El docente del curso de excelencia en el sector turístico, Carlos Marina, afirma que “la calidad no es independiente de la forma de trabajo de una empresa”.
El docente del curso de ‘Calidad en Turismo’, Carlos Marina, explicó a ‘El Faro’ que la calidad no es un elemento independiente del procedimiento o la forma de trabajar de las empresas y que las empresas, tanto de productos como de servicios, y que éstas aún no se han acercado a la realidad de la inclusión de este concepto en su sistema de trabajo.
En cuanto a las empresas certificadas, el profesor comentó que en la ciudad existían un total de seis organizaciones que tenían algún sello de calidad que avalaba su quehacer.
En este sentido, Marina, máster en Calidad, expuso que ésta y todo lo referente al procedimiento y al mantenimiento de la misma, se puede lograr después de elaborar un proceso conciso y concreto de “hacer las cosas”, ejecutando determinados movimientos y pasos con cierta cotidianidad, a través de la repetición de esta sistemática se obtiene un proceso de trabajo.
De otra forma, y en lo referente a los costes que implicaría que los empresarios iniciasen el procedimiento para lograr este tipo de certificación, Marina quiso dejar claro que “ésta es una parte del mito del concepto y de la implantación de los procedimientos de calidad”, ya que la inversión sería importante en un principio, siendo, la de desarrollo más asequible al bolsillo del empresario.
Así, lo primero a lo que se destinaría el dinero es a la formación del personal propio de la empresa para que lleven a cabo tanto la implantación como la autoevaluación de los elementos necesarios para la obtención de un sello de calidad.
Una vez que los trabajadores de la empresa tuviesen los conocimientos suficientes para desarrollar el proyecto, ellos mismos serían los encargados de supervisar sus actuaciones, convirtiéndose, transcurrido un tiempo, en una cuestión automática.
No obstante, Marina quiso dejar claro que la calidad no es una utopía y que “no será determinante para que una empresa tenga éxito o fracase y cierre”.
Por último, el docente quiso animar a los profesionales de los distintos sectores de la Ciudad Autónoma que invirtiesen en calidad, “ya que es un reclamo más, es un valor añadido con el que podrían publicitar lo que ofrecen al público”.
Marina incidió además en que en la actualidad se reconocía la existencia de los sellos de calidad en algunas empresas, hecho que indirectamente conlleva cierto aumento en los ingresos del establecimiento.
El docente del curso de ‘Calidad en Turismo’, Carlos Marina, explicó a ‘El Faro’ que la calidad no es un elemento independiente del procedimiento o la forma de trabajar de las empresas y que las empresas, tanto de productos como de servicios, y que éstas aún no se han acercado a la realidad de la inclusión de este concepto en su sistema de trabajo.En cuanto a las empresas certificadas, el profesor comentó que en la ciudad existían un total de seis organizaciones que tenían algún sello de calidad que avalaba su quehacer.En este sentido, Marina, máster en Calidad, expuso que ésta y todo lo referente al procedimiento y al mantenimiento de la misma, se puede lograr después de elaborar un proceso conciso y concreto de “hacer las cosas”, ejecutando determinados movimientos y pasos con cierta cotidianidad, a través de la repetición de esta sistemática se obtiene un proceso de trabajo.De otra forma, y en lo referente a los costes que implicaría que los empresarios iniciasen el procedimiento para lograr este tipo de certificación, Marina quiso dejar claro que “ésta es una parte del mito del concepto y de la implantación de los procedimientos de calidad”, ya que la inversión sería importante en un principio, siendo, la de desarrollo más asequible al bolsillo del empresario.Así, lo primero a lo que se destinaría el dinero es a la formación del personal propio de la empresa para que lleven a cabo tanto la implantación como la autoevaluación de los elementos necesarios para la obtención de un sello de calidad.Una vez que los trabajadores de la empresa tuviesen los conocimientos suficientes para desarrollar el proyecto, ellos mismos serían los encargados de supervisar sus actuaciones, convirtiéndose, transcurrido un tiempo, en una cuestión automática.No obstante, Marina quiso dejar claro que la calidad no es una utopía y que “no será determinante para que una empresa tenga éxito o fracase y cierre”.Por último, el docente quiso animar a los profesionales de los distintos sectores de la Ciudad Autónoma que invirtiesen en calidad, “ya que es un reclamo más, es un valor añadido con el que podrían publicitar lo que ofrecen al público”.Marina incidió además en que en la actualidad se reconocía la existencia de los sellos de calidad en algunas empresas, hecho que indirectamente conlleva cierto aumento en los ingresos del establecimiento.