El agua es el elemento principal de nuestro cuerpo. Es el componente esencial para mantener el correcto funcionamiento, por lo que es de vital importancia su consumo. Ayuda a mantener la temperatura corporal, al transporte de nutrientes o a la eliminación de las toxinas. Por este motivo, desempeña un papel crucial en nuestra salud.
Todos conocemos las propiedades de este líquido tan necesario. El agua pura es incolora, inodora e insípida. Sin embargo, es común que el agua que consumimos tenga ligeras variaciones en su sabor debido a las sales minerales y otros elementos que puede contener.
Y es que no todas las marcas de agua son iguales, a pesar de que cuando compramos las botellas en el supermercado, pocas veces nos fijamos en la composición o no sabemos muy bien qué significan todos los datos que contiene su etiquetado. Para saber más acerca de este líquido vital, El Faro ha consultado a la dietista Marta López Ortuño.
"El agua que consumimos debe ser de buena calidad, limpia y libre de contaminantes. Al elegir agua embotellada, es importante revisar en la etiqueta varios aspectos clave: la procedencia, la fecha de envasado y caducidad, y la cantidad de minerales presentes", explica la experta.
El contenido de sodio, calcio, magnesio y bicarbonatos es especialmente importante, ya que tal y como aclara López Ortuño, afecta tanto a la salud como al sabor del agua. Además, añade, el pH del agua es otro aspecto a tener en cuenta porque influye en su acidez o alcalinidad.
Clasificación del agua
Según señala Marta López Ortuño, el agua puede clasificarse en función de su mineralización, es decir, la cantidad de minerales disueltos que contiene. Existen tres tipos principales: mineralización muy débil, débil y fuerte. La más óptima para el consumo diario, apunta, es la de mineralización débil, ya que contiene una cantidad equilibrada de minerales, sin sobrecargar el organismo, especialmente los riñones. Este tipo de agua es la más común en los supermercados y es apta para la mayoría de las personas.
- Agua de mineralización muy débil: contiene menos de 50 mg/l de minerales. Es recomendada para personas con problemas renales o quienes deben seguir dietas bajas en sodio, ya que no sobrecarga el sistema.
- Agua de mineralización débil: contiene entre 50 y 500 mg/l de minerales. Es la más adecuada para el consumo diario, ya que aporta minerales esenciales sin excederse.
- Agua de mineralización fuerte: tiene más de 500 mg/l de minerales y es más indicada para usos terapéuticos o en situaciones específicas, como en casos de deshidratación intensa o para deportistas que necesitan reponer electrolitos.
"La mineralización se refiere a la cantidad total de sólidos disueltos, principalmente minerales como calcio, magnesio, sodio, bicarbonatos, sulfatos y cloruros. El agua de mineralización débil contiene una proporción moderada de estos minerales, mientras que el agua de mineralización muy débil prácticamente no contiene ninguno. El agua de mineralización fuerte, por otro lado, tiene una alta concentración de minerales, lo que puede aportar beneficios en situaciones especiales, pero no es ideal para el consumo diario", destaca.
En este sentido, resalta que cada mineral tiene una función específica en el organismo. "El calcio es esencial para la salud ósea, el magnesio ayuda a regular la función muscular y nerviosa, y el sodio es importante para mantener el equilibrio de líquidos en el cuerpo. Sin embargo, un exceso de sodio puede ser perjudicial, por lo que conviene elegir aguas con bajo contenido en este mineral", aclara.
En cuanto a la capacidad de saciar la sed, remarca que todas las aguas pueden hidratar por igual, aunque las de mineralización débil suelen ser más ligeras y agradables al paladar, mientras que las de mineralización fuerte pueden tener un sabor más intenso debido a la mayor cantidad de minerales.
"En general, el agua de mineralización débil es adecuada para todas las edades. Sin embargo, para bebés y personas mayores, se recomienda el agua de mineralización muy débil o débil, ya que sus riñones no deben ser sobrecargados con demasiados minerales. Las personas con condiciones específicas, como hipertensión, también deberían optar por aguas bajas en sodio", comenta.
Por otro lado, subraya que para los deportistas o personas expuestas a un calor extremo pueden beneficiarse de aguas con mayor mineralización para reponer electrolitos perdidos.
"Es importante recordar que el agua debe ser la principal fuente de hidratación en nuestra dieta. También hay que tener en cuenta que, aunque el agua embotellada puede parecer más segura, la mayoría de los sistemas de agua potable municipales son de buena calidad. Finalmente, es recomendable variar el tipo de agua que consumimos según nuestras necesidades diarias y estado de salud", añade.