Las ciudades no son ni limpias ni sucias; son limpios o sucios los ciudadanos. Es una de las máximas del consejero de Medio Ambiente, don Ramón Gavilán Aragón, quien, a su vez proclama ufano que no es más limpio el que más limpia sino el que menos ensucia. ¡’Cuidadín! con las basuras que el asunto se pone complejo. La Ciudad Autónoma no quería pero el estado de suciedad de diferentes zonas de Melilla obliga a los munícipes a tomar medidas. Sanciones al canto porque es cierto que Melilla es hermosa pero no es menos cierto que está hecha un asco. Aquí se tira todo a la calle y eso no puede ser porque harían falta diez empresas de limpieza para dejar a este pueblo medianamente presentable; no es cuestión que por cada ciudadano haya un limpiador.
La cosa se ha puesto seria. Tenga usted, amable lector, en cuenta que si le pillan in fraganti tirando su basura domiciliaria fuera de horario o fuera del contenedor pagará –la pimera vez– 200 euros y que, si es reincidente, 100 pavos más. El horario es de ocho de la tarde a doce de la noche. Hombre, don Ramón dice que tampoco hay que ser más papista que el Papa. Con tal de que no se depositen restos orgánicos con el sol encima del contenedor, es bastante, no hay multa, o sea que resulta fácil ser un ciudadano cabal.
Atención a los cartones porque, si se dejan fuera de los envases especiales o fuera de hora, la cosa es mucho más gravosa ya que hay que arrascarse 600 euros del ala. No debe tomarse a broma porque, ya se sabe, la Ciudad Autónoma puede llegar a embargar la cuenta bancaria si no se paga y eso es algo más que molesto.
Cuidado con los vertidos incontrolados de escombros. Si es una empresa la que deja cementos y ladrillos inútiles en la vía pública, le llegará un papelito autonómico por importe de 100.000 de las antiguas pesetas y, si es un particular, 200 ‘euroríbores’, tela.
Gavilán Aragón y otros muchos melillenses estamos hartos de tanta defecación perruna. Hace usted bien en tener una mascota pero cumpla mejor con los efectos colaterales. La mierda del perro hay que recogerla y depositarla en los contenedores o papeleras. ¿Que su perro caga como un elefante?, pues es su perro, no el de los demás. Los agentes medioambientales tienen claro el protocolo de actuación: notificación y 100 euros de sanción, al margen de obligarle a hacer lo que no hizo, o sea, quitar la cagada de la vía pública. Si se niega, tendrá problemas.
El consejero de Medio Ambiente no pierde de vista el vertido de aceites tanto industriales como particulares. No se olvida de esos aceites porque, al final, todos van a la Planta Incineradora y causan averías. Si usted, partiular, vierte indebidamente, soltará 100 euros y, si se trata de organizaciones empresariales, 600 euros. Los aceites pueden ser recogidos perfecta y gratuitamente por Medio Ambiente y sometidos a procesos de reciclaje o eliminación sin dañar al medio ambiente.
Y, a ver, cuando éramos niños –hace siglos– pescábamos con caña sin ningún tipo de acreditación. Hoy se sigue haciendo, pero no es lo normado. La Ciudad Autónoma extiende –también de forma gratuita– carnés para poder pescar. Ahora bien, si se persiste en la vía de no respetar ordenanza alguna, que se prepare el bolsillo porque ahuecarán del ala 100 euros. Pesque en condiciones, hombre.
Ya son 517 los expedientes medioambientales instruídos en lo que va de año y parece que el Gobierno local lo tiene muy claro: Melilla tiene que estar mucho más limpia y el melillense lo tiene clarísimo porque sólo se trata de cumplir unas recomendaciones fáciles y nada molestas. Don Ramón se confiesa ‘contrario’ al endurecimiento de las sanciones pero no hay más remedio. Las ciudades no son limpias ni sucias, lo son los ciudadanos y, además, “lo que no hagas en tu casa no lo hagas en la calle porque, en definitiva, la calle es la casa de todos”.