El presidente Juan José Imbroda anunció ayer que ya ha comenzado los contactos para alcanzar el Pacto Social del que habló en su discurso tras ser proclamado presidente del PP en el congreso regional que celebró su partido en mayo. Básicamente la propuesta consiste en sentarse a hablar de cualquier asunto que afecte a la ciudad para tratar de llegar a acuerdos, pero siempre bajo tres premisas básicas e inamovibles. En primer lugar, la españolidad de Melilla es un asunto indiscutible. A continuación, la Constitución debe ser respetada en todo momento. Y, finalmente, el discurso religioso nunca puede estar por encima del político. Con este telón de fondo, el presidente asegura que está dispuesto a tender la mano y sentarse a hablar. No descarta hacerlo ni con la Comisión Islámica de Melilla (CIM), con la que el PP mantiene una relación que en absoluto es distendida.
El objetivo de este ejercicio de entendimiento y diálogo es conseguir entre todos una ciudad sin sobresaltos, con estabilidad política y social. Es tan evidente que generar este ambiente es absolutamente necesario, que es difícil entender por qué no se ha hecho antes. En gran medida, la explicación está en la anterior etapa de desencuentros entre populares y cepemistas previa a las elecciones autonómicas de 2011. Desde entonces, tras una controvertida jornada electoral y después de unas semanas en las que hubo tiempo para dejar reposar los votos y para que los jueces se pronunciaran, las aguas acabaron volviendo a su cauce. Ahora es posible aprovechar la calma para tender esos puentes que nunca debieron romperse, pero para ello es necesario afianzarlos sobre los tres pilares básicos defendidos por Imbroda: Españolidad de Melilla, Constitución y la acción política como única herramienta para resolver las diferencias. El Pacto Social, o como finalmente se denomine, es el dique que servirá para proteger a la sociedad de Melilla cuando las aguas vuelvan a bajar encrespadas, pero para ello hay que empezar a construirlo ahora.