Las disposiciones se acordaron como negativa al programa nuclear de Corea del Norte, e impusieron un embargo de gran trascendencia que impide las exportaciones e importaciones de armas.
La coalición culpa directamente a Moscú de disparar misiles balísticos surtidos por Pyongyang en dos momentos determinados: primero, el 30/XII/2023 y, segundo, el 2/I/2024. En esas jornadas se desencadenó el mayor acometimiento aéreo arrojado por Rusia contra Ucrania desde el comienzo de la guerra en 2022, en el que fallecieron más de treinta personas y cientos resultaron heridas de consideración.
Las virulentas incursiones se originan mientras los avances sobre el terreno se empantanan, debido a las severas condiciones del invierno. Kiev ha solicitado a Washington y Bruselas que intensifiquen su ayuda militar y financiera, con exiguos resultados hasta ahora. Mientras, Occidente ha mantenido de cerca la posible aportación bajo cuerda entre Rusia y Corea del Norte desde el encuentro entre Vladimir Putin y Kim Jong Un. Los recientes ataques parecen ratificar los peores augurios y amplifican una nueva y alarmante magnitud a la guerra.
En una dura advertencia, los aliados han asegurado que la asociación contribuirá con “valiosos conocimientos técnicos y militares” a Pyongyang y comprende “implicaciones de seguridad” para Europa, la península de Corea, la región Indo-Pacífica y el resto del mundo. “Pedimos a la República Popular Democrática de Corea que responda a las numerosas y genuinas ofertas de volver a la diplomacia, el único camino hacia una paz duradera en la península coreana”.
Todavía no está lo suficientemente claro de que podrá beneficiarse Corea del Norte a cambio de arrimar el hombro al Kremlin. Informes precedentes de los medios de comunicación apuntan que la dictadura procuraba servirse de la tecnología, los abastos de alimentos y la ayuda humanitaria rusas. Como especifica el comunicado, “estamos vigilando de cerca lo que Rusia proporciona a Corea del Norte, a cambio de estas exportaciones de armas”.
Llegados a este punto, Corea del Norte advierte literalmente que “cualquier movimiento para derribar uno de los misiles de prueba se consideraría una declaración de guerra y se culparía al ejército militar conjunto de Estados Unidos y Corea del Sur”. Sin duda, el armamento intercontinental es una de las cartas con las que juega del arsenal a manos de Pyongyang, e igualmente lo que más inquieta a Estados Unidos ante el potencial de alcanzar su territorio.
Como no podía ser de otra manera, la puesta en servicio de estos misiles lleva aparejado todo un engranaje de pruebas y maniobras. En manifestaciones de Kim Yo Jong, hermana de Kim Jong Un, el ejército incluye en su agenda ejecutar más lanzamientos sobre el Pacífico, subrayando que “el océano Pacífico no pertenece al dominio de Estados Unidos o Japón”. A día de hoy, ni Estados Unidos ni ninguno de sus aliados han abatido ningún misil balístico norcoreano, que por otro lado, están excluidos por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
En las últimas semanas, Kim ha hecho alusión al Pacífico como un “campo de tiro” tras perpetrar dos lanzamientos de prueba hacia el Este, lo que los analistas entienden como una elevada posibilidad de que insista con estos ejercicios.
Esta intensificación en la elocuencia norcoreana y de la experimentación de lanzamientos de misiles de prueba resulta en un intervalo clave. Me explico: Estados Unidos y Corea del Sur llevan a término diversas prácticas militares para las que los estadounidenses han desplegado bombarderos B-52. Algo que no ha agradado a Corea del Norte que ha tildado a su vecino del Sur de “agravar” el contexto.
A día de hoy, la perla norcoreana es el misil intercontinental Hwasong-17. Kim Jong Un lo mostró a la ciudadanía en una imponente parada militar efectuada en 2020, instante en el que se constituyó como el más grande del país asiático. Queda claro, que los misiles de Corea del Norte son lo bastantemente potentes como para cubrir la magnitud de un misil balístico intercontinental.
La Agencia Estatal KCNA comunicó en aquella ocasión que el Hwasong-17 realizó su despegue desde una plataforma lanzadora móvil en el Aeropuerto Internacional de Pyongyang y alcanzó una elevación máxima de 6.248 kilómetros, salvando un trayecto en horizontal de poco más de 1.000 kilómetros.
Corea del Norte no se prodiga demasiado en dar a conocer un mínimo detalle de los cohetes, pero se sospecha que cuenta con una masa de lanzamiento entre 80.000 y 150.000 kilogramos, unos 25 metros de longitud, 2,6 de diámetro y un sistema de propulsión de al menos dos etapas, lo que le proporcionaría un radio de acción de unos 15.000 kilómetros aproximadamente. Tal es así, que los ingenieros de Pyongyang estarían afanándose en la puesta en escena del vehículo de reentrada del misil que representa la última etapa y es el encomendado de enfilarse hacia el objetivo. Lo que implica el avance continuo hacia la capacidad de situar múltiples ojivas nucleares en dianas estadounidenses en caso de guerra.
Un escalón por debajo queda el Hwasong-15 y se cataloga dentro de los misiles intercontinentales. Tuvo su ascenso oficial en la última etapa de 2017 y, desde entonces, se halla operacional en las fuerzas armadas norcoreanas como una de las plataformas más contrastadas.
Dispone de una masa de unas 72 toneladas, 22,5 metros de longitud y 2,4 metros de diámetro inducidas por un motor de RD-250 de procedencia soviética. Se considera que puede franquear los 5.000 kilómetros de altura y circular un recorrido en la horizontal de unos 13.000 kilómetros.
Asimismo, el Hwasong-15 ha sido el protagonista de uno de los últimos lanzamientos. Como indicaron medios norcoreanos, el misil consiguió los 5.768 kilómetros de elevación y sobrevoló los 989 kilómetros en un tiempo de 67 minutos antes de impactar en las aguas del Mar de Japón.
Del mismo modo, en el año 2017 entró en servicio el misil Hwasong-12, el inferior en la sucesión de los más potentes de los perfeccionados por Corea del Norte. Este modelo corresponde a la clasificación de armamento de medio radio con una autonomía evaluada entre 3.700 y 6.000 kilómetros. Lo bastante como para impactar de lleno contra la isla estadounidense de Guam, emplazada en mitad del Pacífico y por excelencia base militar de Washington.
El primero de los lanzamientos con éxito de este misil se originó a mediados de mayo de 2017 y el último del que se tiene constancia en octubre de 2022. Posee un peso de poco más o menos, 25 toneladas. De ellas, entre 500 y 650 kilogramos atañen a la ojiva que puede rebasar los 2.000 kilómetros de altura y acomodar tanto cargas convencionales como nucleares. Valiéndose de la base del Hwasong-12 y compartiendo el propulsor principal, Corea del Norte ha perfeccionado el Hwasong-8. Directamente se experimentó por vez primera en 2021 y desde entonces se contempla como la única arma hipersónica a manos de Pyongyang.

