Los vecinos del templo Omar Ibn Al-Jattab denuncian que el minarete se les va a caer encima.
Puede parecer que todo está arreglado en la mezquita de Omar Ibn Al-Jattab porque ya no hay ningún andamio en el exterior que cubra el minarete al completo. Pero si se acercan a este templo, observarán que hay agujeros, grietas, azulejos que se han caído y un sinfín de desperfectos. Nada ha cambiado en este edificio religioso desde que en febrero los vecinos denunciaran el mal estado del torreón tanto por fuera como por dentro.
Lo único que se ve diferente es que no está ese andamio, que también daba miedo a los habitantes de la zona, porque parecía que se iba a caer tras el terremoto del 25 de enero y los fuertes vientos del invierno. Cinco meses después los habitantes de la zona aseveran que les “han olvidado”.
Las asociaciones Al-Salam y Barrio Nuevo explicaron a El Faro que la empresa propietaria de esta estructura la retiró hace unos meses, pero sin emprender la reforma que llevó a su instalación.
La historia de este “abandono” comenzó hace ya tiempo. En 2014 se firmó un acuerdo entre estas asociaciones y la Ciudad para renovar el minarete por más de 16.500 euros. Las obras no comenzaron hasta el 2015, pero se paralizaron. Un técnico se dio cuenta de que la estructura de este torreón estaba en muy mal estado y por lo tanto, propuso una rehabilitación que excedía el presupuesto inicial.
Con los trabajos paralizados, según los vecinos, el Gobierno local les aseguró que se iban a poner las pilas para conseguir más financiación y emprender el gran proyecto. Pero nunca más se volvió a hablar del tema. Miembros de las dos asociaciones se entrevistaron con representantes del Ejecutivo local sin conseguir que ese compromiso pasara a ser una realidad.
Llegó enero y a primera hora de la mañana el terremoto del día 25 de ese mes sorprendió a los vecinos de La Cañada, que vieron cómo las grietas de este minarete se hacían más grandes y el andamio se desprendía de la estructura.
El 14 de febrero los vientos y el temporal provocaron que el andamio se moviera sin parar. Los vecinos tuvieron que intervernir e incluso los Bomberos les echaron una mano para sujetar esta estructura al torreón con varias cuerdas. Fue entonces cuando denunciaron esta situación en El Faro.
Ya estamos a finales de agosto y en las asociaciones Al-Salam y Barrio Nuevo siguen sin noticias sobre la reforma del minarete.
300 personas en peligro
Las entidades que hacen esta denuncia aseguran que el problema no es sólo que se estropee una torre de una mezquita y que pueda caerse en cualquier momento debido a su mal estado, por ejemplo, con las rachas de viento.
Lo que temen es que esta estructura dañe a algún viandante, una casa cercana o a los musulmanes que acuden a rezar a diario.
La mezquita está a muy pocos metros de una vivienda. Una calle estrecha las separa. Una vía que es solo peatonal y en la que no se podrían cruzar a la vez cuatro ciudadanos. Este acceso al interior de La Cañada es el único para las casas situadas en esta parte del barrio. Esto significa que si caen cascotes o se produce algún incidente, además de que el minarete acabaría en la terraza de la casa de enfrente, quedaría sin salida esta calle.
No es que sean pesimistas, es que ya han caído trozos de la fachada exterior de esta torre del templo en la acera y en la casa que está más cerca.
Esta zona es muy transitada por los vecinos por aquello de que es la única salida de algunas viviendas. Pero es que frente a la mezquita hay una plazoleta donde los niños aprovechan para jugar y por lo tanto, si se desplomara el minarete podría hacerles daño.
Asimismo, cada viernes, en el rezo del mediodía, hay entre 200 y 300 personas en el interior del templo orando. Los vecinos prefieren no seguir pensando en qué puede pasar si el minarete se cae en pleno rezo.
Este colectivo desea que se ponga fin a esta situación. Esperan que la Ciudad tome cartas en el asunto y reforme la torre para que no deban temer por la vida de nadie. De hecho, ciudadanos que viven enfrente ya han presentado sus denuncias en la Policía, subrayan las dos asociaciones, porque no quieren que luego pase algo malo y desde la Administración se diga que no tenían conocimiento de la gravedad del problema.
Se preguntan por qué el Palacio de la Asamblea se va a rehabilitar con un gran presupuesto y en cambio, el minarete de este templo de La Cañada no tiene visos de ser reparado por la Ciudad. Insisten en que el Gobierno local se ha olvidado de ellos.
Este periódico trató de contactar con el consejero de Fomento, Javier González, en varias ocasiones. Sin embargo, no obtuvo ninguna respuesta.