La Semana Santa es una tradición profundamente arraigada en la cultura española, y en ella la música no es un mero acompañamiento: es alma, es ritmo, es emoción. José Hurtado, director de la Agrupación Musical 'La Flagelación' comparte en una entrevista con El Faro de Melilla una visión apasionada y comprometida del papel de la música profesional en las procesiones.
"La música profesional nace para cubrir una necesidad que tienen los tronos", explica José Hurtado. Y no se trata únicamente de acompañar o de embellecer, sino de marcar el ritmo y la velocidad de las procesiones. El director resalta que esa función técnica se convierte en algo más profundo: "La importancia que tiene es mucha".
La música no solo cumple un papel logístico, sino también artístico. Hurtado lo tiene claro: "La música, igual que cualquiera de las otras artes, tiene que despertar sentimientos, y depende del artista el que lo despierte o no". En este sentido, la banda se convierte en un puente entre lo que se ve - los tronos, los nazarenos, la luz de las velas - y lo que se siente. Cuando una marcha logra emocionar al público, el orgullo es doble: por la interpretación y por la conexión emocional generada.
Ritmo, solemnidad y emoción
Para comprender el impacto real de la música en una procesión, hay que detenerse también en su construcción. Hurtado explica que "para decir si una música es más alegre o más triste deberíamos hablar de los modos en los que está escrita la obra". La técnica musical, los modos y estructuras armónicas, juegan un papel fundamental en la creación de diferentes ambientes.
Pero además del componente técnico, hay un elemento humano que define el resultado: "Va primero en la idiosincrasia que tenga la propia agrupación y segundo, lo que el público quiere escuchar". Esto da pie a una idea poderosa: una misma marcha puede generar sentimientos diferentes en distintas personas. La música, entonces, no solo dirige el ritmo de la procesión, sino crea una experiencia colectiva a través de emociones individuales.
Un trabajo que nunca se detiene
La Semana Santa no es una cita que se prepara en unas pocas semanas. En el caso de la Agrupación Musical 'La Flagelación', el compromiso es continuo. "La banda enlaza una Semana Santa con otra", afirma el director. Apenas termina la última procesión, se toman unos días de descanso y ya comienza la planificación para el siguiente año.
La organización es precisa y meticulosa: "Nosotros ya tenemos prácticamente cerrado el repertorio que vamos a llevar para la Semana Santa del 2026". La banda no solo interpreta marchas, también las reinterpreta. Algunas se retiran del repertorio para ser renovadas y reestrenadas. El objetivo es siempre mantener la frescura, el nivel y la conexión con el público.
En cuanto al volumen de trabajo, el dato impresiona: "El año pasado llevamos 55 marchas, este año llevamos 47". Un repertorio extenso que exige disciplina, compromiso y pasión por parte de cada uno de los músicos.
Momentos que marcan una vida
A lo largo de sus veinte años al frente de la agrupación, José Hurtado ha acumulado momentos inolvidables. "No podría decirte uno solo", confiesa. Entre los recuerdos más importantes destaca la refundación de la banda en 2005, y su primer concierto de Cuaresma, "hace siete años, ocho si contamos con el año del Covid".
Cada actuación, cada procesión, cada nota tiene una carga emocional especial. Lo que ocurre entre los músicos y el público en esos momentos no puede explicarse solo con palabras. "Me han dado para vivir muchas cosas y todas buenas", apunta.
Hermandad y vínculo con el público
Más allá de lo musical, José Hurtado subraya la dimensión humana que tiene la agrupación. "Somos una familia", afirma rotundo. La convivencia durante todo el año fortalece la relación entre los músicos: "Nos preocupamos los unos de los otros, hablamos entre nosotros, nos contamos nuestras cosas".
Esta hermandad se refleja también en su conexión con el público. La banda escucha a la gente, se interesa por lo que las cofradías quieren que suene, por las marchas que emocionan. Esa escucha activa permite que la música no sea impuesta, sino compartida y que cada procesión sea un diálogo entre tradición, arte y emoción.
La visión de José Hurtado es clara: la música profesional en la Semana Santa no solo acompaña, transforma. A través de sus marchas dotan de alma a acaba paso, de sentido a cada instante, y de emoción a cada silencio entre notas.
En sus palabras late una pasión auténtica por la música y por la Semana Santa, pero también por las personas: los músicos que forman una familia y el público que siente cada marcha. Porque al final, como bien dice José Hurtado, "no hay mejor cosa que emocionarse con algo que está bien hecho". Y es que la música de Semana Santa, cuando nace desde el corazón, está siempre bien hecha.