Joaquín Nicolás Giménez llegó a Melilla en diciembre de 2017 destinado como jefe de servicio en el centro penitenciario. Hasta marzo de 2020, sus relaciones con el director de la cárcel, Francisco Rebollo, fueron las normales entre un superior jerárquico y un mando intermedio.
Todo cambió, sin embargo, el 12 de marzo de 2020. Esa mañana se había reunido en la comisión disciplinaria con el director y con otros trabajadores del centro. Había regresado de Madrid con lo que pensaba que era una gripe, pero que luego en Salud Pública le diagnosticaron como covid19. Fue el primer paciente de Melilla ingresado con la enfermedad. Cuenta que estuvo a punto de morir dos veces. Él recibió de Rebollo varios mensajes de WhtsApp ese día tildándolo de “irresponsable, desleal y muy mala persona” y donde le pedía que dejara de mandar “gilipolleces a nadie”.
Por si fuera poco, días más tarde, el 28, falleció, para su desgracia, el 28 su madre en Madrid. También varios de sus primos posteriormente. El virus se cebó con su familia. La situación no fue fácil de manejar: él solo, en su casa, contagiado, con la situación familiar que tenía y recibió esa respuesta.
Al final, Rebollo le abrió un expediente disciplinario por ir a trabajar sabiendo, según él, que tenía covid cuando la enfermedad tenía un alto índice de mortalidad. Aunque el director intentó evitarlo, Joaquín se reincorporó al trabajo el 18 de julio. Ahí, asegura, empezó su “calvario”. Ni fue capaz de abrir la carta.
A partir de ahí, Joaquín asegura que Rebollo ha estado haciendo todo lo posible por fastidiarlo –por no utilizar la palabra que él empleó- tratándolo “de forma desigual” que a los demás funcionarios de su categoría en situaciones “iguales o similares”.
Un ejemplo es que el 24 de julio le denegó un permiso especial que pidió, ya que no había podido asistir al entierro de su madre en Salamanca. El 13 de noviembre, sin ser de su competencia, ayudó a la excarcelación de varios presos y a los encargados Rebollo les dijo “dejad que lo haga, que así nos lo quitamos de encima un rato”.
En Navidades, pese a que solicitó permiso con 39 días de antelación para el día 25 de diciembre y al “año tan duro” que había pasado, la respuesta de Rebollo –también por WhatsApp- fue “te ha tocado” y que, salvo que encontrara un cambio con algún compañero, tendría que acudir pese a que, a día 21, iba a ser difícil encontrar un billete y a que su padre se encontraba solo en Madrid en las primeras Navidades sin su madre. Un compañero, por fortuna para Joaquín, le hizo el cambio.
Por esos tiempos, tras un incidente en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), habían ingresado en prisión una treintena de personas que estuvieron allí unos dos meses y medio. Cuando hubo que dejarlos en libertad, como Joaquín vio a sus compañeros “muy agobiados, porque soltar a 30 lleva mucho trabajo”, se ofreció a ayudarlos pese a que no sólo no era su cometido, sino que era su superior. Éstos le comentaron después que llevara cuidado, que el director iba tras él y que les había dicho “dejad que saque a los internos, que así nos lo quitamos de encima un rato”, con lo cual Rebollo también le estaba quitando la autoridad. No contento con eso, lo acusó de haber pegado a una presa el 31 de diciembre, hecho negado tanto por Joaquín como por la funcionaria, a pesar de lo cual Rebollo estuvo preguntando a las presas.
El 8 de noviembre de 2021 Joaquín pidió nueve días de vacaciones que le quedaban, ante lo cual la respuesta de Rebollo, siempre según el jefe de servicio, fue que no debía quejarse porque ya le había dado 75 días por el horario especial durante la pandemia del covid.
El 16 de noviembre fue agredido por un preso y hubo de ser llevado a Urgencias por un compañero. En palabras del oculista que lo atendió en la clínica Cico, pudo haber perdido un ojo. Sin embargo, y pese a los informes de la clínica, de Urgencias y del médico de la prisión, así como del parte de su compañero donde se narraban los incidentes, a Rebollo “no se le ocurre otra cosa que ir preguntando, a las puertas de la cafetería, enfrente de los internos”, si verdaderamente se había tirado al suelo o lo habían agredido. El interno fue condenado en 2024 por estos hechos.
