Disfrutar de un hogar confortable es una de las necesidades básicas de los seres humanos, no en vano se encuentra en la base de nuestra pirámide de necesidades y un 6 por ciento de los melillenses no la tiene cubierta.
La pobreza energética, junto al hambre, es uno de los lados más terribles de la crisis que hemos padecido estos últimos años y que muchos de los ciudadanos aún sufren. No poder calentar la vivienda o tener que prescindir del agua caliente al no poder asumir el precio de la factura eléctrica aqueja a demasiadas personas. Además, en apenas cinco años, la cifra de afectados en nuestra ciudad ha pasado del 2 por ciento al 6 actual.
Desde la Administración pública se han activado diferentes ayudas para intentar paliar este déficit, pero no es suficiente. La electricidad es España es menos económica que otros países de nuestro entorno y hacen falta políticas a largo plazo que abaraten su precio y que aseguren que todos los ciudadanos pueden acceder a algo tan básico como es el suministro eléctrico a un precio asequible.
Es necesaria una reordenación del mercado eléctrico de nuestro país y de sus tarifas, afrontar los desafíos que nos plantea el cambio climático y apostar fuerte por las energías renovables, que sin duda son el futuro de nuestro desarrollo.
Mientras existan personas para las que el consumo de electricidad sea un lujo, es evidente que algo se está haciendo rematadamente mal.