El barrio del Industrial es uno de los clásicos de Melilla. El presidente de la Asociación de Vecinos del Industrial, José Antonio Alonso Pascual ‘Pascualín’, explicó a El Faro que en sus inicios esta zona de Melilla acogía las industrias, de ahí su nombre, de salazones. Pero esa época de naves industriales y pescadores desapareció y ahora es un barrio residencial. La principal queja de los vecinos son las obras. Llevan más de un año con la reforma del barrio y algunos entienden esto como una bendición y otros lo ven como una pesadilla.
Pascualín explicó que últimamente los vecinos muestran su disconformidad con las obras. “Es cierto que hay una mejoría evidente bastante grande de las zonas reformadas, pero claro eso conlleva muchas cosas negativas, como el ruido y la suciedad”, destacó.
Pero el presidente de esta entidad también dijo que esas reformas han traído al menos dos aspectos buenos. Por un lado, hay aceras anchas y accesibles para todos. Y por otro, se ha construido un parque infantil, algo de lo que carecía esta zona.
Una vecina de la zona, Mari Ángeles, aseguró que el barrio es estupendo y que tienen de todo. Lo que más le gusta es la gente, pero subrayó que están “muy aburriditos” con las obras. Dijo que hace varios años se abrió todo el Industrial y desde hace un año de nuevo se han vuelto a cortar las calles.
Felipe, que también vive en la zona, aseveró que esta muy contento con la obra del barrio. “Está genial, hay más plazas para aparcar y está todo más urbanizado. Y los inconvenientes son los ruidos, a veces a horas muy tempranas, pero merece la pena”, aseveró. Y añadió que se está dando más seguridad a los peatones y a los ciclistas. De hecho, celebró que el Paseo Marítimo tenga un carril bici porque ha bajado la velocidad de la vía de forma notable.
Otro inconveniente es que aseguró que no se informa bien de los cambios de las vías por las obras y si se puede o no usar los garajes.
Para Maica, la obra que están haciendo es positiva, le gusta, pero subrayó que están “tardando una eternidad”.
La falta de aparcamiento es otro de los problemas que tiene el Industrial. De hecho, Pascualín dijo que como consecuencia de las obras hay menos lugares donde estacionar el coche.
Una vecina, Maica aseveró que necesitan que abran ya los aparcamientos subterráneos del Mercadona porque los vecinos están desesperados buscando plaza.
La inseguridad ciudadana es una sensación en el barrio, pero el presidente de la Asociación de Vecinos del Industrial afirmó que no es de ahora, sino que llevan años así y son las autoridades las que deben incidir en sus causas para darle una solución.
Mari Ángeles comentó que son los menores extranjeros los que dan esa sensación de inseguridad, aunque lamenta la situación que viven estos niños.
Además esta vecina aseguró que los melillenses “somos muy guarros” porque se tira todo al suelo, pero echa en falta limpiezas de choque en la zona porque hay “mucha mugre”.
Al margen de todo esto, el barrio cuenta con todos los servicios. De hecho, la llegada de Mercadona está atrayendo a otros negocios, aseveró Pascualín, que subrayó que hay más tiendas de ropa, cafeterías o estancos en los alrededores. Afirmó que este supermercado le está dando mucha vida a toda la zona.
‘Los pisos blancos’, una urbanización dañada en sus cimientos por el paso de los años
‘Los pisos blancos’, los bloques que hay de este color en la calle Álvaro de Bazán, son otros protagonistas del Industrial. El presidente de la asociación que lleva este nombre, José Antonio Alonso Pascual ‘Pascualín’, explicó que tienen más de 70 años y precisan de una intervención para reforzar sus pilares y mejorar su aspecto exterior.
Pascualín indicó que, aunque hay personas que han reformado sus viviendas por dentro, otras no han tenido esta opción porque la mayoría de los vecinos son familias humildes.
Los bloques necesitan mucho más que una mano de pintura. Hay vigas y cimientos que precisan de una intervención porque están muy dañados del paso del tiempo y el terremoto sacó sus fallos a relucir. Éste es el caso del salón que utilizaban las mujeres de la asociación de vecinos para hacer sus talleres y cursos.
No se puede utilizar por consejo de los Bomberos y de la Policía Local, indicó Pascualín. De hecho, El Faro entró solo unos segundos para grabar cómo están las columnas y el hierro que las sostiene se desmorona nada más tocarlo.
El presidente de la asociación Industrial apuntó que se dijo a varios vecinos que debían desalojar sus viviendas, sobre todo, las que están encima de este salón.
Asimismo, indicó que los técnicos de Fomento del anterior Gobierno local estuvieron un día en la asociación y redactaron un proyecto para mejorar la estructura de esta zona del edificio. Espera en unos días poder entrevistarse con el presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, y el responsable de Infraestructuras para abordar este tema porque insistió en que no se puede tomar a broma.
En cuanto a la mejora de los exteriores, también apuntó que había un compromiso de la Ciudad de echarle una mano a los vecinos, pero a ellos les cuesta mucho reunir la documentación necesaria para solicitar la subvención que les permita financiar esas mejoras. Tampoco están adaptadas las casas para personas con movilidad reducida. Hay rampas en los accesos a los bloques, pero dentro solo hay escaleras antiguas.