Después de casi tres semanas del envío fallido a través de la aduana –día 8- y de casi dos desde que la mercancía consiguió entrar en Marruecos –día 15-, el presidente del Colegio de Agentes de Aduana de Melilla, Antonio Mena, ha asegurado a El Faro que “no hay avances”.
Hasta tal punto eso es así que la reunión prevista en la Delegación del Gobierno el pasado viernes, día 24, hubo de ser anulada con el pretexto de que todo sigue igual que en fechas anteriores, ha aclarado. No está previsto por ahora un encuentro para tratar este asunto hasta que haya algún cambio en la situación actual.
Según Mena, la única exportación que se ha realizado en estos últimos tiempos, con 600 kilos de electrodomésticos y aparatos de aire acondicionado, consta como prueba, ya que “la aduana no está abierta y continúa la misma situación”. “Seguimos en el punto de partida donde estábamos cuando se cerró la aduana, el 1 de agosto de 2018. Estamos igual que antes”, ha incidido con cierta resignación cuando se le ha preguntado si cundía el desánimo o la esperanza entre los agentes.
Por ahora, de hecho, a pesar de que fuentes del sector empresarial indicaron, el día 16, que se estaba trabajando pasa pasar nuevas partidas comerciales a Marruecos -bien es cierto que sin fecha concreta-, el representante de los agentes de aduana ha asegurado que no hay previsión de realizar nuevas exportaciones ni importaciones, al menos, de lo que ellos tengan constancia.
Aunque todavía se desconocen datos esenciales sobre esta reapertura controlada de la aduana comercial con Marruecos, sí se sabe que el acuerdo entre los dos países establece que en una primer fase solo podrá entrar en el país alauita un camión diario procedente de Melilla. En principio, desde la ciudad autónoma sólo se podrán exportar electrodomésticos, electrónica y productos de higiene mientras que a Melilla entrarán áridos, frutas, verduras y pescados.
Dos intentos
Cabe recordar que, en el primer intento, el día 8, las autoridades marroquíes obligaron al exportador a usar otro vehículo, de manera que se negó el paso a la furgoneta inicial, que fue cambiada por un camión con caja cerrada, tal y como exigían los aduaneros del reino alauita. Posteriormente, reclamaron cambios en los documentos que ya habían obtenido el visto bueno del Ministerio de Asuntos Exteriores español.
Cuando todos los papeles estuvieron en regla, fue cuando se descolgaron con la imposición de un segundo pago de arancel por entrar en el puerto de Beni Enzar, algo a lo que se negó el empresario español, que prefirió darse media vuelta y regresar a Melilla. El motivo, según alegó, es que el pago de dos impuestos no hacía viable económicamente la exportación.
El día 15, en cambio, no se pusieron las trabas que se habían puesto hacía justo una semana.