Joaquín va proporcionando a El Faro todos los documentos e informes de los que habla y que prueban su versión, y continúa con el relato de su calvario desde marzo de 2020 por culpa de Rebollo.
El 23 de mayo de 2022 Joaquín presentó un escrito pidiendo los días de permiso suprimidos y que cesara la actitud hostil de Rebollo hacia él. Al no recibir contestación, el 24 de agosto hizo lo propio ante la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, pero la respuesta fue negativa.
Una semana más tarde, le fue retirado el complemento de residencia por haber pasado la incapacidad laboral fuera de Melilla, algo que, según Joaquín, Rebollo no había hecho nunca con ningún otro trabajador en esa situación desde que tomó posesión como director el 1 de noviembre de 2011. Por ello, Joaquín se vio obligado a pagar esos 10.000 euros a Hacienda. Aunque esto no lo puede demostrar, asegura que, el día 21 de diciembre de 2022, Rebollo le dijo que era “tonto” y que todo eso le había pasado por ir a trabajar con el covid.
Ese mes de diciembre de 2022 no se le abonó la productividad especial que cobran los jefes de servicio al cabo del año por haber estado de baja por la agresión, pero, como al ser accidente laboral le correspondía, le fue abonado, eso sí, 97 días más tarde, el 28 de marzo de 2023 tras reclamarlo.
El 16 de septiembre de ese año sufrió, junto a otros funcionarios, otra agresión por otro interno. El día 22 de diciembre, en el día de la celebración de la patrona, recuerda Joaquín que Rebollo explicó en los medios de comunicación locales que su actuación había sido errónea y que por eso habían resultado lesionados otros funcionarios.
Finalmente, el 4 de julio de 2023 Joaquín interpuso una querella contra el director del centro penitenciario que fue ampliada el 8 de octubre de este año. Aunque la juez, en primera instancia, no admitió la querella, tras la apelación la Audiencia Provincial de Málaga le dijo a la juez que, además de los delitos de acoso laboral y prevaricación administrativa, podría haber otro contra la integridad moral en el trabajo.
Este miércoles, día 11 de diciembre, Rebollo tendrá que declarar por todos estos hechos ante el juzgado correspondiente. El día 16, lunes, lo harán diez testigos.
Es consciente -y lo dice “de corazón”- de que “es muy difícil que esto salga bien, porque son delitos muy difíciles de probar”. “Pero me ha hecho tanto daño –y lo dice como con un grito en el pecho- que me he liado la manta a la cabeza” a pesar de que, el pasado día 24 de noviembre, se ofreció a hablar con el director. “No quiero hacer daño a nadie; lo que quiero es que sepa que me lo ha hecho a mí”, apunta.
La “angustia” de Joaquín
Durante toda la conversación, a Joaquín se le nota francamente agobiado. Incluso pide perdón si tartamudea en exceso. Asegura que ver a Rebollo todos los días le produce una gran “angustia”, pero que le viene bien ir a trabajar para despejarse la cabeza, porque su situación familiar “no es precisamente ideal”. Algunos compañeros le han advertido de que el director va a por él.
En cierta forma, Joaquín comprende a Rebollo, ya que, a raíz de su covid, tuvo que permanecer dos semanas aislado en un cuarto de su casa, con “un temor terrible” de que su mujer y sus dos hijas pudieran contagiarse en una época en la que morían a centenares las personas en España a causa de la enfermedad. El 28 de marzo de 2020, en concreto, el día que falleció su madre, murieron 881 personas.
Ello no quita para que tenga actualmente un estado de alteración porque siente que le ha quitado dinero y días de trabajo, además de haberlo “vilipendiado delante de los compañeros y en los medios de comunicación de Melilla”. Aunque ahora ya puede hacer una vida más o menos normal, después de todos estos hechos sigue en tratamiento psiquiátrico. Entre eso, el covid y su situación laboral, confiesa que está pasando “un auténtico calvario”, por no hablar de la situación en la que se encuentra su padre.
Por último, pese a que la conversación se produjo hace unos días, pide a este redactor que no publique la noticia hasta el día 11 –cuando tiene que declarar Rebollo-, ya que temía que, si salía a la luz antes, el director pudiera hacerle la vida más imposible hasta la vista.
“Si me he llegado a quebrar en la conversación, discúlpame”, concluye Joaquín. Lo hizo, pero no pasa nada.
Rebollo vete a comer bollos a tu tierra con tus cerdos. Te conozco personalmente y es ud. Una persona non grata en Melilla,