Hasta ahora sabía que el votante socialista había mutado en un ser capaz de asumir toda clase de doctrina, concesión, pacto, mantra o cambio de opinión sanchista; un tipo de cajón desastre al que todo le vale, acumulando y haciendo uso de cualquier aspecto necesario que consiga salvar al relato y dé un día más de aguante en Moncloa a Sánchez. Fruto de esta metamorfosis involutiva me he encontrado, debatiendo en redes sociales, con la afirmación que culmina –hasta hoy– el proceso de lavativa cerebral dispuesto a asumir por dicha especie: "Prefiero que me roben, a un Gobierno del Partido Popular".
Una vez que el demoledor informe de 490 páginas de la UCO ha destapado 10 años de corrupción socialista, Pedro Sánchez parece haber adoptado también dicho discurso. En una vuelta de tuerca más a sus ya de por sí espurios argumentos, ha necesitado dos comparecencias en tres días para llegar al mismo muro de partida donde empezó, utilizando su particular salvavidas de la derecha y la ultraderecha que convenza a sus socios (deben andar relamiéndose) de concederle un bonus track. Quién sabe si el último.
Después de que sus dos secretarios de Organización y el asesor de uno de ellos, hayan aparecido involucrados en una supuesta trama de organización criminal y cohecho por el cobro de mordidas en adjudicaciones de obras públicas, el presidente del Gobierno, maquillado hasta el cuello estilo halloween, queriendo aparentar un estado demacrado como de recién llegado después de 98 días en Supervivientes, ha pedido perdón a los españoles, sí, alegando que hasta entonces no conocía cómo se las gastaban los puestos por él para controlar el Partido Socialista. Debe ser, que durante el tiempo que pasó con ellos recorriendo España en un Peugeot, jugaban a las palabras encadenadas escuchando a Parchís. Al parecer, las disculpas al país le parecieron algo insuficientes en contenido ya que, además, nos comunicó que eran ya las cinco y aún no había comido.
Seguidamente, enroque al y tú más en el Congreso y carta (¡otra!) a la militancia, en la que en su primer párrafo redacta que «no puede mirar con indiferencia el machismo que proyectan las declaraciones conocidas, totalmente incompatibles con los valores progresistas y profundamente feministas de nuestra organización», pero se escribe por WhatsApp con Ábalos llamando «pájara» a su ministra de Defensa. De nuevo a tirar de manual de resistencia.
La incompetencia o el ser cómplice es también aplicable al PSOE de Melilla. Durante 4 años han formado parte junto a CpM y un títere de un caos de Gobierno del que cuatro de sus integrantes cepemistas, más el líder en la sombra de estos, tuvieron que entrar 71 días (la investigación continúa abierta) en prisión acusados, entre otros, de los presuntos delitos de organización criminal, malversación de fondos, prevaricación, contratación fraudulenta, tráfico de influencias y falsedad documental, como consecuencia de la compra masiva de votos por correo en las últimas Elecciones Municipales y Autonómicas. La situación no es nueva para ninguno de los dos Partidos ya que el Tribunal Supremo condenó en 2021 a sus dos líderes a 2 años de prisión e inhabilitación, por falsedad y dos delitos electorales en el denominado ‘Caso Voto Por Correo’ llevado a cabo en las elecciones generales de 2008.
Al igual que Sánchez, la delegada del Sanchismo en Melilla, y uno que anda por ahí –que en su día fue socialista y ahora es populista– que va de nuevo y lleva 20 años, no sé qué tipo de lecciones se atreven a continuar dando ambas formaciones aún hoy.
Los melillenses en mayo del 23 otorgaron una aplastante victoria al Partido Popular, y es el Gobierno de Juanjo Imbroda el que está situando a Melilla en una nueva era. La de mirar al Norte; creciendo, prosperando y avanzando a través de políticas que generan economía y empleo, prosperan en vivienda, cuidado por el medioambiente y avances sociales, que tienen en cuenta la riqueza multicultural, integradora y de paz de nuestra ciudad, y dotan de oportunidades a jóvenes. Una clara hoja de ruta basada en tres pilares fundamentales: Turismo, Nuevas Tecnologías y Universidad.
Sánchez tiene que irse. Si lo sabía, por cómplice, y si no lo sabía, por incompetente. Ha de ponerse en manos de los ciudadanos a través de la Democracia. La igualdad, la libertad y el Estado de derecho deben abrirse paso y será entonces cuando, sólo quienes estamos al otro lado de su muro, podremos gritar bien fuerte y con orgullo, que estuvimos en el lugar correcto de la Historia.