El día 17 de diciembre de 1983, cuando falleció en el incendio de la discoteca Alcalá 20 de Madrid, Francisco José (Paco) Tortosa tenía 26 años. Aunque vivió en Melilla, había nacido en Zaragoza y sus padres no trajeron el cuerpo a la ciudad para no prolongar el dolor. Prefirieron incinerarlo aprovechando el panteón familiar en el cementerio más importante de la capital aragonesa.
Jesús tenía 17 años. Él aún hoy lo guarda en la memoria, y mucho más en estas fechas, tras haber perdido a sus padres y el resto de hermanos y después de lo que sucedió hace días en la discoteca Theatre, de Murcia, donde murieron 13 personas. Quieras o no, episodios como este deben de revolver las tripas. Pese a todo, Jesús saca fuerzas de flaqueza para charlar con El Faro de todo aquello.
-¿Qué hacía tu hermano en Madrid?
-Estaba recién llegado. Se sacó algún tipo de permiso que le dieron en El Telegrama, de periodismo. No sé si era un carné, pero algo. No era una carera. Mi hermano no había estudiado periodismo. Pero era algo relacionado con El Telegrama. Se preparó su equipo de fotografía y se alojó allí en una pensión. Acudía a eventos a hacer fotos a gente, e incluso a algunos famosos. De hecho, tengo fotos en Alcalá 20 y en alguna discoteca más de Madrid.
-¿Hacía fotos en discotecas?
-Sí. Él hacía fotos allí y después se las llevaba a la gente al hotel.
-Entonces estaba trabajando aquella noche…
-Esa noche precisamente no cogió la cámara. Esa cámara, de hecho, llegó a mis manos y la he tenido hasta hace unos años, cuando se la regalé a un primo que también era fotógrafo. En mi familia hay muchos fotógrafos. La cámara llegó, con todo el material y todas las fotos que había hecho, y los clichés.
-¿Qué hacía él en ese momento?
-Supongo que salió a dar una vuelta y tomarse una copa y se metió en esa discoteca. O quizás estaba tanteando el terreno, aunque él ya había estado anteriormente en Madrid.
-El caso es que él no estaba trabajando, pero vio que había un incendio ahí. ¿Se encontraba fuera?
-No lo sé, pero estaría ya la cosa muy complicada, porque había ahí mucho mobiliario e imagino que, por aquella época, los materiales no eran ignífugos. Los errores que había en ese tiempo, que todavía se siguen cometiendo.
-Él vio el fuego y empezó a rescatar a gente...
-Al primero a quien pilló, lo sacó afuera. Y hay un melillense del Monte María Cristina que creo que fue testigo. A mí, me dijo que lo vio, pero no puedo decirte más. A un melillense lo salvó, o lo vio, o algo de eso.
-¿Y qué pasó? ¿Se quedó demasiado tiempo dentro tu hermano?
-Claro. Entras, sales, entras, sales… Mi hermano no era consciente del riesgo y se trataba de ayudar. Aparte de los conocimientos que tuviera, que sabes que te puedes quemar, lo primero que piensas es en ayudar. Él no murió quemado, sino asfixiado.
-Tenía buen corazón, ¿verdad?
-De siempre, desde niño. Mi hermano siempre fue una persona muy solidaria con el prójimo y así lo demostró desde pequeño.
-Debes de estar orgulloso de él.
-Sí, totalmente. ¿Quién no lo estaría? Toda Melilla lo está. Mi hermano salió de aquí porque en ese momento había crisis, buscando un nuevo horizonte para emprender una nueva vida como fotógrafo.
-Se marchó de la ciudad...
-Claro. Pensó “yo me voy de aquí a ejercer de fotógrafo en Madrid”. Vio una oportunidad.
-Comprendo. Y, cuando sucedió la desgracia, ¿quién os lo transmitió?
-Yo me enteré por la radio, donde empezaron a hablar de un incendio en Madrid. No esperaba que dijeran el nombre de mi hermano. Mi madre también estaba en casa, recién llegada de su trabajo del Hospital Militar. Tenía sintonizada la misma cadena y, de pronto, en ese momento y en esa salita, a la entrada de mi casa y con mi madre al fondo, cada uno a un lado escuchamos “un incendio en la discoteca” y comenzaron a dar los nombres. Yo no recuerdo si antes nos habíamos comunicado mi madre y yo. Estábamos en la misma casa, pero no pensábamos que mi hermano fuera a estar esa noche en esa discoteca. ¿Quién iba a pensarlo? Madrid es muy grande.
