Aberchán mueve ficha





QUIENES daban por muerto a Aberchán han pasado mala noche. El líder cepemista aprovechó que Pedro Sánchez mostró el jueves disposición para colaborar en el control de la epidemia del coronavirus en Madrid y le lanzó un anzuelo que, como mínimo, deja a los socialistas melillenses descolocados. A través de Twitter, Aberchán confesó al presidente del Gobierno que en Melilla necesitamos también la ayuda que él ha ofrecido a Madrid porque somos la autonomía con mayor porcentaje de contagio de coronavirus, con un 22% que adelanta el 21% de la capital de España. Somos cabeza de león, pero cuando no hace falta serlo. Se refiere Aberchán a la carta que Pedro Sánchez envió este viernes a la presidenta de la comunidad madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en la que le propone reunirse en la sede del Gobierno de la capital de España para, “dentro del respeto a las competencias”, estudiar de forma conjunta la forma de superar cuanto antes la situación crítica que atraviesa Madrid respecto a la COVID-19. Ayuso ha aceptado reunirse con Sánchez porque “la comunidad de Madrid ha estado demasiado tiempo sola”. En estos momentos, señaló en su respuesta al presidente, “se hacen necesarias estrategias nacionales” y “respaldo en materia legislativa y de seguridad ciudadana”, que son competencias de las que carecen las autonomías para tomar medidas efectivas que frenen el avance de la pandemia. Pues bien, justo el Día de Melilla, Aberchán, en representación del partido con más diputados en la Asamblea, no tuvo necesidad de aparecer en el acto oficial al que nunca acude para ganarse un titular importante en la prensa y lo consiguió pidiendo al presidente Sánchez lo que no habíamos pedido hasta ahora: ayuda. Se han hecho consultas desde la Ciudad sobre la posibilidad de solicitar el estado de alarma y nos hemos dado de bruces con que somos un municipio, como decía la orden del Boletín Oficial de Melilla (BOME) con las medidas sanitarias adoptadas a finales de agosto con el propósito de cerrar los centros de menores, mayores y de acogida de migrantes. Resultado: la echó para atrás una jueza de Melilla. No tenemos, por tanto, potestad para pedir algo que sólo pueden reclamar los presidentes de comunidades autónomas o del Gobierno de España, previa consulta al Parlamento. Y nos encontramos con que la curva de contagios sigue cuesta arriba y hemos sobrepasado los datos de la primera ola de la COVID-19 sin que, hasta el momento, sepamos si los contagios han sido importados de personas que estuvieron en discotecas en Málaga o si, por el contrario, influyó la autorización para celebrar la Fiesta del Cordero, cuando en el resto de España se optó, por prudencia, por suspender los festejos patronales. Revisar desde Moncloa los datos de las comunidades autónomas da una visión global que, en efecto, quita hierro a los 418 casos positivos activos que tenemos en Melilla. Si nos centramos sólo en ese número es difícil valorar la magnitud de la tragedia que se vive en esta ciudad con sólo seis camas de UCI en el Hospital Comarcal, de las cuales cuatro están ocupadas. El consejero de Salud Pública, Mohamed Mohand, asumió ya que el estado de alarma es necesario en Melilla. No podemos culparle de su desconocimiento de las competencias jurídicas que tenemos en esta ciudad porque, ciertamente, aquí nadie sabía que eso no lo podíamos pedir alegremente. Para volver a cerrar puerto y aeropuerto a cal y canto necesitamos la colaboración del presidente Pedro Sánchez y ahí, hay que reconocerlo, Aberchán estuvo rápido. Y habría estado más rápido aún si no lo hubiera pedido tan tarde. Pese a que el cepemista lleva muchos años en política sigue sin entender que un buen titular se pierde en un espacio pequeño o fuera de los informativos más importantes del día. No es que no tenga impacto: es que tiene menos tiempo de vida. Si podía aguantar vivo 72 horas, se te queda, con suerte, en 48. Todo lo que sale después de las siete-ocho de la tarde-noche está condenado a meterse donde quepa y no donde debería ir por su importancia. El motivo es muy sencillo y además comprensible: los periodistas, aunque no lo parezcamos, somos humanos. Estamos vivos, tenemos familias y ¡sorpresa! también nos gusta cenar con los nuestros en casa. Así que, a menos que bajen los marcianos y planten la nave espacial en la Plaza de España, las noticias que saltan a horas indecentes se meten donde se pueden meter porque ya hay trabajo hecho y adelantado que no vamos a tirar a la basura cuando alguien se pone profundo a deshoras. Es así y es algo que deberían interiorizar todos los que se meten en política. Por lo demás, bravo por Aberchán aunque la ayuda de Pedro Sánchez quizás debieron pedirla los socialistas de Melilla para que se note que tienen mano en Madrid. No hace falta lanzar el SOS en Twitter, pero quizás un mensajito de WhastApp a tiempo habría dado un respiro a su gestión de la pandemia.

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