Este año se conmemoran seis siglos desde la llegada del pueblo gitano a España, una historia de presencia constante, resistencia cultural y contribuciones invisibilizadas. Por ello, ell Teatro Kursaal Fernando Arrabal de Melilla acogió una jornada de celebración y reivindicación en la que resonó con fuerza una frase de la directora teatral Coco Reyes: “Nos gusta el brillo porque hemos vivido demasiado en la sombra”. Una frase que no solo reivindica el orgullo de ser gitana, sino también la necesidad de ocupar el lugar que corresponde tras siglos de marginación.
A los talleres programados durante la jornada asistieron más de 50 personas, entre ellas representantes de las comunidad hindú, judía y musulmana de la ciudad, así como de la Unesco, Melilla Acoge y la Asociación Nana. La diversidad de participantes convirtió la jornada en un espacio de diálogo intercultural, donde las experiencias de vida se entrecruzaron con las voces gitanas, sumando relatos de exclusión, pero también de fortaleza, identidad y pertenencia.
Apertura institucional
La jornada fue inaugurada por Fadela Mohatar, consejera de Cultura, Patrimonio Cultural y del Mayor, quien subrayó la relevancia histórica y simbólica de esta iniciativa. En sus palabras, “estamos conmemorando seis siglos de la llegada del pueblo gitano a nuestro país y lo hacemos con mujeres gitanas, visibilizando su papel fundamental. Seis siglos de historia del pueblo calé en España que han dejado una gran huella en la historia, en la cultura, en la música, en la danza. Melilla no podía quedarse al margen”.
La Consejería de Cultura, en colaboración con el Instituto de Cultura Gitana, la Asociación Gitanos Siglo XXI, la Asociación Nana y otras entidades, ha desarrollado una agenda de actividades que incluyen charlas, obras de teatro, exposiciones y acciones educativas. “Espero que estén a la altura”, expresó Mohatar, “porque el objetivo es claro: celebrar, visibilizar y transformar”.
Mohatar destacó que este tipo de iniciativas no son solo actos simbólicos, sino gestos concretos hacia el reconocimiento de una comunidad que ha sido históricamente estigmatizada. “Este no es solo un homenaje, es un acto de justicia cultural”, afirmó.
Conferencia de Amara Montoya
Amara Montoya, representante del Instituto de Cultura Gitana, tomó la palabra tras Mohatar. Con un discurso que combinó reivindicación, historia y emoción, Montoya explicó cómo se ha institucionalizado este aniversario gracias al apoyo del Gobierno, del Consejo Estatal del Pueblo Gitano y del propio Instituto que ella representa. “Este 2025 ha sido declarado el Año del Pueblo Gitano. Hay una ley, un mandato, una voluntad política para que este año se visibilice lo que somos y lo que aportamos”.
Montoya relató que este año los Reyes de España, Felipe VI y la reina Letizia, se reunieron con representantes del pueblo gitano en el Parlamento en un acto solemne y que el presidente del Gobierno recibió a un nutrido grupo en La Moncloa. Sin embargo, señaló con firmeza una ausencia que dolió: “Fue muy triste no ver la bandera gitana ondear junto a la española y la europea. Nuestros símbolos nos identifican. No fue un gesto menor, fue una muestra de que aún falta camino por recorrer”.
La celebración del 600 aniversario no se queda en actos conmemorativos. Como subrayó Montoya, “no basta con aplaudir al gitano cuando canta, cuando baila o cuando diseña moda que marca tendencia. Necesitamos un lugar en el Estado. Queremos reconocimiento institucional, formar parte de las decisiones que nos afectan, tener voz propia”.
Recordó que España se organizó territorialmente con la Constitución de 1978, pero los gitanos, al no contar con un territorio, quedaron fuera de esa estructuración institucional. “Somos la minoría cultural más numerosa de España, con una lengua propia, con tradiciones, valores, una identidad clara. Sin embargo, nuestras políticas están fragmentadas, desordenadas y dispersas”.
