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El dedo acusador

por Tino de la Torre
07/02/2025 08:51 CET
El dedo acusador

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Coge con el paso cambiado todavía a algunos el nuevo presidente de Estados Unidos. En Europa estamos todavía de subida con lo woke y ahora llega este señor y lo está tumbando. No debería haber tanta sorpresa porque estaba todo anunciado. Y eso hizo que algunos le votaran y le otorgaran confianza. Un número mayor que los que querían cualquier cosa en el mundo menos a este señor.

Representa todo lo contrario de que lo que el buenismo woke propugna. Además, entiende a la perfección el contrato que firma con los ciudadanos que le pagan. No olvidemos esto. A este señor no le paga nadie ni de Melbourne, ni de Ulan Bator, ni de Mansilla de las Mulas. Por lo tanto, se siente obligado a trabajar para que su país siga siendo grande entre los grandes. Y con los demás llevarse bien. O lo mejor que pueda.

Esto horroriza a muchos europeos del Sur de Francia (y del Norte) que pretenden mediar en guerras, hacer hipótesis acerca del mundo futuro y hasta meterse en la vida política de países ajenos con opiniones que son propias y no de los contribuyentes de su país. Y con tanto discurso, ondeando banderas que no son la propia, desatienden los asuntos domésticos. Asuntos que nos interesan a los que le pagamos la nómina.

Esta “corriente” antiwoke que se está impulsando en Estados Unidos, y que no deja ser el movimiento del péndulo que ahora viene de vuelta, también tiene que mucho que ver con ese pragmatismo, esa forma directa de hacer las cosas y de resolver los problemas tan americana. Tan expeditiva, a veces. Y también tiene que ver con una vida del presidente como negociador: pide mucho, es decir juega en campo contrario, sabiendo que tendrá que ceder pero el resultado, posiblemente, será positivo.

Demasiado para una Europa que está a otras cosas menos mundanas. Con ese aspecto tan europeo mostrando una duda perenne en el rostro.

Y sigo. Este señor en Estados Unidos tiene la costumbre de señalar con el dedo. Otra cosa que nos han enseñado “que no se hace”. Y acusa con nombres y apellidos a quien le parece bien. No anda con circunloquios y deja las cosas claras aunque no sean del gusto de muchos: “Drill, baby, drill”. Nadie podrá decir que sus estrategias no están definidas.

Por aquí, todo lo hacemos con ironías y circunloquios, intentando contentar a unos y no enfadar mucho a los otros. Eso, tan europeo, no funciona.

Veo a “mi” Europa tan afectada y correcta que no sabe reaccionar ante los desafíos que plantea el mundo, por ejemplo, la globalización en todas sus formas, tanto de movimientos de personas, como de mercancías o de alimentos. En lo relativo a seres humanos hemos vivido bien mientras las fronteras se respetaban y no había movimientos masivos que las echaran abajo. Seamos claros: miles de personas con diferentes ideologías (tema trascendental el de las ideologías) quieren entrar e instalarse en Europa y no sabemos cómo manejar ni los flujos, ni las cargas de trabajo ni los estilos de vida que son aceptables o no para nuestra cultura.

Respecto a competitividad estamos en crisis; la estamos compensando a base de subvenciones y deuda que en algún momento habrá que devolver. Las cuentas llevan tiempo sin cuadrar.

En tiempos tan aciagos para España como el desastre de 1898 Práxedes Mateo Sagasta, presidente del gobierno, se expresó con el mismo pesimismo que contundencia: "Yo no sé a donde vamos; pero sí sé que doquiera que vayamos, perderemos nuestro camino". Frase que quizá recupera vigencia.

A trompicones pero son muchos los países que no se resignan a perder su lugar en el mundo.

Tags: deudaSubvenciones - becas - ayudas

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