El conocido empresario recuerda su etapa inicial como animador sociocultural en la Concejalía de Juventud del Gobierno de Gonzalo Hernández y hace repaso al ocio nocturno en la actualidad. Lleva más de un cuarto de siglo como empresario de locales nocturnos. Luis Jesús Sarmiento, Luisje para todo el mundo, despuntó hace 30 años como uno de los primeros animadores socioculturales no ya de Melilla sino de toda España. En esa época, cooperó estrechamente con la primera Concejalía de Juventud que se creaba en Melilla y que dirigió Francisco Narváez, popularmente conocido entonces y también ahora como ‘El Culi’. Con su apoyo, Luisje creó la Gran Movida y desplegó las primeras iniciativas de ocio en el marco de una política juvenil. De todo ello, hablamos con este empresario dueño entre otros del mítico ‘Nosé’ y hoy en día copropietario de pubes de Puerto Noray tan punteros como ‘La Compañía’ o la sala ‘Manhatan’.
-Fuiste uno de los primeros animadores socioculturales si no me equivoco.
- Efectivamente, fui de los primeros de España y mi papel novedoso no pasó inadvertido para la Melilla de hace treinta años. Había noticias de primer orden pero las primeras páginas de los periódicos locales no dejaban de hablar de mí: que si el animador sociocultural que va con las maracas, que si esto que si lo otro. Ahora, un animador sociocultural es algo que está muy estandarizado. Reconozco que entonces tampoco se hicieron bien las cosas.
-¿En qué sentido dices que no se hicieron bien?
-Se quiso innovar tanto y tan rápido que realmente no se estaba preparado para eso. Empezando porque en España había a principios de los años 80, que es de cuando estamos hablando, unas 20 concejalías de Juventud, que constituían algo pionero y que no se correspondían tampoco con ayuntamientos de grandes capitales. Recuerdo que entre las más importantes estaba el Puerto de Santa María. Cuando nos reuníamos no éramos más de 20. En el resto aún no había prendido la conciencia de dar a la Juventud la importancia que requería.
-Fuiste el organizador de la Casa de la Juventud ¿qué diferencia hay entre aquella primera y la actual?
-No hay comparación entre la de antes y la de ahora, porque la de ahora realmente es simplemente un nombre. Cuando yo hice esa Casa de la Juventud la entendía como un lugar para jóvenes, a ser posible dirigida por ellos mismos. Ahora es una dependencia más de la Administración Pública, con locales concedidos a entidades, mucha formalidad, y poco más para la Juventud que un campo de deportes. Que es verdad que la anterior era más cutre, pues claro que sí, sin duda alguna aquello era una cutredad total pero, sin embargo, había una vida juvenil muy interesante y de hecho muchos de los que hoy forman parte de estatus sociales destacados estuvieron en aquel germen. Aquello era una buena escuela de demócratas y con el tiempo se ha demostrado que ha sido así, porque muchos de sus protagonistas de entonces son hoy presidentes de asociaciones, tienen un papel destacado en la vida pública melillense, en los medios de comunicación, etc…
-¿Por qué dejaste de trabajar como animador sociocultural?
-Bueno llega un momento en el que las alternativas políticas se van sucediendo y suele pasar que los que están suelen quedar postergados por los que llegan.
-¿Había entonces más actividades para los jóvenes que ahora?
-Soy poco objetivo, porque soy parte, pero pienso que había cosas menos oficiales y más acordes con el espíritu juvenil. No teníamos apenas recursos, prácticamente no había, y teníamos que echar mano de la imaginación. Pero, bueno, de aquellos lodos estos barros.
-¿Te refieres a la Gran Movida?
-Sí, por supuesto. Aquello se me ocurrió porque no había medios y qué mejor manera de conseguir participación que montar un concurso a base de pruebas que entonces resultaban muy llamativas y chocantes, porque ni se estaba acostumbrado como ahora a ver nada similar en la televisión ni había referentes de convocatorias similares anteriores. Todas las pruebas eran una locura y entonces lo parecían más porque, como digo, la gente estaba en general menos acostumbrada a ese tipo de concursos.
-¿Radio Taller Joven también fue un proyecto tuyo?
-Sí y también surgió del mismo modo, con pocas pelas y aprovechando una oportunidad. Había una radio entonces pirata, que era ‘Radio Mente’, del maestro, el Rintin, que me enteré se cerraba y ponía en venta. Consulté con el concejal de Juventud del momento, que era Culi, y me dio el visto bueno porque lo nuestro ya no sería una radio pirata, sino una escuela taller de radio, en la que los chavales aprendieran a hacer programas, a presentar música, a comentar, a respetar los silencios tan valiosos en la radio…Nos costó 60.000 pesetas y consideramos que si nos duraba dos meses sería una inversión muy barata. Recurrimos a quienes conocíamos, a la gente de Radio Melilla, el Infante y muchos otros que colaboraban. Y no duró dos meses, duró un montón.
