El avance de la pobreza continúa imparable. Los datos del Instituto Nacional de Estadística alertan de que el año pasado un 30,9% de los hogares de Melilla se encontraba al borde de precipicio. La cifra es un 3,2% superior a la de 2010 y no hay ningún indicio de que a lo largo de este año la situación no haya empeorado aún más. Si la progresión es la misma, al finalizar 2012 habremos superado con claridad la línea que señala que uno de cada tres hogares de la ciudad se encuentra ante un panorama crítico.
La situación es tan grave que las ONGs que colaboran con el Banco de Alimentos se han visto obligadas a supervisar en mayor medida la entrega de comida para diferenciar entre quienes atraviesan por alguna dificultad y quienes realmente necesitan ser socorridos porque no encuentran otra alternativa para conseguir lo básico para su subsistencia y la de los suyos.
El deterioro de la economía de muchas familias se viene prolongando durante demasiados años, lo que convierte su día a día en una constante lucha por no verse arrastradas a la miseria. En demasiados hogares se viven dramas insospechados hasta hace sólo unos años. Son situaciones críticas ante las que el único salvavidas es la actuación de las ONGs. Sin la labor de estas asociaciones y la ayuda de parientes cercanos, muchas de estas familias no habrían tenido ninguna oportunidad ante la nefasta situación económica.
Frente a estas circunstancias y a la vista de los inquietantes números que no dejan de llegar sobre los efectos de la crisis en los sectores más débiles de la sociedad, la lucha contra la pobreza no puede más que encabezar la lista de preocupaciones entre la clase política de nuestra ciudad. Cada vez queda menos tiempo para poner en marcha las iniciativas necesarias que permitan dar la vuelta a la situación antes de que ésta acabe por ser irreversible.