“A pesar de que la ONU insiste en su reprobación constante a los diversos lanzamientos y emplaza a restablecer el diálogo para la paz y desnuclearización absoluta de la península de Corea, a Kim Jong Un no parece preocuparle demasiado”

Diversos informes de inteligencia de Corea del Sur lo distinguen como un misil balístico, pero los norteños sostienen que su último curso lo dispone un vehículo de planeo hipersónico preparado para operar en las últimas fases del vuelo. Esta peculiaridad es, de ratificarse, la que imprime la diferenciación, pues sería imparable para las defensas antimisiles que Seúl tiene extendidas en su demarcación.
El Hwasong-8 posee una dimensión de 18,5 metros con un diámetro de 1,8 metros y un peso incógnito. Se calcula que puede transportar ojivas nucleares y que obtiene unas seis veces la velocidad del sonido. O séase, 7.400 km/h. Por último, se desconoce su radio de acción.
Corea del Norte también se apresta de misiles en sus submarinos, proporcionándole un alcance significativo. Uno de los más valiosos incumbe a los Pukgukson-1 con el que en 2016 se experimentó favorablemente y estaría acoplado dentro de los sumergibles de la clase Sinpo de Pyongyang. Tiene una longitud de 7 metros por 1 de diámetro y podría combinar cargas tanto convencionales como nucleares. El Pukgukson-1 se habría aprovechado para desplegar el Pukgukson-2, una versión de lanzamiento desde tierra firme con unas descripciones parecidas.
Finalmente, según las últimas reseñas resultantes de la inteligencia surcoreana, como modalidad de propulsión dispone de un cohete de combustible sólido que le conforma un radio de acción de hasta 2.500 kilómetros.
En consecuencia, la expansión militar de China y los amagos nucleares de Corea del Norte, han trasegado a Japón y Corea del Sur a vigorizar su defensa. Esto podría confluir en una pugna armamentística en el Indo-Pacífico. En realidad, los expertos señalan que Corea del Norte estaría aumentando todavía más la presión con nuevas pruebas de lanzamiento de misiles para enarbolar las apuestas en su enfrentamiento hacia sus adversarios, y hacer caer la balanza en las próximas elecciones parlamentarias surcoreanas y en las presidenciales de Estados Unidos del presente año.
La firme declaración de China en la zona y la progresiva perturbación por un probable conflicto con Taiwán, se convierten en las principales puntas de lanza de este vaivén: Japón define a China en su nueva Estrategia de Seguridad Nacional como “su mayor desafío estratégico”. Pero no es la única, porque Corea del Norte continúa siendo uno de los principales motivos de turbación para Tokio y Seúl, unido a la celeridad de los programas nucleares y de misiles que acentúan las tensiones y acrecientan el peligro de proliferación nuclear en el Noreste Asiático.
Estas eventualidades que se ciernen en Corea del Norte, junto con el paulatino influjo hegemónico militar de China, han espoleado a Seúl y Tokio a aproximarse más a sus socios occidentales. No obstante, la guerra de Rusia que se libra contra Ucrania también ha tenido importantes alcances para el Indo-Pacífico. Tanto Tokio como Seúl, son sabedores del calibre de mejorar su disposición militar antes de que detone un conflicto, así como de su vulnerabilidad frente a los estados con armas nucleares.
A medida que la realidad se torna más dificultosa y crecen las provocaciones con nuevos lanzamientos de misiles por parte de Corea del Norte, Japón y Corea del Sur tendrán que adecuarse para multiplicar sus capacidades militares y de defensa, sosteniendo una competición armamentística que corre el riesgo de convertirse en nuclear. Curiosamente, la confianza en el paraguas nuclear norteamericano parece menguar.
Por último, esta dinámica no ha pasado de largo a los ojos de Pekín, que ha cargado contra Tokio, Seúl y Washington de inducir a la confrontación y manejar Asia-Pacífico como si fuera “un campo de batalla para la competición geopolítica”. Pero no más lejos de esta evasiva, Pekín sigue abstraído y digamos empecinado, por el programa nuclear norcoreano, que lo reconoce como una fuente de inestabilidad en la región.

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