Ha vivido una vida llena de alegrías, pruebas y obstáculos, nada la ha detenido, sigue adelante. Consuelo Esperanza San Martín Muñoz es madre, abuela, ama de casa, pintora y también realizó un programa de cocina. Fue una esposa dedicada, crió junto a su esposo, Mariano Salgado, a sus dos hijas, estuvo con él en los momentos más difíciles, luchó con todas sus fuerzas para apoyarlo y lo seguiría haciendo si estuviese en este plano.
Tiene 73 años y no para de hacer actividades. Cuando habla de su nieta, Adriana, le brillan los ojos, la abraza, la mima, la cuida y juega con la pequeña, “ella me dio la vida”, afirmó.
Chelo, como muchos la conocen, antes de estar al frente de su familia, trabajó por ocho años en un consultorio odontológico. En los últimos meses de gestación de su primera hija tuvo que dejar su empleo, para comenzar una nueva etapa, la de ser madre, ama de casa y la de formar a sus hijas.
“Dejé la pintura, me dedicaba a eso, hacía exposiciones, vendía cuadros. Pero luego me encontré muy bien, añoraba el trabajo que hacía porque era libre, pero me quedé embarazada de mi segunda hija muy pronto y sin darme cuenta me fui afianzando a mis hijos, mi casa, mi marido. Fuimos un matrimonio muy feliz, nos hemos querido mucho. Me he dedicado a ellos (…) toda mi vida ha sido así, no es una gran cosa, pero lo suficiente para ser muy feliz”, dijo con orgullo.
Todas las noches reza por su familia, para que estén protegidos y por los que ya no están. Chelo es una madre que cuida a todos los suyos y pide a Dios para que sobre todo proteja a su nieta, quien es su vida y fortaleza.
La vida le puso una prueba muy dura a Chelo. Su esposo, quien murió hace cinco años, padeció por tres años un cáncer contra el que lucharon juntos. La enfermedad hizo que se mudaran de Melilla por ese tiempo y venían a la ciudad cuando el médico daba su consentimiento.
“Yo tenía que coger a mi marido, engancharlo encima de mí para poderlo llevar hasta la cama. Yo lo bañaba, le daba de comer, se caía debajo de la cama y yo lo sacaba con una fuerza enorme y ahora no tengo fuerzas para nada”, recordó con la voz entrecortada.
Su fortaleza era mayor, su objetivo era ayudar a su esposo y lograr que estuviera lo mejor posible, “en ese momento no era yo, era más fuerte que nadie, le cambiaba la ropa, le hacía todo (…) él con su mirada me veía como dándome las gracias”.
“Mi vida ha sido muy feliz y lo volvería a hacer siempre y cuando mi marido estuviera aquí”.
La nueva faceta
Chelo tenía y tiene la responsabilidad de llevar el hogar, cuidar de él y educar junto a su esposo a sus hijas. Un día normal en su vida era levantarse muy temprano para hacer gimnasia, atender a su marido que era profesor de instituto, pero trabajó en una naviera por lo que salía de casa a las 8:00 de la mañana. Luego de hacer ejercicios, volvía a casa para ducharse y arreglarse, ir a la tienda, hacer compras, preparar la comida hasta que llegaran sus hijas y esposo al hogar.
Chelo fue amiga de sus hijas, pero también las regañaba cuando debía hacerlo. Confiesa que prefería hacerlo ella antes que decirle a su esposo, las formó en valores y con mucho amor. “Yo tenía que ser de padre y madre, porque él se iba a las 8:00 de la mañana y volvía muy tarde cuando tenía el turno de noche, que se iba el barco a las 12:30 de la noche en aquella época”.
Luego su esposo sacó su plaza en el instituto pues era profesor de piano, creó un coro y posteriormente el Orfeón Melillense, que viajó a Roma e interpretó piezas para el papa Juan Pablo II.
Valor femenino
Chelo es consciente que “la mujer vale mucho, porque sin una mujer el mundo no existiría”. Sabe que la sociedad ha evolucionado y que ahora hay que ser multifacéticas para hacer todas las tareas diarias. Ya no es solo cuidar el hogar y ser ama de casa, también hay que cuidar a los hijos, acompañarlos en sus actividades, tener un empleo, entre otras labores.
Ella, como muchas mujeres, aprendió a hacer las tareas del hogar en casa, junto a su madre, quien desde muy pequeña la fue educando.
-¿Siente que usted como ama de casa y jefa de familia es un referente para las mujeres?
-Sí, para mis hijas y la gente que me conoce, que sabe lo que yo he hecho y la trayectoria de mi vida y todo el mundo me aprecia.
-¿Cuál cree que es el rol de la mujer en esta sociedad actual?
-La mujer tiene ahora mucho trabajo, porque no solo está trabajando sino que además está cuidando hijos. Yo trabajé en su día, pero cuando di a luz estuve en casa. Pero hoy día la mujer lo tiene más difícil, porque tiene que tener trabajo, ser ama de casa, cuidadora de niños, porque somos enfermeras, peluqueras, de todo, hemos sido de todo, pero ahora la madre tiene que estar muy pendiente de ellos y de todos. Imagínate una madre que se va a trabajar a las 8:00 de la mañana y vuelve 3:00 de la tarde, pero después el niño tiene clases particulares y tiene que la madre llevarlo, no ve a su hijo más que para la hora de cenar y de dormir. Yo las admiro. La mujer de hoy tiene mucho más trabajo, nosotras nos dedicábamos a una cosa que no nos dábamos cuenta.
-¿Qué se siente ser madre y abuela?
-Cuando eres madre es lo más hermoso del mundo, porque es lo más importante para una mujer, tener a mis hijos en brazos era lo más grande del mundo, pero cuando tengo a mi nieta, es la hija de mi hija, es un cariño más grande. Cuando se tienen a los hijos se da la vida por ellos, pero por los nietos se dan tres vidas.
Respeto por la mujer
Sandra, la hija de Chelo, es una mujer con determinación, que cuando se propone una meta la consigue. Para ella su madre es su referente y modelo a seguir para la educación de Adriana, su hija, pues siempre fue muy maternal y protectora.
Formada en valores y siendo una mujer con convicciones, asegura que querer es poder, la mujer todo lo que se proponga lo va a lograr.
“Por circunstancias de mi vida he dado pasos que a lo mejor no estaban bien vistos por la sociedad o hay gente que no lo comprende. En mi vida cuando he querido algo de verdad, mis padres me educaron para que luche por eso y lo consiga, no hay nada que tenga límites, cuando he querido hacer una cosa lo he hecho de verdad”.
Ella decidió ser madre y el no tener pareja no fue una limitante, recibió el apoyo de su familia y lo logró.
Sandra es muy clara, para ella la vida no tiene límites, quien se proponga una meta y luche por ella lo puede alcanzar. “Ni la mujer ni el hombre tienen límites. A la mujer le hicieron creer eso, pero no es cierto, el límite está conforme hacemos daño a otra persona”, sentenció.