Si hay algo en lo que coincide una gran parte de la población es que la Ensenada de los Galápagos es una de las joyas de Melilla. Es hermosa en invierno, cuando la playa está cerrada al público, pero en verano, cuando sus aguas turquesas se llenan de vida, lo es todavía más.
La playa de los Galápagos gana también puntos por su excelente ubicación, en pleno centro de la ciudad, entre las murallas de Melilla la Vieja, con unas vistas privilegiadas del recinto histórico.
Su reducido tamaño, sin embargo, no es un impedimento. 200 metros de arena fina y dorada, con aguas cristalinas y tranquilas, que invitan a relajarse y disfrutar del día.
La cala está protegida por un espigón que la resguarda del oleaje y la convierte, además, en el sitio ideal para bañarse y practicar algunos deportes acuáticos, como el buceo, el snorkel o el paddle surf.
Por otro lado, es la única playa de Melilla que permanece cerrada al público durante la noche. El horario restringido ha sido una de las quejas ciudadanas, pero la Ciudad Autónoma lo ha ampliado de diez de la mañana a ocho de la tarde de lunes a domingo para que los melillenses puedan disfrutar de ella mucho más.
También hay un equipo especializado de submarinistas que se dedican a limpiar la microbasura marina que se acumula y el aforo está restringido a 180 personas. Todo ello la convierte en la playa melillense favorita de muchas personas.
Sean de Melilla o no, la opinión popular considera que la Ensenada de los Galápagos es uno de los rincones “más bonitos” de Melilla. María asegura que no tiene nada que envidiar a otras calas de España. Lo mismo opina Jesús, almeriense, y Susana, de Cuba, que destacan las aguas turquesas que bañan los Galápagos y que conquistan a cualquiera.
“Esa playa es maravillosa. Se asemeja mucho a la playa de Santa María del Mar, que está en Cuba. Me encanta, es una maravilla”, comenta Susana.
Jesús también compara sus aguas con algunas de las calas de Almería. Su belleza, dice, no tiene nada que envidiar y es una “auténtica joya”.
Para los que viven en el centro, o cerca de él, los Galápagos solo son ventajas. Los días de entre semana, mientras muchos trabajan, la playa está tranquila. Algunos aprovechan las primeras horas de la mañana para ir a relajarse cuando no hay mucha afluencia.
Sábado y domingo es cuando más gente acude a ella, pero tampoco se masifica como otras playas de España. Esa es también una de sus principales ventajas, pero su aforo restringido hace que, en ocasiones, se formen largas colas para poder entrar.
Entre tanta maravilla en esta joya de la ciudad de Melilla, también se mantienen los tradicionales saltos hacia el agua que los bañistas. Sobre todo son los jóvenes menores de edad quienes se atreven a saltar desde la Boca de León, mientras que otros aprovechan para recorrerla y llegar hasta la Cala de Trápana, a pie o a nado. Una estampa típica de los Galápagos, independientemente del día y la hora.
La Ensenada de los Galápagos fue formándose hace miles de años. Es un fondo mioceno que se elevó a 350 metros formando la península de tres forcas.