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Decenas de melillenses visitaron ayer la tumba de Benito López Franco para pedirle toda clase de deseos
La tumba de Benito López Franco se ha convertido en un lugar de peregrinaje que atrae cada año a centenares de personas ansiosas por pedir un deseo o un favor a este militar conocido como el Soldado de los Milagros. Es fácil reconocer su lugar de descanso: una lápida cubierta íntegramente por toda clase de flores, varias fotografías y algunas reliquias con aire castrense sellan su sepulcro.
Familiares del soldado, naturales de Cetina (Zaragoza), se reunieron ayer alrededor de su tumba junto a miembros de la Casa de Aragón en Melilla para realizar la tradicional ofrenda floral que vienen celebrando desde hace cinco años. Vicente López (68 años) es sobrino de este soldado y acudió al acto emocionado y lleno de agradecimiento a los melillenses por cuidar de su tío y mantenerlo en la memoria de la ciudad gracias a un relato que va a caballo entre la historia y la leyenda.
Un amor imposible
El sobrino del protagonista de esta historia hace memoria: “Mi tío murió con tan sólo 22 años. Llegó destinado a Melilla para hacer la mili y aquí conoció a una joven. Ambos se enamoraron perdidamente, pero no estaban destinados a estar juntos”, explica López. Este zaragozano relata una historia donde la versión del suicidio y del asesinato se confrontan.
“La versión oficial que el Ejército comunicó es que mi tío se quedó solo en el botiquín del cuartel a la hora de la comida y, un rato después, un superior lo encontró ahorcado con la cadena del lavabo”, explica. Sin embargo, su familia nunca creyó esta historia, que el Ejército archivó, ya que al cambiarle de tumba descubrieron que tenía el cráneo y un brazo partido. “Se enamoró de una chica que no pertenecía a su clase social. Su padre era un mando importante del Ejército y no quería que estuviera con ella y le advirtió que si no dejaba de cortejarla, le pasaría algo. Vamos, le amenazó de muerte”, sentenció López.
Los milagros
Este sobrino relata que el cuerpo del joven soldado se enterró en una fosa común. Años más tarde, la familia de este militar se enteró de la desgracia gracias a un amigo, cuando López Franco ya llevaba varios años enterrado de forma anónima. Los familiares del militar enamorado viajaron por primera vez a Melilla en 1975 y cuando llegaron descubrieron que decenas de melillenses depositaban desde hacía tiempo ramos de flores y velas sobre su tumba.
Los familiares visitan cada año a Benito López por el Día de Todos los Santos. No saben por qué esta tumba se fue llenando de flores a la vez que se extendió la leyenda de los milagros que concedía el joven soldado. Muchos son melillenses que acuden a su tumba sin falta para pedirle toda clase de favores, desde curar enfermedades como el cáncer, aprobar oposiciones o superar situaciones adversas. Y otros tantos son los que dan fe de que este soldado hace milagros.
“Benito cumple muchos favores. A mí me ha concedido uno, prefiero no decir cuál, pero animo a todo el mundo a visitarlo, porque Benito los escucha”, dice Sara, miembro de la Casa de Aragón en Melilla que no falta a su cita anual. María también es una de las afortunadas que recibió la atención del soldado. “Vengo a traerle dos ramos de flores por concederme una petición hace algún tiempo”, asegura. “La devoción está justificada: cumple lo que le pides”, añade.
“Llevo visitando al soldado hace muchos años. Le pedí un favor y me lo concedió, por eso se merece la fama que tiene y la tumba llena de flores”, relata Josefa, una mujer mayor en silla de ruedas y con problemas de visión. Estos tres testimonios, aunque no han querido desvelar el milagro que el soldado obró, coinciden en la buena voluntad del militar.
Las ánimas
Los milagros de Benito López compiten con el de las ánimas que habitan en el osario común, donde están enterradas las personas que no fueron reclamadas por ningún familiar. Estas ánimas, que son las almas de quienes están en el Purgatorio tratando de ganarse un puesto en el cielo y evitar ir al infierno, ayudan a la gente que les reza para ganarse el descanso eterno. Por ello, muchos melillenses también les lanzan flores, pero hay que tener cuidado con lo que se les promete, ya que a pesar de estas ánimas benditas no son vengativas, dan un aviso si no se cumple con la promesa, según explicaron algunos de los visitantes que les rezaban ayer.