Querida Mª Paz:
Nunca hubiésemos querido escribir esta carta, jamás habríamos imaginado que nuestra Amiga, la de la eterna sonrisa, la que siempre nos dedicaba palabras dulces y llenas de cariño iba a marchar junto al Padre tan pronto.
Pero la vida es así, todos tenemos que partir algún día y tu billete tenía la fecha demasiado próxima.
¡Ay Amiga! porque así te sentíamos todas, como una verdadera Amiga (con mayúsculas) que difícil es hacernos a la idea de lo que ha ocurrido.
Luchadora, valiente, cariñosa, afable, simpática… todos los buenos adjetivos cabían junto a tu nombre: Mª Paz. ¡Que acertados estuvieron tus padres al pensar en él para ti!
Entre lágrimas, recordamos a la niña, a la adolescente, vestida con el uniforme del colegio, con tu preciosa melena y esa sonrisa que no te abandonó nunca.
Ha sido un lujo, un verdadero privilegio tenerte en nuestras vidas y nosotras poder decir que estábamos en la tuya.
No te imaginas el orgullo tan grande que sentimos cuando, siendo diputada de la Asamblea te vimos junto a los Reyes en su visita a Melilla en 2007.
Tú no eras consciente de que nos representabas a todas, o a la gran mayoría. ¡Gracias Amiga!
Siempre discreta, siempre humilde, un gran corazón que ha dejado de latir, unos ojos que se han cerrado para la vida terrenal pero que ya gozan de la luz de la vida eterna.
Desde esa eternidad que compartes con tus padres y hermano y a la que aspiramos alcanzar, pide por tus hijos, por tu marido, por tu hermana, por todos los que aquí hoy te lloran sin consuelo, por los que sentimos que el corazón se nos ha roto en miles de pedacitos.
Te has ido en Paz, Amiga, como tu nombre, rodeada de Amor y Cariño. Cientos de oraciones te han acompañado en este último viaje a la Morada Eterna.
Querida Amiga, nosotras, tus amigas del colegio, las que compartimos contigo entre los pupitres de Nuestras Señora del Buen Consejo, risas y confidencias, hoy no somos capaces de decirte adiós. Tan solo podemos articular entre lágrimas un…. ¡Hasta pronto Mª Paz!
Nunca te vamos a olvidar, jamás dejaremos de quererte porque la huella que nos has dejado es demasiado profunda y verdadera.
Tus amigas y compañeras de Nuestra Señora del Buen Consejo.









