Melilla vivió este lunes dos terremotos por encima de 3: el primero a las 10:49 de 3,3 y un segundo a las 16:06 de 3,8. Estos se suman a una serie de seismos que han habido durante todo el fin de semana, registrándose durante el 1 de agosto más de una decena que rondaban la magnitud 2; aunque también hubo uno de magnitud 3,6 y de intensidad III a las 12:48 horas.
El Faro consultó a uno de los expertos en sismología del Instituto Geográfico Nacional, Luis Cabañas, para conocer un poco más acerca de estos eventos sísmicos. “El instituto ha calculado el mecanismo y sí parecen similares al grande del 6.3; la forma del mecanismo, es decir, la forma de cómo se ha movido, y la falla a la que está asociado”, afirmó el sismológico.
Todo estos temblores hacen recordar al último gran terremoto que sufrió Melilla en la madrugada del 25 de enero del 2016, pero lo cierto es que en la serie actual ninguno ha llegado a esas intensidades ni magnitudes de aquel terremoto ni de los seísmos que sucedieron a aquel temblor de 6.3.
Explicó que no es lo mismo intensidad que magnitud, y que la magnitud es un valor único para cada terremoto que permite conocer de alguna forma “cuánto de grande ha sido la rotura o el deslizamiento de la falla”. Por otro lado, la intensidad permite conocer la descripción cualitativa de sus efectos y esta se escribe en número romanos. Puso un ejemplo, el gran terremoto de 2016, que fue de magnitud 6.3 y de intensidad VI, lo que vendría a denominarse como “ligeramente dañino” y con posibilidad de provocar daños.