Montoya insistió en que el pueblo gitano está sobradamente preparado para ocupar espacios de representación institucional y cultural. “No pedimos más, pero tampoco menos. Queremos estar en igualdad, de la mano, ni delante ni detrás, con nuestros compañeros y compañeras del resto de comunidades”.
Durante el acto, se subrayó que la influencia gitana ha impregnado la moda, la música, la poesía, el cine y otras formas de arte contemporáneo. El flamenco, por ejemplo, es inseparable de la historia gitana, aunque aún falte un reconocimiento formal más explícito por parte de las instituciones culturales del Estado.
“El flamenco es gitano, no se puede negar”, dijo Montoya. “Lo saben los músicos, lo saben los poetas, lo saben los artistas internacionales. Pero aún no hemos conseguido un manifiesto, una declaración institucional que lo afirme con rotundidad. ¿Por qué? Porque no estamos en los espacios donde se firman esas declaraciones”.
Montoya también explicó que el Instituto de Cultura Gitana trabaja intensamente para poner en valor esa herencia, desde los premios nacionales de cultura gitana hasta exposiciones, documentales, investigaciones y acciones en escuelas y universidades. “Queremos que nuestros niños y niñas crezcan con orgullo. Que puedan decir sin temor: yo soy gitano, yo soy gitana. Que no tengan que ocultarlo para no perder su trabajo o su lugar en la sociedad”.
Taller de Coco Reyes
Uno de los momentos de la jornada lo protagonizó Coco Reyes, actriz, guionista y directora de la primera compañía de teatro de mujeres gitanas en España: Gitanas a Escena. Con un discurso apasionado y lleno de simbolismo, Reyes agradeció la invitación y recordó cómo el teatro se ha convertido en un vehículo de liberación, reivindicación y transformación para las mujeres gitanas.
“El renacimiento del que hablaba Fadela es también nuestro renacer. El teatro nos ha dado voz, nos ha permitido mirar al racismo a la cara y decirle que no tenemos miedo”, expresó Reyes. La obra que presentan en Melilla, Lysistrata Montoya, es una reinterpretación del clásico de Aristófanes, donde un grupo de mujeres gitanas se rebelan contra las estructuras de poder, en un paralelismo directo con el racismo estructural.
“El racismo es el mal del pueblo gitano, y nuestro teatro lucha contra él desde la escena. Y no sólo desde el dolor, sino también desde la creatividad, el humor, la esperanza”, añadió Reyes, quien mostró con orgullo la camiseta de la compañía con la palabra “gitana” escrita con letras brillantes. “Nos gusta el brillo, sí, porque hemos estado demasiado tiempo en la sombra”.
Reyes cerró su intervención con un mensaje de esperanza: “El pueblo gitano es una diferencia positiva. Nuestra identidad no es un obstáculo, es un valor. Y nuestra diferencia suma. Sumamos a la cultura española, sumamos al arte europeo, sumamos a la humanidad. Hoy estamos aquí, orgullosas y renacidas. Y mañana, más”.
Un aniversario con eco nacional
Melilla ha sido una de las primeras ciudades en albergar actividades dentro del programa nacional por el 600 aniversario del pueblo gitano en España, organizado por el Instituto de Cultura Gitana. En los próximos meses, se celebrarán actos similares en ciudades como Madrid, Granada, Sevilla y Barcelona, con un enfoque que combina cultura, arte y activismo.
Este aniversario remite al año 1425, cuando el rey Alfonso V de Aragón emitió el primer salvoconducto conocido a un grupo de personas gitanas. Desde entonces, seis siglos de historia han transcurrido entre persecuciones, leyes antigitanas y estereotipos, pero también con una enorme riqueza cultural que ha dejado huella en la música, la lengua, la danza y el arte.
Y como bien dijo Amara Montoya, “este 600 aniversario tiene que ser un año de celebraciones, de visibilidad, de demostrar lo que el pueblo gitano ha dado a España y al mundo y que sigamos, como decimos nosotros, con ese buen bajío”.