El premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2024 ha recaído este año en el académico Michael Ignatieff, con una intensa y polifacética vida profesional. Para conocer mejor la figura del galardonado, El Faro de Melilla entrevista a María Sánchez Martínez, vicedecana de la Facultad de Humanidades y CC de la Comunicación de la Universidad San Pablo CEU de Madrid.
-Ignatieff, amplia y variada trayectoria: periodista, académico, político, ensayista...
-El filósofo e intelectual canadiense cuenta con una extensa y polifacética trayectoria profesional. Se licenció en Historia y a mediados de los años 70 obtuvo su doctorado por la Universidad de Harvard. Durante años ejerció la docencia en diversas instituciones, llegando a ocupar el cargo de rector en la Central European University Vienna durante cinco años.
Además, cabe destacar que en su faceta más divulgadora también ejerció como presentador de televisión y ha sido columnista en The Observer y The New York Times Magazine. Lejos de permanecer solo en la actividad intelectual, Ignatieff también ha tenido un papel relevante en la política de su país natal donde ha sido miembro de la Cámara de los Comunes del Parlamento canadiense por el Partido Liberal de Canadá, del que fue vicepresidente y, posteriormete, presidente.
-Un ensayista con una original mezcla: humanismo, realismo político e idealismo liberal, dice el jurado. ¿Qué representa Ignatieff para que se le conceda el premio?
-Su trayectoria profesional y, lógicamente, la diversidad de su perfil, han permitido a Ignatieff ser uno de los filósofos y pensadores más relevantes del momento. Su trayectoria académica y su participación en la vida política han dotado a Ignatieff de un bagaje intelectual y de una visión sobre los principales problemas actuales en la línea de los grandes pensadores contemporáneos como Zweig, Ortega y Gasset o Arendt. Todas las épocas han tenido sus hitos pero el siglo XX ha sido, probablemente, uno de los más convulsos, dos Guerras Mundiales, la aparición de los totalitarismos, la Revolución Rusa, la Guerra Fría, el Muro de Berlín, la bomba atómica, el conflicto palestino-israelí… Por este motivo, las publicaciones y declaraciones de Ignatieff en línea con la defensa de la libertad, la tolerancia y el respeto son fundamentales. Hoy vivimos también tiempos convulsos, a todos los conflictos existentes hay que unir la variable digital. Las redes sociales, las fake news, la IA y los perfiles anónimos de la red hacen que vivamos en una inestabilidad y una polarización como nunca antes se había dado. Por ese motivo figuras como las de Ignatieff son tan relevantes y necesarias.
-Gran defensor de la tolerancia, el respeto a la opinión del otro. Debate sobre las normas en el que lo importante es el respeto por la opinión del otro.
-Ignatieff siempre se ha mostrado como un gran defensor del Liberalismo, en este sentido todos sus textos están impregnados de la defensa de la libertad, tanto en lo económico como en las libertades civiles y la tolerancia como base de las relaciones humanas. Hay que tener en cuenta que sus abuelos pertenecían a la elite y aristocracia rusa, su abuelo fue ministro de educación antes de la revolución bolchevique, tuvo que huir y finalmente se instala en Canadá. Su padre también hereda esa vocación de servicio público, así que no es extraño que Ignatieff tenga en sus orígenes familiares la base del respeto y la tolerancia que impregna sus aportaciones como filósofo, político y periodista.
-Respeta siempre las exigencias normativas de los sistemas democráticos. La salvaguarda de las instituciones es su preocupación fundamental y está en contra del nacionalismo catalán y de los políticos que no aceptan las reglas del juego, que se salga del orden constitucional.
-Ignatieff vivió en primera persona las consecuencias de los nacionalismos durante su estancia en los Balcanes. En Sangre y pertenencia. Viajes al nuevo nacionalismo definió la nación como una comunidad de ciudadanos iguales, portadores todos de los mismos derechos. El nacionalismo lo primero que hace es generar diferencias en base a un apego patriótico que, además, suele estar en directa confrontación con el orden constitucional establecido en una democracia.
-En este sentido el nacionalismo catalán o vasco...
-En palabras del propio Ignatieff es diferente porque “España no es un Estado autoritario” e insiste en que “el desafío político es hacerle espacio manteniendo la unidad nacional en una Unión Europea que con muy buenas razones es hostil al separatismo, una acción inconstitucional unilateral no es aceptable ni ventajosa” refiriéndose al resultado de las últimas elecciones catalanas. Desde el punto de vista político también se enfrentó a Viktor Orbán cuando, siendo el rector de la Central European University en Budapest, institución fundada por George Soros, sufrió el ataque del Gobierno húngaro hasta el punto de tener que trasladar la sede a Austria.
-En este mundo confuso, dice Ignatieff, necesitamos consolaciones.
-Hace un año se publicó el libro En busca de consuelo: Vivir con esperanza en tiempos oscuros en el que Ignatieff explora el modo en que filósofos, escritores, artistas y otros personajes de la cultura y el pensamiento recobraron la esperanza tras momentos de desamparo. Actualmente no vivimos en el peor de los tiempos, pero siempre es necesario el consuelo ante la vicisitud. El texto de Ignatieff recoge como Dante Alighieri, Albert Camus, Cicerón, Marco Aurelio o Primo Levi afrontaron la angustia y la incertidumbre en su momento. El mundo actual, además de los conflictos políticos y bélicos, está sumido en una intoxicación sin precedentes. El mundo digital ha cambiado muchos de los paradigmas que había hasta el momento y también ha abierto la puerta a conceptos como el relativismo o la posverdad. Y, lógicamente, esta confusión en la que vivimos necesita también, como ha ocurrido siempre, consolaciones.