‘Él, don Enrique, les enseñó a ellas y ellos, los profesores del ‘Enrique Soler’ enseñan en su nombre, al gran maestro de ciencias y valores, ese señor que se dedicó a entregar su vida “en cuerpo y alma” a la enseñanza. El centro es fruto de un gran “esfuerzo cooperativo”, a veces un tanto incomprendido y, hoy en día, máximo referente de la formación integral de los más jóvenes de la ciudad. Y es lógico porque, de otra manera cómo se puede impartir ciencia y valores en el nombre de quien enseñó con maestría “durante toda su carrera docente siendo admirado y respetado por la comunidad melillense?”.
El colegio concertado Enrique Soler vio la luz hace 15 años, en 1996, y su crecimiento ha sido incuestionable en materia de medios humanos y materiales…y en ambiciones. Dicen que tienen el objetivo de ofrecer al alumnado una “educación diferenciadora, plural, cooperativa y de calidad. Es decir, proyectando los propios valores humanos de sus fundadores. Respecto al crecimiento, el material es más que destacable con nuevas instalaciones, mayores espacios y un mantenimiento propio al de las obras de arte.
Pero el gran secreto de la familia del ‘Enrique Soler’ es el inconformismo en contenidos. Me explico: Una cosa es tener un plan educativo, de esos que marca el Gobierno, y otra bien distinta es ir enriqueciendo sus programas en valores y actividades. Una cosa es aprender matemáticas y otra es aprender a ser compañero, cooperativo, serio, respetuoso, cariñoso, medio ambiental, solidario…estos detalles no los marcan los planes pero sí el corazón de enseñantes preocupados por el futuro de unos pequeños seres humanos que habrán de enfrentarse a una vida poco esperanzante, al menos tal y como se plantea en la actualidad.
Tienen hasta un club deportivo y un equipo que compite en la tercera de las categorías del baloncesto español; tienen una agrupación cultural, ejemplo de participación y éxitos que dirige Alejandro Aguilar; tienen hasta un programa de radio en Onda Cero en el que entrevistan a cualquier personaje, por difíil que sea, y tienen la facilidad innata de llevarse perfectamente bien con las instituciones y firmar acuerdos de colaboración para bien y beneficio de ambas partes y tienen, actualizado, el carácter de don Enrique: bondad, preocupación por el alumno y decisión. Él les mira a diario y ellos, con una media sonrisa cómplice en sus caras, se dejan mirar complacientes.