-¿Cómo eran tus relaciones con los políticos de entonces?
-Recuerdo que una de las que me daba más caña era María Antonia Garbín, que entonces era de UPM y era crítica con el Gobierno del momento, que era del PSOE. Recuerdo que tras celebrarse elecciones, UPM llegó con el PP al poder y lo primero que hizo sin embargo, tras ser nombrada concejal de Juventud, fue llamarme para organizar la Gran Movida. Me ofreció tan poco dinero que le dije que prefería hacerlo gratis, porque sólo el que me llamara me parecía un gran piropo. Al final, sin que yo lo esperara, me pagó lo que había venido cobrando por organizarla con el Gobierno anterior. Desde entonces mis relaciones con María Antonia Garbín son muy afectuosas. Luego estuvo Enrique Palacios de concejal de Juventud, que también contó conmigo para la Gran Movida, y luego se paró hasta que Jesús García volvió a ponerla en marcha. Jesús ya no contó conmigo, lo que entiendo porque ya había gente nueva, aunque es verdad que en el primer año de esta nueva etapa tuvo un detalle y me entregó una placa como creador de la Gran Movida.
-¿Cómo has visto esta última edición?
-Creo que ha dado un giro muy positivo, los participantes no eran tan extremadamente jóvenes como los de años anteriores y las pruebas han sido más llamativa también.
-¿Qué opinas de ‘Tribu Melilla’?
-No es nada nuevo. La alternativa de ocio sano y participativo siempre se ha intentado potenciar. Lo que ocurre es que es difícil que cuaje. Puede que funcione siempre que se tenga un equipo constante dedicado a ello. Lo peor de este tipo de iniciativas es que se polariza mucho a la hora de plantearlas. Se exagera en extremo en la posición frontal contra la ingesta de alcohol o el consumo de tabaco, cuando quizás sería mucho más conveniente buscar que los jóvenes fueran responsables a la hora de introducirse en hábitos sociales tan al orden del día como es el consumo de alcohol. En fin, me parece más práctico promover que se beba con moderación que promover una abstemia total. Admito que puedo estar mediatizado porque yo me dedico a vender alcohol, soy un empresario que vende copas.
-¿Cómo ves la noche melillense?
-Lleva una época mala, en la que ha bajado muchísimo el número de gente que sale, lo que es lógico porque estamos sufriendo una crisis económica muy grave que en Melilla también padecemos aunque hayamos querido negarla durante mucho tiempo. En verano la cosa tampoco mejora porque son muchos lo que se van, y lo que se quedan se van muchísimo a Saidia, que tampoco es nada que nos haya favorecido sino más bien nos ha matado. Saidia, en contra de lo que muchas veces hemos pensado, hoy por hoy es un hándicap para nosotros, porque realmente aquí nadie se queda de camino o retorno de Saidia, y los melillenses sin embargo van para allá en manada.
-¿Y del Botellón, qué piensas?
-No estoy en contra, la entiendo como un previo, como un preámbulo. En mi opinión no es una reunión al servicio de coger una tajada y nada más. Creo que forma parte de una filosofía, exagerada quizás, en la que se juntan alrededor de unas litronas para charlar, ligar y escuchar su música. Soy partidario de regularlo y de crear un lugar específico en el que puedan reunirse y celebrar sus botellones.
-¿En concreto, cómo valoras la situación actual de Puerto Noray, lugar de ocio nocturno por excelencia desde hace diez años?
-Para empezar vivimos en un pueblo sin posibilidad de mudarse a otro pueblo porque esto es como una isla. La gente se cansa con facilidad porque las opciones son siempre las mismas. Luego surge algo nuevo, todo es parecido pero la gente lo celebra con ilusión por la novedad. Al Puerto le falta ponerle un poco más de cariño entre todos, darle un poco de maquillaje, porque sigue siendo primordial dentro del ocio local. Tiene unas instalaciones geniales, un buen parking y a determinada hora el que todos los locales estén reunidos evita desplazamientos por la ciudad y con ello el riesgo de accidentes. Pienso que habría que hacer más cosas, más actuaciones… Hace falta más unión no sólo entre los empresarios, sino también con la Autoridad Portuaria como propietaria de todo el recinto, para aprovechar mejor los recursos que tenemos.
-Por último ¿cómo son actualmente tus relaciones con Francisco Narváez, ‘Culi’?
-Siguen siendo muy buenas aunque nos vemos poco la verdad. Siempre he pensado que es un chaval de los más valientes de esta ciudad, muy ecléctico y divertido, al que igual puedes ver charlando con alguien de derechas que con alguien de izquierdas. Nos tenemos gran afecto y si nos necesitamos sabemos donde encontrarnos.