Entonces empiezan a dar los nombres y, cuando dicen Francisco José Tortosa, es bestial. Nos encontramos en el pasillo. Un abrazo. Yo ni digo nada. Ella no dice nada. Se nos empiezan a saltar las lágrimas y, a partir de ahí, te reactivas y empiezan la negación, la rabia, el dolor y todo. Y ahí comenzaron a llamar al teléfono y a venir gente con cheques en blanco, con billetes a Madrid. Vino una psicóloga y gente de Melilla a ofrecerse con billetes de vuelo y cheques en blanco.
-¿Para que tu madre se fuera a Madrid?
-Y mi padre. Que se fueran los dos sin tiempo que perder. Querían ayudar y decir “estamos aquí”.
-Ahora tus padres no están, pero ¿qué te viene a la cabeza con lo que ha sucedido en la discoteca en Murcia?
-No veo mucho la tele, pero sí le he prestado un poco de atención, porque son noticias impactantes (como la de la guerra). Y claro que te vienen recuerdos. Te vienen imágenes de lo que le pudo pasar a mi hermano y piensas en lo mal que está legislado y en las pocas revisiones que hay. Te preguntas cómo puede seguir pasando este tipo de cosas. Desde 1983, han transcurrido 40 años y que después de ese tiempo sigan sin tener las licencias y los permisos en regla y que no haya vigilancia… Y se habla de corrupción. Hay mucho metido ahí. Y en Alcalá 20 había algo también.
-Algo irregular, te refieres…
-Sí. Irregularidades había, pero eso es como siempre: hasta que no pasa algo no actúan e incluso después de pasar vuelve la corrupción. No digo que todos ni me estoy refiriendo a nadie en concreto. De hecho, aquel día héroes hubo muchos. Aparte de mi hermano, seguramente habría más personas. En un incendio siempre hay héroes. Los bomberos, mismamente, intentando salvar vidas ya son héroes. Los bomberos son héroes siempre.
-Para terminar, Jesús… ¿echas de menos a tu hermano?
-Hombre, desde el primer día. Mucho. Y no te das cuenta, además, hasta que pasa un tiempo, porque al principio tu mente no lo acepta, y la aceptación es una cosa muy importante en todo. Por ejemplo, con la enfermedad de mi madre -que, por cierto, solía decir que sólo hay algo tan hermoso como vivir, que es ayudar a que los demás vivan-, yo siempre escribo en mi blog y en los foros que tengo que hay que aceptar las cosas desde el principio. Las cosas malas las tienes que aceptar en cuanto puedas, poco a poco. La aceptación no es una cosa que ocurra de la noche a la mañana. Pero si tú abres los ojos y dejas que eso entre, lo canalizas, te pones en manos de un psicólogo si es necesario y lo aceptas, te va a hacer mucho menos daño y vas a vivir mucho mejor. Yo, con lo de mi hermano, al principio estaba bloqueado.
Y en todas partes, no sólo en Melilla, te suelen hacer los homenajes cuando te mueres. Yo, para eso, no quiero homenajes. Si me tienen que hacer un homenaje, que sea algo alegre. Los homenajes se hacen en vida. Los homenajes, antes, por tu valía, sea cual sea tu trabajo. Homenajes hay que hacer más en la vida, porque nos morimos y el muerto no se entera. Se entera la familia, pero ¿para qué quiere un homenaje la familia después de muerto? Si es una muerte repentina, vale. Pero, de todas maneras, una persona que vale, que no digo que mi hermano mereciese un homenaje antes de morir… O mi madre, quizás, sí. De hecho, a ella le hicieron un homenaje antes de morir, pero no tuvo el reconocimiento que merecía por sus logros en pos de los melillenses, por los que vivía entregada en cuerpo y alma. Sin ir más lejos, como fundadora y directora del centro de atención a drogodependientes, y anteriormente Alcohólicos Anónimos, cofundadora de UPM y otras causas.
*El Estado fue declarado responsable civil subsidiario y tuvo que pagar 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros) en indemnizaciones a las familias de las víctimas, aunque esa ayuda no llegó hasta 1997.