La cara y la cruz. La alegría y la pena. Mientras que los más de 200 migrantes, todos varones de origen subsahariano, que en la mañana de ayer consiguieron entrar a Melilla saltando la valla celebraban haber pisado suelo europeo al grito de ‘bossa’, uno de ellos perdía la vida pocos minutos después de llegar a nuestra ciudad, según confirmó la Delegación del Gobierno. La activista Helena Maleno elevó a dos las víctimas mortales, asegurando que también había fallecido otra persona al otro lado de la valla, en suelo marroquí.
A falta de que la autopsia concrete la causa de la muerte del migrante, la delegada del Gobierno en Melilla, Sabrina Moh, apuntó ayer que todo parecía indicar que había sufrido una parada cardiorrespiratoria.
En el salto de ayer resultaron heridos 19 subsaharianos y seis agentes. La cara y la cruz. Lo que para los migrantes fue una auténtica victoria, a este lado de la valla, el hecho se percibe de otra manera para las autoridades.
Desde los colectivos de la Benemérita denunciaban ayer la carencia de personal y de medios para hacer frente a un salto a la valla tan multitudinario. En concreto, la Asociación Españolas de Guardias Civiles (AEGC) de Melilla aseguró que tan solo doce agentes, desprovistos de material de autoprotección, tuvieron que hacer frente a la entrada de estos migrantes.
Ayer, justo un día después de que fueran devueltos a Marruecos 24 de los 30 inmigrantes que habían llegado a las Islas Chafarinas en la madrugada del viernes y que después fueron traídos hasta Melilla, no dejó de planear la sombra de que el Ejecutivo de España tuviera también la intención de retornar a las personas que ayer entraron a nuestra ciudad. La delegada del Gobierno dijo que se estaba siguiendo el protocolo y que, de momento, no se iban a devolver.
La única solución posible para evitar más dramas como el de ayer pasa inevitablemente por cooperar con el desarrollo de los países de origen de estos migrantes. El horizonte parece lejano. Por ello, mientras tanto, es necesario que haya suficiente personal y medios para proteger la frontera. El reto es grande: que no se produzcan muertes en pateras, dobles fondos de coches o intentando saltar la valla a la desesperada, como ayer. Descansen en paz.