De nuevo ayer volvieron a vivirse momentos de tensión en la frontera de Beni Enzar. Esta vez no por agresiones a ningún agente, sino por la desesperación de los miles de personas que esperaban en sus vehículos para poder pasar hacia Marruecos y disfrutar así, junto a sus familias, de estos últimos días del Ramadán.
Las quejas que planteaban son las mismas que hemos escuchado durante esta Operación Paso del Estrecho: falta de un espacio donde poder descansar y hacer más llevadera la espera, alguna sombra que proteja del calor tan agobiante, atención sanitaria o simplemente la posibilidad de poder refrescarse. Sin embargo, y como también ha ocurrido en quejas anteriores, la mayor de todas era hacia el lado marroquí, pues mientras en la parte fronteriza española la caravana corría con cierta fluidez al haber más de un paso, en el otro lado se concentraba todo en una fila, haciendo eterno el circular de los vehículos. Además, y por aquello de que estamos en Ramadán, la gran mayoría temía que llegara la hora de la ruptura del ayuno y entonces las autoridades encargadas de dar el paso al otro lado de la frontera eternizaran más sus trámites.
Debe atajarse el problema para buscarle una solución en los días que todavía quedan de OPE, antes incluso de que llegue la tan esperada Reunión de Alto Nivel, que se espera como agua de mayo para afrontar esta cuestión, junto a otras de también gran importancia. De momento, el monarca alauita parece que ya ha movido ficha y toma cartas contra la corrupción en los puestos fronterizos.